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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 5 de septiembre de 2021

Qué fácil… / por Antolín Castro

Estos tres por ejemplo. Qué fácil... decir ahora que son muy buenos

Qué fácil… les resulta ahora a esos apuntarse al carro de los que llegaron por sus propios méritos, y no por sus alabanzas y reconocimiento, a sabiendas de que una vez ganado el ‘euromillón taurino’ pueden hacerles clientes fijos para que de sus elogios puedan obtener algún rédito.

Qué fácil…

Resulta muy fácil acertar cuando ya han sucedido las cosas. La respuesta a ese tipo de acierto es: ‘qué fácil’.

Qué fácil… hoy saber que la tierra es redonda, lo difícil fue presumirlo mucho antes de confirmarlo.

Qué fácil… decir que usemos mascarillas contra el covid19, más difícil, pero mucho mejor, era haberlo diagnosticado a tiempo, mucho antes.

Qué fácil… saber que Julio Iglesias triunfó en la música, pero pocos lo predijeron antes, o poco después, del festival de Benidorm.

Qué fácil… decir ahora que Diego Urdiales es el torero de la pureza, como si antes toreara escondiendo la pierna.

Qué fácil… se apuntan todos a proclamar sus triunfos cuando hasta hace nada no le echaban de menos en las ferias.

Qué fácil… también saber lo bien que torean Juan Ortega y Pablo Aguado, pero a nadie les importaba durante el tiempo de ostracismo en el que estuvieron.

Qué fácil… saber de la verdad de Emilio de Justo y Paco Ureña, pero que muestren los que ahora les alaban cuándo señalaban la injusticia de su marginación.

Qué fácil… resulta todo a toro pasado, sin el más mínimo reparo a reconocer cuán equivocados estaban los que estos nombres no los ponían en las quinielas de los carteles ‘remataos’.

Qué fácil… nos resulta a todos verlos anunciados ahora junto a las figuras, pero que poco se hizo antes porque así fuera.

Qué fácil… que las llamadas figuras sean siempre figuras y cuenten con todo tipo de privilegios, pero mucho mejor es ser considerado figura tras haber vivido el camino del sacrificio y la espera.

Qué fácil… sería la igualdad de oportunidades para obtener ese estatus, previo paso por una carrera jalonada de compromisos y méritos. Entonces las facilidades, y las dificultades, serían las mismas para todos.

Qué fácil… puedo escribir de cuanto antecede, yo que nunca viví de lo fácil que es alabar solo a los poderosos, esos que son los que te pueden dar de comer.

Qué fácil… les resulta ahora a esos apuntarse al carro de los que llegaron por sus propios méritos, y no por sus alabanzas y reconocimiento, a sabiendas de que una vez ganado el ‘euromillón taurino’ pueden hacerles clientes fijos para que de sus elogios puedan obtener algún rédito.

Qué fácil es, en resumen, estar montado siempre en los caballos ganadores, a sabiendas de que se puede participar del éxito, pero cuán injusto y miserable era antes cuando sus cualidades, sus valores, sus aptitudes no estaban en el candelero, y, por tanto, no les eran reconocidas.

Qué fácil, y qué satisfacción me reporta, el saber que no escribo hoy mejor que hace años de cualquiera de los toreros citados. Son los mismos toreros que ya eran, pero a los que no se les pregonaban de la misma manera sus indudables méritos.

Después de obtener el ‘euromillón’ ya todos te reconocen rico. Pero el toreo no debería ir de eso, el estatus no te garantiza ni la pureza ni la valía. Ahora podemos decir que sí tenemos arriba a toreros que se lo merecían.

Foto: diariodesevilla.es

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