la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 16 de mayo de 2022

San Isidro'22. Perralejos (nuevas rosquillas del Santo) en la arena, un bar de oreja en el Palco presidencial y la dignidad de Marín en la cogida, lo más torero de la Feria. Márquez & Moore

 


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Siete años hace ya desde que vimos el debut de El Parralejo en Las Ventas en su modo novillo, que hay que ver cómo se pasa el tiempo, y hoy los tenemos ya aquí en modo toro o torillo con sus capas negras y sus fuerzas al límite, lo que se dice justitas para ir pasando la tarde. Los parralejos, como todo el mundo sabe, pertenecen a la Corporación Andaluza de Desarrollo e Inversiones y dentro de ese conglomerado empresarial que uno se imagina fecundo y beneficioso, entendemos que lo de El Parralejo debe ir más por la parte de Inversiones, porque el Desarrollo, lo que se dice el desarrollo, no se veía por ninguna parte.

De las seis Inversiones que esta tarde salieron por las puertas de chiqueros el auténtico chicharro fue el segundo, Zalamero, número 56, que no conseguía levantar el precio de la acción y tras ser picado y banderilleado, ya se puede uno reír del crack del 29 en cuanto a desplome de la inversión, puso al Presidente don Fco. en la tesitura de tener que echarle del IBEX de Las Ventas sacando el trapillo verde. Como compensación, y para divertimento del público en general, salió a hacer su conocido entreacto el domador de bueyes don Florencio, acaso también como homenaje al Santo Isidro, cuya festividad se conmemoraba en el día de hoy, a quien siempre se le representa con dos bueyes uncidos.

Los toros de El Parralejo tienen procedencia Jandilla y Fuente Ymbro, como quien dice Jandilla y Rejandilla. Estas son las maneras que tienen los avezados gestores de la cosa taurina para ir creando ilusiones a los incautos, porque parece que algo cambia y todo lo que hacemos es permanecer ineluctablemente en el monocultivo juampedrero, lo vistan como lo vistan. Gracias a esta circunstancia se nos brinda la oportunidad de volver a tener noticia, gracias al programa oficial, de la conocida jaculatoria de que “Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua…”, por si queda alguno en el Planeta de los Toros que no se haya enterado de tan señalada noticia, no vayan a andar diciendo que no se avisó. Si quisiéramos explicar alguna característica del ganado, la más acusada sería la de que es el toro creado para el torero, el toro que no tiene interés en la cosa del equino de las faldillas, el toro que ni es listo ni aprende y le van pasando el curso porque sí, el toro que incluso aparenta mansedumbre pero que llegado el sacrosanto momento de la muleta comienza a embestir mientras las fuerzas le sostengan, el toro que se ha criado sin pensar en el aficionado que va a los toros a ver un espectáculo completo con tres tercios y que demanda un actor negro y de cuatro patas y no una especie de mascota bondadosa, aunque luego pasen cosas.

Las tres cosas de hoy que se han salido del guion han sido la cogida de Ginés Marín y lo fuerte que han entrado al caballo dos de los toros, los números 39 y 18, Majadero y Molinero, respectivamente, que han puesto los mejores momentos de emoción de la tarde cuando han echado hacia arriba a base de riñones y han estado a punto de derribar a los pencos con todo su equipo de protección individual (EPI) y los respectivos picadores encima, en este caso Juan Francisco Romero y Luis Manuel Viloria.

Ya hemos citado a Ginés Marín, los otros dos eran Curro Díaz, tan bien vestido como siempre, y Álvaro Lorenzo, que tomó la sustitución de Emilio de Justo gracias a una oreja barata que le dieron el día 8 a pachas entre el Presidente don Ignacio Sanjuán y los benhures de la mula con sus cucamonas tan conocidas como cargantes.

Antes de seguir hay que volver a Ginés Marín, que el hombre recibió una fea cornada en el transcurso de la lidia del tercero de la tarde. El toro se llamaba Congresista, número 80, y debía ser del Grupo Mixto o de algún partido de esos llenos de gentuza que suele haber, porque en cuanto vio descubierto al torero, en los inicios de su trasteo por la derecha, le lanzó el derrote certero provocando la cornada y una caída de muy mala impresión. Sin mirarse, debe ser Ginés el único de todos los que estábamos en la Plaza que no miró la herida, recuperó la muletilla y el estoque simulado y se volvió a la cara del toro a rematar su faena. El toro tras haber hundido el pitón en la carne había cambiado y entre la actitud del burel y la evidente merma de facultades del torero, esa parte fue agónica e intensa. Mata al toro de media estocada, espera a que doble, recoge una ovación y de forma queda se va por el callejón a ponerse en manos de Padrós. Lo más torero que hemos visto en lo que va de Feria.

La tarde había comenzado con la clásica ovación que ahora se da cada día al romperse el paseíllo. En esta ocasión el agraciado con ella fue Ginés Marín por algo del año 21, que como no lo vi, no lo comento. Luego ya, en su momento salió con fuerza el primero, el Majadero del que antes se habló, para el veterano Curro Díaz que, como todo el mundo sabe, sólo suele manejar con arte el capote en el primero de los toros de su lote. Ahí dejó una buena verónica marca de la casa, cumpliendo con lo que de él se esperaba. Buena la primera vara de Romero, vista además la violencia del toro, y en la segunda el hombre la puso en el mismo sitio, pero eso ya gustó menos. Tercio de banderillas accidentado con la caída en la cara del toro de “Lebrija”, sin malas consecuencias, y faena de Curro en sus trazas de los últimos tiempos, sus gramos de jindama, sus gramos de desconfianza, sus gramos de pata atrás, sus gramos de 48 años recién cumplidos, sus gramos de buena planta, sus gramos de descolocación y de ventaja a base del pico y una novedad que últimamente advertimos en él que es un antiestético despatarre, más despatarre del que dictan las leyes de la estética, que es el palo que el veterano torero de Linares cultiva más. Tras no aprovechar las ventajas para el torero que el pobre de Majadero le brindó y tratar de aviar a la parroquia con sus famosas trincherillas finales, no le tembló el pulso para degollar al toro que salió de la Plaza a rastras entre ovaciones. Creo que hubo también quien ovacionó al torero.

A Álvaro Lorenzo le tocó uno de José Vázquez, juampedreo con el hierro de Aleas, cobarde y huido hasta que llegó su momento de gloria en la cosa muleteril, donde el animalito quiso dar su do de pecho. Las gentes se enfadaron cuando Francisco Javier Sánchez atravesaba el check-point de la raya blanca, pero es que el bicho tenía menos ganas de ir al penco que yo de ir a currar el martes. La cosa de las varas al final fue como esa famosa “sena de pigcoteo”, dicho con acento francés, de un anuncio de la TV. Y hablando de TV, ahí se puso a hacer su brindis a los que miran los toros por la TV apoyado en la barrera y con una señorita al otro lado provista de micrófono, que parecía estar en cualquier lugar de esparcimiento. Lorenzo citaba dos veces, la primera diciendo “¡ah!”, y la segunda diciendo “¡eh!”, siendo la segunda la que mejor entendía el toro. Lo mismo si se hubiese cruzado un poco con el toro y le hubiese citado de verdad, se podía haber ahorrado esas interjecciones de tan mal cariz. El tono de su faena fue similar al mostrado el día precedente. Si aquello le sirvió para lo de la oreja, ¿para qué cambiar? Pinchazo sin soltar, estocada y un aviso, para que se vea lo largo que fue aquello.

Tras el percance de Ginés Marín, vuelve Curro Díaz a la palestra, esta vez con Molinero de pareja de baile. Lo primero vemos un desarme, en lo de la capa y lo segundo la violenta entrada del toro al caballo en la vara primera y el marronazo previo a la segunda “sena de pigcoteo” de la tarde. El toro anda suelto y sin fijar, cayéndose y pegando unos bramidos que dejaba a Alfredo Kraus al nivel de los niños cantores de Viena y Curro vuelve a hacer exactamente lo mismo que mostró en su primero con la salvedad de que se fiaba menos del toro, así que la labor fue más breve. Una pequeña degollina acabó con Molinero.

El quinto, Histérico, número 45, tuvo bastante de lo que todos andan buscando como Diógenes con su candil, y esto es que enhebraba los pases que le iban dando sin pararse, tracatrá, tracatrá y las gentes “¡bieeen!, ¡bieeeen!” y así sucesivamente. Si el toro se paraba, ni “¡bieeeen!” ni leches, pero cuando correteaba aquello iba a más por momentos. Es verdad que la “faena” por llamarla de alguna manera va como de arriba hacia abajo en el clamor popular, porque el animal ya se va hartando de tanto correteo y algunas veces se para, dejando al aire la asquerosa colocación del torero, que canta un montón. El alfa había sido con lo que parecía “el cartucho del pescao”, que al final fue una pedresina perdiendo la herramienta y la omega un deprimente final de bernardinas de ésas que nos legó José Tomás, dadas como si fueran los naturales de Manolo Vázquez, que consiguieron, junto a una estocada entera que se le pidiera otra oreja de tipo ”low cost”, que el Presidente don Fco. otorgó tras las cucamonas de los benhures de la mula y que fue entregada al diestro por doña Rocío, la alguacililla, con un par de besos. Ya tiene la empresa otra sustitución baratita que le pueden ofrecer a Lorenzo, para ir tirando.

La tercera venida de Curro Díaz fue para enfrentarse a Tragaperras, número 73, al que le ve la distancia, citándole con metros y dejando que el animal se reponga de los sufrimientos de varas y banderillas. Después va montando otra faena sin el más leve compromiso, faena contemporánea como las de todos los días, pero con menos censuras de la Cátedra al torero. Muchos enganchones y poco o nada de toreo de verdad, mucho acompañamiento, de nuevo el espatarre… para qué seguir. Le dieron otra oreja guarra, guarra. El tal don Fco. se lució hoy y Díaz se debió ir a casa alucinando de lo que se había encontrado así, a lo tonto. La cosa es que no besó al alguacilillo don Francisco Javier cuando le entregó la oreja.



Lo más torero que hemos visto en lo que va de Feria

ANDREW MOORE




LO DE DÍAZ




Agradecimiento al Palco Presidencial de Las Ventas,
el Mejor Bar de Oreja de Madrid

LO DE MARÍN





LO DE LORENZO




Agradecimiento a D. Fco. el de Las Ventas,
que regenta el Mejor Bar de Oreja de Madrid

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