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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 30 de abril de 2011

Julián de Velilla, Nuevo Señor de Sevilla / Por José Ramón Márquez

Gran Poder

Julián de Velilla, Nuevo Señor de Sevilla 

José Ramón Márquez

Yo odio ver los toros por televisión. Es algo que no tiene que ver con mi afición, que es un espectáculo que se llama ‘Los Toros’ y que se verifica en una plaza con frío, con calor, con la pasión del tendido, con un señor al lado que te da la matraca o con un paquistaní que saca fotos. El espectáculo de los toros por televisión es otra cosa en la que ves toros y toreros ir y venir tal y como quiere el realizador que lo veas, en el que se pierde completamente el alma del espectáculo y en el que unos comentarios absurdos e interesados acaban de acotar la visión canónica de lo que conocemos como ‘los taurinos’.

Pienso que la esencial característica de los toros como espectáculo es la relación del torero con ese gran actor que es el público -la auténtica fiera- y con el toro. En la TV el papel que le corresponde al espectador es sólo el de mirar la pantalla; pero ese papel convierte al espectador en público que contempla lo que ocurre, y le arrebata su condición de actor.

Valga esa perorata para explicar por qué no he visto la gesta de July en el Baratillo esta tarde. Bueno, que también me podía haber quedado en Sevilla para ver la tarde en la plaza, pero uno a estas edades ya tiene claro lo que le gusta y lo que no, y por más que me vistan a esta mona de oropeles el pobre es lo que es, desde aquel día que se presentó en Madrid de novillero, primera vez que le vi. Entiendo lo que dicen de él, pero no me gusta ni me importa, porque uno cree que el toreo tiene otras formas y otros modos: porque lo ha visto, no porque se lo hayan contado. Si viene a Madrid, le veo, pero su nombre en un cartel me ahuyenta de cualquier taquilla que no sea la de Las Ventas.

Bueno, pues como no veo la tele esa del Dr. Zaius, hago lo que siempre he hecho, que eso sí que me gusta, que es ir a leer las reseñas. Como sabemos bien del pie que cojean, unos más que otros por cierto, vemos que no hay sorpresa. Me río un montón con los jeribeques para explicar la basura de corrida o con los subterfugios que usan para soslayar el peliagudo asunto de las estocadas. Por ejemplo, el que ayer se inventaba un metisaca de El Cid, hoy se olvida de reseñar que el Monstruo de Velilla no mató a la primera a su segundo. Nada nuevo. La crítica, la disensión, la independencia, tanto a favor como en contra, como siempre en las bitácoras.

Llamamos a Sevilla:

-¿Y quien presidía la corrida?

-La tía ésa pelirroja. La de las dos orejas de Resurrección.

-¡Anda, anda!

Luego entra un mensaje: “Qué vergüenza. La noble, digna y creo que escasa afición sevillana no tiene palabras, sólo dolor.”

Sevilla, donde ya reina por derecho propio July I el Importante. July, torero de época, torero de Sevilla, sucesor de Curro Romero. ¿Le harán una estatua junto a Manolo y a Pepe Luis Vázquez?
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3 comentarios:

  1. ¿Y a usted donde le harán la estatua?.

    Solamente le voy a recordar algo, ilustre intelectual de la pluma, si "LA TÍA ÉSA PELIRROJA" fuese hija suya, seria usted tan "gracioso y educado" para hablar así.

    Que asco de tanta inteligencia suelta y que vergüenza, pero en fin, ellos mismos con sus formas se califican.

    Torcuato León

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  2. La presidenta será pelirroja o no, irá a la peluquería o no, la habrán puesto en el palco por un cachondeo sevillano o no, pero lo que es seguro es que es una inepta, y no es la primera vez que lo demuestra. La orejas que le dió al Juli son de risa, aunque más gracia tiene la frivolidad de esos tendidos de la Meastranza pidiendo orejas de saldo para unas faenas de destoreo remtadas con sartenazos en los lomos de unos animalitos de garcigrande parecía que más parecían garcichicos.
    No solo esytamos invadidos de toros artistas, sino de toreros que son unos artistas de la trampa, y públicos y críticos palmeros de tanto arte. La gracia no acabó ayer con el Juli, la semanita que no espera la derramará a chorros.

    Hala, a sacar la entrada que es baratita.

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  3. Toda la valentía que tiene para decir sus verdades, que no tiene nada que ver con las verdades autenticas, le falta para dar su nombre en el comentario y no esconderse en el anonimato.

    Su comentario es la prueba más exacta de lo poco "torero" que es usted, pues si repasa su panfleto observara los tres "sartenazos" que mete usted, producto de los nervios y del poco temple a la hora de escribir, por ejemplo: "remtadas", "parecía, que más parecían" y "esytamos".

    Y si el anonimato tiene algo que ver con el guión del post, sobre si "LA TÍA ÉSA PELIRROJA" fuese hija suya, ni pío.

    Hala, y ahora una de valientes.

    Torcuato León

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