la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 3 de enero de 2015

PACO PEÑA, AL COMPÁS DEL TOREO Y EL CANTE / por Jesús Cuesta Arana




Paco Peña, tanto en el toreo como en el cante ayunta todo su caudal y potencial expresivo. Se rompe cuando llega el tronco negro del faraón o esa deidad intangible, no tocante, imanadora de un poder misterioso y fascinador. Sin ser gitano por los cuatro costados –cuarterón o cuchichí– siente por derecho los sonidos negros

Paco Peña, como es conocido en el mundo del toro nació en Écija un caluroso verano del 69 en el seno de una familia humilde. Se crió en el barrio de La Victoria, junto al Santísimo Cristo del Confalón escuchando flamenco de los viejos aficionados astigitanos.


PACO PEÑA, AL COMPÁS DEL TOREO Y EL CANTE

  • Ya con el sol partiendo el cielo en dos, el alcalde de Écija, Ricardo Gil-Toresano y Fernando Atenciano, Presidente de la Peña Curro Romero de Écija cortaron la cinta. Secuencia que ya no cesa en la memoria. En ese momento había nacido la primera peña, que se tiene constancia, dedicada al toreo y al flamenco a la vez.
  • Aclara Pepe Marchena: “Cantaores y toreros venimos a ser como de una misma familia, son muchos toreros que saben cantar y raro será el cantaor a quien no le guste los toros”.

Jesús Cuesta Arana 
Pintor y escultor. 
Hijo Predilecto de la Ciudad de Alcalá de los Gazules.

Se inauguró en Écija una peña dedicada a uno de sus toreros más señalados, y mira que la ciudad de la una y mil torres es lumbre y luz de tanta torería de excelencia: Bartolomé Jiménez Torres, Jaime Ostos, Juan Muñoz, Pepe Luis Vargas, José Antonio Campuzano, El Ecijano… En la actualidad hay una pléyade de nuevos matadores y novilleros fieles continuadores de la torería ecijana, como Miguel Ángel Delgado, por poner solamente un ejemplo. Al recinto, en la avenida Cristo de Confalón,, todo sabor, se la ha dado bautizo con el nombre apropiado de “Peña del Peña”, sin redundancia. El acto fue punto de encuentro de toreros, flamencos, poetas, pintores, todo un muestrario de artistas, y fueron muchos los aficionados de solera y lujo que quisieron estar presentes en tan emotivo acto de una entidad que ya forma parte del acervo cultural ecijano. No todos los días se inaugura una sede dedicada a la vez a los toros que al flamenco. Y más, si el titular es un hijo notable y muy querido por todos los vientos y norte de la bellísima ciudad con tanta historia encima, donde el calor físico pasa sin solución de continuidad a ser metáfora de calor entrañable, interior. 

Ya con el sol partiendo el cielo en dos, el alcalde de Écija, Ricardo Gil-Toresano y Fernando Atenciano, Presidente de la Peña Curro Romero de Écija cortaron la cinta. Secuencia que ya no cesa en la memoria. En ese momento había nacido la primera peña, que se tiene constancia, dedicada al toreo y al flamenco a la vez. El numeroso público asistente, (“lleno hasta la bandera”), expresó los mejores augurios a la flamante Peña del Peña. Que por derecho propio y a carta cabal, va a ser un magnífico punto de encuentro no solamente para los ecijanos, sino para todos aquellos, sin límites ni fronteras, que quieran acercarse a este mágico lugar con tanto sabor y duende. Y todo, al socaire de una copa de vino, para dar luz y lumbre a la buena amistad y el ánimo; charlar de toros y flamenco o de lo que venga bien, y de camino si cae algún cantecito mejor que mejor.
****

 

Paco Peña, tanto en el toreo como en el cante ayunta todo su caudal y potencial expresivo. Se rompe cuando llega el tronco negro del faraón o esa deidad intangible, no tocante, imanadora de un poder misterioso y fascinador. Sin ser gitano por los cuatro costados –cuarterón o cuchichí– siente por derecho los sonidos negros. Él mismo se declara con este fandango natural de su caletre: 

No es gitano el que nace / hijo de mare gitana) / es el que siente / o el que lo lleva en la sangre / ese es gitano para siempre. 

Sudando el alma y el cuerpo a la vez. Con toda la tragirrabia que brota de una soleá desamparada que la furia de los pitones. Dos miedos, dos temores ancestrales parejos en la tragedia no escrita, siempre presentida, atemperada por el soñado toro azul o por el estado de gracia. De modo que, ambas manifestaciones populares permanecen hermanadas en la memoria de los sentimientos. Paco Peña descifra, como nadie, que tanto en el toreo como en el cante se oye la voz interior –como en el verso de Lope de Vega–, “que en el aire se aposenta”. Voces aduendadas que habitan siempre en el aire.

Fernando Quiñones exclama al ver por primera vez un retrato de Enrique el Mellizo: ¡Este tío tenía que cantar bien a la fuerza! De Paco Peña se podría decir lo mismo ante cualquier retrato suyo: “Con esa hechuras tiene que cantar y torear sin más remedio”.

Como pegado de por vida a una fisonomía predestinada, madre lo parió así… y luego, se dejó arrastrar por las fuerzas incontrolables, por la magia, por las fuerzas arcanas, por las musas morenas en tardes tumultuosas de toros o en la sobrecogida atmósfera de un cuarto de cabales, donde vuela el cante interior, lleno de jondura capaz de emborrachar sin una gota de vino.


La gente docta ven y saben ver una conjunción de similitudes estéticas tanto en el toreo como en el flamenco. Lo mismo desde sus interiores, como en aspectos o gestos más etéreos. Pero la analogía más profunda, sin duda, se concentra en el sentido afín de concebir, sentir y realizar donde se ponen de manifiesto motivaciones anímicas muy comunes. Aclara Pepe Marchena: “Cantaores y toreros venimos a ser como de una misma familia, son muchos toreros que saben cantar y raro será el cantaor a quien no le guste los toros”.

Echando un vistazo al diccionario flamenco, se consigna una amplia lista de toreros que cantan con elevada temperatura. Como casos más recientes: Pepe Luis Vázquez, Antonio Bienvenida, Gallito, Antoñete, Curro Romero, Andrés Vázquez, El Cordobés, José Luis Parada… Por otro lado, son muchos los artistas que han sido toreros: El Mellizo, Rebujina, Aurelio de Cádiz, Centeno, Pepe Marchena, El Príncipe Gitano, El Taranto….

Sin duda, se llega a la conclusión que en lo puramente estético o ambiental, las suertes del toreo semejan los palos del flamenco, que viajan desde lo dramático a lo liviano. Una media verónica de Juan Belmonte puede evocar una soleá de Triana, de la misma manera que “el cartucho de pescao” de Pepe Luis Vázquez, unas alegría de Cádiz.

“Peña del Peña”

Los olés acompañan lo mismo al toreo que al cante. No se olvide.

Tanto en el cante como en el baile prima el oficio, estética, sentimiento, personalidad, inspiración, emoción y arrebato. Lo mismo que en el arte de torear. Si hay grandeza, tanto en el toreo como en el cante, tiene que tener compás o en una suerte de euritmia, es decir, en una buena disposición y correspondencia de las diversas partes de una obra de arte. Estas dos manifestaciones populares, por antonomasia, se mueven en la misma esfera del arte efímero, una vez interpretado ya no hay marcha atrás, ni posibilidad de corrección. Lo hecho, hecho está.

También en el toreo, como en el cante hay intérpretes más cortos y más largos, con mayor o menos repertorio. En la mayor o menor hondura está el busilis, todo depende de “la razón incorpórea” – en la mágica apreciación de Antonio Mairena–, del ejecutante de la seguiriya o la verónica, a veces un cante aflamencado, da sarpullido por dentro, que un adorno en el toreo puede emocionar lo mismo.

En definitiva, tanto en el toreo como en el flamenco, en todas sus variantes, es una suerte de intercambios estéticos y emocionales nimbados por el duende o las fuerzas inexplicables, que llegan cuando llegan, porque son un poder y no un obrar.

Hora es llegada de brindar por la Peña del Peña, con apresto torero y cantaor, para que se alargue en la memoria colectiva de Écija y sus conjuntos y, siempre con los vientos más profundos que soplan lo mismo en el círculo mágico de una plaza de toros que, en el quejío más solitario. Va por usted maestro, Paco Peña.




Paco Peña, los matadores de toros Alfonso Bermudo y Joaquín Díaz "Cuqui de Utrera", y Fernando Atenciano

 
Jesús Cuesta Arana en el centro con gorra



Parrampin Paco Peña y Coro Juvenil de la Hdad de la Sangre


 Paco Peña al cante
 Fernando Atenciano y Guillermo "El Ecijano"
 El Quijote por bulerías
 Fernando Atenciano, presidente de la 
Peña Curro Romero de Écija, y Quito

3 comentarios:

  1. OLEEEEEEEEEEEEEE!

    Bisturí.

    ResponderEliminar
  2. Palmas y palmas¡¡¡¡ para estas acompasadas palabras del artista escultor, pintor y escritor, Jesús Cuesta Arana.

    ResponderEliminar
  3. Alfonso Bermudo, gran monstruo del toreo ...

    ResponderEliminar