
Extracto de una ilustración de José Caballero para el libro 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías'. Editorial Cruz y Raya. Madrid. 1935 / José Caballero
'..En 1934, con menos de 20 años, José Caballero entró a formar parte del grupo de teatro universitario La Barraca, la gran ilusión de García Lorca. También colaboró en revistas memorables: Cruz y Raya, de José Bergamín, y Caballo verde para la poesía, de Pablo Neruda..'
José Caballero, el primer ilustrador del 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías'
Desde joven, fue muy amigo de García Lorca y de las grandes figuras del 27.
Andrés Amorós
El Debate / 18 Abril 2025
Hace unos días, la Junta de Andalucía ha confirmado la noticia de que el importante legado del pintor José Caballero (pinturas, esculturas, dibujos, escenografías, libros, fotografías) se va a trasladar a Huelva, su ciudad natal, a un nuevo espacio museístico, como parte de la conmemoración del centenario de la generación del 27.
Comentaba yo hace poco en El Debate que esta conmemoración, que ya se está preparando en varias ciudades, no debe limitarse sólo a los poetas, por muy grandes que sean; debe incluir también otros mundos: la novela, el ensayo, la ciencia, la música, la danza, la tauromaquia, el cine, el humor, la arquitectura, la pintura…
A la estética del 27 pertenecen claramente grandes pintores como Benjamín Palencia, Maruja Mallo, Gregorio Prieto, Manuel Ángeles Ortiz, Ángeles Santos Torroella, Cossío, Bores, el poeta Moreno Villa…
Podía yo haber añadido a esta lista el nombre de José Caballero. En sentido estricto, no formaba parte de esa generación, como él mismo escribió: «No pude pertenecer a la generación del 27, cuando todavía tenía once años». Pero estuvo muy próximo a ella, tuvo gran amistad y colaboró con artistas y poetas de aquel momento: Lorca, Alberti, José Bergamín, Pablo Neruda, Luis Buñuel, Miguel Hernández…

Fotografía de García Lorca dedicada para José Caballero.
Fundación José Caballero
José Caballero fue discípulo de Daniel Vázquez Díaz; amigo de Picasso, Torres García, Alberto Sánchez… Siempre le atrajo la búsqueda , la libertad estética: «No me lo he propuesto pero siempre he estado en la vanguardia». En síntesis, su pintura pasó del surrealismo al expresionismo y, luego, a la abstracción. Se alineaba con los «descubridores», más que con los «perfeccionadores».
García Lorca y el 'Llanto'
En 1934, con menos de 20 años, José Caballero entró a formar parte del grupo de teatro universitario La Barraca, la gran ilusión de García Lorca. También colaboró en revistas memorables: Cruz y Raya, de José Bergamín, y Caballo verde para la poesía, de Pablo Neruda.
Como es bien sabido, Ignacio Sánchez Mejías fue el mecenas y el impulsor de los actos de Sevilla, en conmemoración del centenario de don Luis de Góngora, que significan simbólicamente el nacimiento de la generación del 27. Después de eso, Ignacio dejó los ruedos y, entre otras muchas aventuras, estrenó Sinrazón, quizá la primera obra dramática española en la que se advierte claramente la influencia de Freud, Zaya y Ni más ni menos, un auto sacramental filosófico, no religioso.
En 1934, con más de cuarenta años y escasas facultades físicas, su permanente inquietud le hizo volver a los ruedos. Una serie de desgraciadas coincidencias le llevaron a torear en Manzanares el 13 de agosto: esa tarde, el toro Granadino lo prendió y lo llevó hasta el centro del ruedo, dejando en la arena un gran charco de sangre («la sangre derramada», dirá Lorca).
Me contó Alfredo Corrochano, su ahijado, que entró al quite y, desde los pitones, le corrigió Ignacio: «Por ahí, no, Alfredito, que no me suelta. Por el otro lado». A todos les impresionó profundamente la lucidez con que afrontó la hora de la verdad. (Dirá el poema: «No se cerraron sus ojos – cuando vió los cuernos cerca»).
A Ignacio lo cantaron sus amigos poetas: Alberti, Gerardo Diego, Miguel Hernández, Cossío… Y, sobre todos, Federico García Lorca: el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías es, sin duda, el mejor poema fúnebre de la literatura española, junto con las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique.
Profundamente impresionado por la muerte de su amigo, Federico debió de empezar a escribir el poema en seguida, en el mes de agosto de 1934. El manuscrito que regaló a José María de Cossío está fechado en octubre. En noviembre, leyó el poema a un grupo de amigos, en casa de Carlos Morla; poco después, hizo otra lectura, en casa de don Fernando de los Ríos. De enero a marzo de 1935, Cruz y Raya anunció que el poema estaba ya «en prensa». En público, Federico lo leyó por primera vez el 19 de marzo de 1935, en el Teatro Español de Madrid, para conmemorar las cien representaciones de Yerma, por la compañía de Margarita Xirgu.

Cartel de José Caballero para la obra 'Yerma', de García Lorca. El cartel aparece firmado por José Caballero y su amigo Juan Antonio Morales, cada uno de ellos hizo un cartel propio, pero en ambos carteles firmaron los dos. Fundación José Caballero
Lorca decidió encargarle las ilustraciones del libro a su joven amigo José Caballero. Sabemos que le dio cuidadosas instrucciones. Quiso que en la cubierta apareciera un retrato de Ignacio con una orla de flores, frutos, trastos de torear y varios rótulos. Ante todo, varios nombres de ciudades: Sevilla, donde nació Ignacio; Madrid y Méjico, donde triunfó; Pontevedra, donde se retiró por segunda vez; Cádiz, donde reapareció; Manzanares, donde fue herido.
Arriba, junto a un sol y a unos angelitos, la inscripción: «Lo mató un toro de la ganadería de Ayala». Sin duda, quiso evitar el poeta la mención del nombre del toro, que coincidía con su ciudad natal: «Granadino».
En la base del retrato, otros angelitos sostienen una cartela: «Lo recogió la Blanca Paloma» (la Virgen del Rocío). Sustituye a lo que primero había pensado el poeta : «Lo recogió la Venus Tartesa».
Gracias a la amistad y a la visión de García Lorca, un joven pintor de sólo veinte años había tenido la oportunidad de unir su arte a un libro que iba a alcanzar resonancia universal.
No se limitan a ésa las colaboraciones de José Caballero con Federico García Lorca: ya le había encargado el cartel de Yerma, además de varios decorados y figurines para las representaciones de La Barraca: Las almenas de Toro, El caballero de Olmedo y El burlador de Sevilla. En 1935, también, los figurines y decorados para el estreno de Bodas de sangre.

Decorado de José Caballero para la obra 'Bodas de Sangre'/ José Caballero
En la Fundación José Caballero se encuentra una fotografía en las que están los dos, el poeta y el pintor, en una verbena madrileña, con varios amigos: Eduardo Ugarte, codirector de La Barraca; el crítico musical Adolfo Salazar; el torero Pepe Amorós; Rafael R. Rapún. En otras fotografías, aparecen junto a muchas otras figuras del 27: Luis Cernuda, Adriano del Valle, Pepín Bello, Gustavo Pittaluga, Guillermo de Torre, María Teresa León, Santiago Ontañón, Maruja Mallo, Pilar López, Edgar Neville… También he podido ver allí dibujos de Lorca, textos autógrafos, libros dedicados…
En la posguerra, José Caballero colaboró en varias representaciones , ediciones y homenajes a su gran amigo Federico García Lorca.
Pasión por los toros
José Caballero sintió toda su vida una gran pasión por la Fiesta, desde el punto de vista artístico: «Mi afición a los toros me parece una cosa de toda la vida. Creo que nací viendo toros, de la misma forma que se me ocurre que nunca aprendí a nadar, que vine al mundo sabiendo hacerlo. La estética de la Fiesta es algo que va conmigo; soy protaurino, con la misma intensidad con que amo el mar».
No me sorprende que entre sus toreros preferidos estuvieran diestros de la línea esteticista, como Chicuelo y Cagancho; tampoco, que en 1989 hiciera los grabados para una preciosa edición del libro Al toro, de su gran amigo José Bergamín.
De joven, incluso, Caballero llegó a soñar con ser torero. Cuando se lo contó a García Lorca, éste le contestó: «Tú, como mucho, llegarías a banderillero y te llamarías Pepito Lagarto». Así le llaman Federico y Alfonso Buñuel (el arquitecto, hermano de Luis, el cineasta), en una postal que se conserva en la Fundación.
En el libro La aventura de la creación, que recoge escritos de José Caballero, se incluyen algunas anécdotas taurinas muy curiosas. Descubrió el mundo de los toros con don Federico, el padre de García Lorca. Le enseñaron los secretos de la lidia el torero Pepe Amorós, que formaba parte de la tertulia de Lorca, y Eduardo Ugarte, gran aficionado.
Una vez, Lorca quiso que el pintor le acompañara a una corrida a la que había invitado a Luis Buñuel, «que era completamente negado para esto de los toros».
Un dato curioso más. Además de su labor creativa, tuvo fama José Caballero de buen maestro. En su estudio madrileño, enseñó a pintar a no pocos personajes conocidos, aficionados a la pintura. Uno de ellos fue el diestro Antonio Bienvenida. Entre los documentos que allí se conservan he podido ver una acuarela, nada realista, que pintó Antonio: sintetiza con alegres manchas de color la imagen de un torero, con el capote. Lleva la fecha de 1960 y esta dedicatoria: «A Pepe Caballero, mi gran maestro y mi admirado amigo».

Acuarela de Antonio Bienvenida dedicada a su amigo
«Pepe Caballero» / José Caballero
La obra de José Caballero es muy amplia; muestra siempre una permanente inquietud renovadora, al margen de cualquier manierismo académico. Solía decir que le hubiera gustado saber pintar como Velázquez para acabar pintando como Goya.
Además, tuvo la fortuna y el mérito de ser amigo de muchos personajes de primera categoría. A diferencia de lo que sucede con muchos artistas y escritores españoles, su archivo personal está perfectamente conservado y organizado. Cuando se traslade a Huelva, va a constituir uno de los atractivos culturales de la ciudad, junto a las obras de Daniel Vázquez Díaz, su maestro y amigo.
Aunque la obra de José Caballero es muy amplia, su recuerdo quedará siempre unido a las ilustraciones que hizo, de jovencillo, para la primera edición del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías.
Le gustaba repetir una preciosa y certera sentencia de su amigo Federico García Lorca: «Sólo el misterio nos hace vivir, sólo el misterio».
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