Antaño sus toros pedían el carné de identidad a los toreros, hoy no tienen ni fuerza ni carácter para exigir nada a sus matadores.
Los lidiados en Sevilla esta tarde más bien parecían juanpedros. Torillos artistas criados para la muleta. Suavones, sumisos, breves, amables. Victorino quien te ha visto y quién te ve.
Capítulo aparte eran las defensas de algunos toros. Astigordos merecedores de laboratorio y análisis. Tranquilos que eso no ocurrirá.
Corrida de cabos sueltos, Lo mejor de la tarde lo hizo Ferrera toreando a la verónica al quinto con ese capote azul que más bien parecía una colcha cubrecama.
Reseñar también que Ferrera cortó una oreja en ese toro quinto. El animal llegó a la muleta entregado, dócil, bajando la cara, pasando, que no embistiendo. El torero lo entendió y enjaretó varias series jaleadas por un público igual de amable que el toro. Entro a matar andando muy de lejos, según acostumbra en su histrionismo, y como la espada se resistía se quedó en la cara empuja y empuja. Como mató a la segunda, pidieron una oreja y luego otra ignorando que había fallado en el primer intento. El presidente acertó no concediendo la segunda.
Sin que sirva de precedente aplaudimos de nuevo al presidente por resistir y no conceder trofeos a Perera. Ni había petición suficiente ni era merecedor de premio.
Cuando se anuncia Perera deberían poner las entradas más baratas. Ordena a sus picadores no picar sus toros.
Parearon muy bien José Chacón, Fernando Sánchez y Curro Javier.
Otras cuestiones. ¿Dónde estaba el Delegado y sus alguacilillos cuando Joaquín salta al ruedo?
¿Dónde estaba el Delegado y sus alguacilillos que permitieron entregar la oreja a Ferrera por un banderillero?
Y la música. Amenizan faenas insulsas creyendo que pueden influir para enardecer al dócil público y lo peor es que lo consiguen.
Y las rayas de la suerte de varas. Ya ni se repasan al caer el tercer toro. Pensándolo bien. ¿Para qué? Si a esta bella suerte nadie echa cuenta.
Detalles a cuidar que no se cuidan, tradiciones a respetar que no se respetan. La Maestranza reculando y los victorinos convertidos en juanpedros. Vamos mejorando.
Bien señalado: la pena por degradación de norma y tradición taurina, sobre todo ante una afición ignorante o indiferente. ¡Y en Sevilla! Por favor, señores. // Atte., Torotino
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