Los catecismos políticos proféticos, de esos nuevos demagogos salva-patrias, solo suscitan ganas de salir zumbando.
Da pena que hay gente que mira a España con las orejeras de las televisiones al rojo vivo. El mundo no es en blanco o negro. La verdad también exige grises. Y tenemos un ejemplo de lo que está sucediendo con la fiesta de los toros. Que también hay grises. He disfrutado mucho en las plazas de toros, pero también lo he pasado mal algunas veces y muchas me he aburrido cuando no se hacen bien las “cosas”. Pero me compensa, porque en una plaza de toros arde la llama de la libertad frente al mundo de los mediocres e intolerantes, que no conocen la historia, la cultura, ni la humanidad, no tienen ni idea quien defiende a los animales con valentía. Por eso a veces de todos estos nos salvan los toros.
En España se está apoderando hasta la mala educación, ya cualquiera te llama de tu ¡hasta el gato! A los maestros se les habla de tu sin ningún respeto en una enseñanza degradada. Por eso no solo sorprende las maneras y modos de los toreros valientes con educación, sino de los alumnos de las escuelas de Tauromaquia donde aprenden educación y respeto, con el usted por delante, con el “maestro” como veneración a los que han sido o son en el oficio que quieren aprender. Ya no hay aprendices que valoren a sus maestros. Nada más que en las escuelas de Tauromaquia.
El toreo tiene un cúmulo de valores que se han perdido en nuestra sociedad. Como el respeto y la generosidad. Dios crea al hombre y lo coloca como cumbre para cumplir su plan, hombre y animal no están al mismo nivel, por eso en el toreo el hombre debe someter con su inteligencia la fiereza de la naturaleza. El torero cuando entra en una plaza de toros se acuerda de Dios. En la capilla de una plaza de toros se ven estampas de mucha fe, un torero rezando es una estampa inigualable, se pone en jarras ante el Crucifijo como brindando su vida a Dios y se gira con torería hacia la Virgen de su devoción como mirando a su Madre en el tendido.
El misterio de torear es también una forma de encontrar a Dios, es una alegoría de la lucha, el sacrificio del dolor y de la vida…
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