CUANDO TOCA
Por Pedro Javier Cáceres
Madrid, 11 de Abril de 2011
La frase la puso de moda Aznar, cuando no tocaba abordar alguna cuestión según sus intereses. Ahora, la frase está ya en grado de tópico y muletilla.
El martes pasado se presentaron todo el elenco de carteles para el próximo mes, y casi medio, en Madrid. Naturalmente el protagonismo lo acapara la Feria de San Isidro, el abono (obligatorio).
Una gran feria que resarce al abonado de “atracos” pasados, redime a la empresa, suspende a los responsables de la Comunidad que perpetraron el pliego de 2004, prácticamente en vigor —tal cual-, y les da un serio aviso cara a la confección, en estos días, del próximo.
Ante esta situación, y comoquiera que nunca estamos a gusto con nada (y contextualizando en un sector donde hay muy poca profesionalidad periodística, toda la vida acechada por el intrusismo y ahora con un plus de perversión alimentado por una legión de “frikis” —se hacen llamar “weberos”, “blogueros”, “twiteros”, etc...), creyendo que la cicatería de elogios ante lo bien hecho les resta notoriedad surge la insidia en forma de pregunta: ¿por qué no lo han hecho antes?
¡Pues porque no tocaba! Y es necesario explicar la historia, o el relato de los hechos aunque sólo sea de pasada.
A finales de 2004 las vigorosas huestes de Doña Esperanza Aguirre queriendo desmarcarse de la “política taurina” de Ruiz Gallardón (pero sobre todo de Pío García Escudero) le hicieron oídos al Sr. Pena (les juro que éste es su apellido), presidente de la llamada Unión de Abonados para que redujera en cinco espectáculos el abono isidril y se cargara la mini feria de novilladas de la Comunidad en torno al 2 de mayo (de la misma manera que años atrás el antecesor del Sr. Pena, pomposo abogado de nombre compuesto y cuatro apellidos, dos a dos en la compostura, se cargó el abono preferencial que obligaba a muy poco y primaba la fidelidad del verdadero aficionado de todo el año en Las Ventas).
Se veía venir que tal planteamiento hacía difícil el sostenimiento económico del curso, atisbándose habían pasado los años de bonanza, en el que además el sistema era de “gestión interesada”, por lo que Comunidad y empresa compartían responsabilidades y cuentas, y que al no tasar un límite al alza del canon y la voracidad de empresarios “paracaidistas” y ladrilleros ávidos de figurineo impostor la cantidad ofertada para conseguir la plaza iba a ser desorbitada. Y así ocurrió. Con todo y con eso se sancionó el concurso a la tercera o cuarta oferta más alta (cerca de 6 millones de euros).
Sin entrar en pormenores sobre el proceso de elección, la concesión a Taurodelta y José A. Chopera ( empresario taurino, como cabeza visible) para 14 o 15 días después convertirse en Taurovent y ser un ajeno al toro el autorizado a ser empresario, D. Fidel San Román, en detrimento de Martínez Uranga, el ciclo de 2005 se saldó, según confesión de parte nunca desmentido sino todo lo contrario, con unas pérdidas de 500 millones de pesetas. Demasiado dinero, posiblemente por una gestión amateur apadrinada políticamente, pero era el señuelo de la inviabilidad del “bodrio”.
El que “al rico” se le pegaran 500 a las costillas (según sus palabras era lo que le costaba el pelo de un elefante en sus cacerías africanas) le produjo secuelas de espejo, lo que se llama verse “cara de tonto” cada mañana —cómo en una carrera de uno solo se había clasificado segundo-.
En el 2006 y con el caso Malaya echando el aliento en el cogote de D. Fidel con la contaminación que ello supondría y unas cosas y otras, en febrero se restablece el orden taurino (el legal ya estaba hecho trizas) y pasa José Antonio Chopera a hacerse cargo del negocio, a todas luces ruinoso. También es verdad que para unos más que para otros.
Se buscaron fórmulas y las cuentas no salían. Hasta que alguna “lumbrera” reparó que ese año se cumplía el 75 aniversario de la inauguración de la plaza, y se inventó la dichosa Feria. Nunca se supo muy bien quién la organizaba y corría con gastos o beneficios. Pero dejémoslo ahí.
En principio era un ciclo voluntario para el abonado sin pérdida de sus derechos si no le interesaba pero se pusieron las condiciones para que éste lo hiciera.
¿Cómo? Debilitando San Isidro, ofreciendo una cartelería cutrilla con algún cartel “rematao” y robusteciendo de alicientes y toreros en son la citada feria. La fórmula era casi infalible pero olía mal, más que oler sonaba, sonaba a rimar con “afa”.
Nunca se supo si dicho ejercicio —hay que dar del orden de cerca de 70 espectáculos, casi todos deficitarios- saldó bien, mal o regular. Y a quién, o quiénes.
Estallado el caso Malaya nadie quiso que se ejerciera la prórroga que reflejaba el contrato y se forzó diseñar un nuevo pliego de condiciones.
Casi todos esperanzados que tras el “petardo” éste corregiría tres de los defectos más acusados: el canon, la reducción de San Isidro para volver a lo original toda vez que no había en 2007 y sucesivos efemérides que celebrar como coartada, y el achique de la temporada recortando por inicio y clausura, algo sin sentido, además de las cargas de actividades de cultura, promoción, publicidad y escuela. Pues fue que no.
No tocaba. Y el pliego de 2006 fue más de lo mismo. ¿Qué hacer? Otra vez “seseras” e “iluminados” plantearon que por la importancia que tiene Madrid era justo y necesario celebrar todos los aniversarios: el 76, 77,78,79.
Y en esas estamos. Y cuando sí, parecía tocar, con motivo de la efemérides 80, número algo cabalístico, no toca. Todo lo contrario, porque “baza mayor quita menor”.
Es el último año posible de gestión por parte de Taurodelta. Y ¡claro que quieren seguir! Pues como usted y como yo pretenderíamos, y por ello se echa el resto y se invierte.
Las pérdidas van a ser casi seguras, pero es lo que distingue a los empresarios de los especuladores. Invertir, bien en negocio de futuro, o en prestigio. O al menos que su paso por la plaza no suponga deterioro y sí su puesta en valor.
Si se sigue, pues mejor; y si no, que al menos (nunca es tarde si la dicha es buena) el abonado se lleve un grato recuerdo de unos profesionales que pusieron su mejor saber y voluntad aun nadando contra corriente e incomprensiones.
Y algo más. Es un guiño al sufrido cliente pero sobre todo, ahora es el momento oportuno que, aun a costa de la cuenta de resultados, se le de, de forma subliminal y elegante, una sonora bofetada de contestación, rechazo y repulsa al pliego actual para ver si son capaces de rectificar y no como en 2006 “sostenella y no enmendalla”.
Ahora sí. ¡Ahora toca!
PD.- Comoquiera que los compositores de música y letra son los mismos, a pesar de todo y de la rumbosa, pomposa y cacareada declaración de BIC para la Fiesta de la Comunidad, me temo “lo pedor” : que el muñidor habitual le haya dicho al amanuense de turno la frase de marras, ¡ahora toca!...”tócala otra vez Sam”.
Para pegar tiros, si no fuera porque “siempre nos quedará Bilbao... y Santander…”
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