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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 2 de abril de 2019

Del asqueroso debate sobre Luca Zidane / por Juan Manuel Rodríguez



 La mentira, la difamación, el debate falsario, la manipulación atacan de raíz la esencia del periodismo.

Del asqueroso debate sobre Luca Zidane

Ayer, el periodista de El País que el mismo día que Zinedine Zidane fue presentado como entrenador del Real Madrid publicó una información afirmando que el técnico francés diría que "no" al ofrecimiento de dirigir al Real Madrid, metedura de pata que originó una contundente respuesta de su propio periódico a la semana siguiente, publicó el siguiente tuit haciendo referencia a otra desinformación suya en la que aseguraba que si Zinedine Zidane aceptó el reto del banquillo en 2016 fue sólo porque su mujer le pidió que echara una mano al primogénito, Enzo; y, con muy mala baba, añadía: "Ahora llega el turno de darle un empujoncito a Luca". Así que, según este desinformador, la trayectoria como entrenador de Zidane, que sólo ha ganado tres Champions en dos años y medio, no viene marcada tanto por su interés por entrenar, ni siquiera por su propio interés de protección a sus hijos, no; si Zidane está entrenando al Real Madrid es porque su mujer, que es la que lleva los pantalones en casa, se lo sugirió; de modo que en primer lugar acudió al rescate de Enzo y, ya de paso, ganó tres Copas de Europa, dos Mundiales y una Liga, y ahora acude al rescate de Luca, y si además puede ganar algo con el Real Madrid... pues intentará ganarlo, aunque siempre todo supeditado al interés familiar por mandato de Veronique. Esto, y no decir que tú eres del Madrid, del Atleti o del Barça, es lo que denigra la profesión periodística.

 La mentira, la difamación, el debate falsario, la manipulación atacan de raíz la esencia del periodismo.

Ya no hablo de buenos o malos periodistas, no, sino de buenas o malas personas. Porque uno tiene que estar sobrepasado por el odio, a uno le tiene que haber hecho mucho daño el Real Madrid y, en esta última etapa, en concreto Zidane, para sugerir siquiera que el entrenador va a colocar a su hijo por parentesco y no por méritos propios o por beneficio general. Zidane explicó desde el primer día que quiere darle oportunidades a todos y, ayer en concreto, razonó la presencia de Luca. El modus operandi de Zidane no ha cambiado, de hecho cuando, en su anterior etapa, Keylor venía de jugar partidos internacionales, descansaba y jugaba el segundo portero, que era Kiko Casilla; supongo que, de haber estado bien, ahora habría jugado Courtois, pero resulta que Courtois está lesionado de modo que, en esa situación, el segundo portero del Real Madrid es... el hijo de Zidane. Tampoco jugaron Modric o Kroos, aunque es cierto que a ellos no les sustituyó ninguno de los hijos de Zinedine Zidane.

Afortunadamente, gracias a Dios, este nauseabundo debate no afectará en absoluto al entrenador del Real Madrid, que simplemente no lee la prensa ni escucha la radio ni ve la televisión. Porque el debate no busca una conclusión ni, por supuesto, la verdad; el debate busca emponzoñar, ensuciar, manchar, enturbiar... Vamos, periodismo deportivo de altura. El maestro de periodistas Antonio Oliver recordaba ayer vía Twitter que a Johan Cruyff le pasó algo similar con su hijo Jordi, al que alineó en una final de Copa, que por cierto perdió el Barça, recién salido de una lesión y dejando en casa a Iván de la Peña, que la estaba rompiendo. A Cruyff, claro, nadie le discutió porque Cruyff (y ahora que ha dicho el Papa en La Sexta que se puede decir sin faltar al respeto) era dios en Barcelona porque ganó una Copa de Europa en ocho años en el banquillo culé; pero Zidane no, Zinedine Zidane, que sólo ha ganado tres Copas de Europa en dos años y medio, pone a Luca porque es su hijo y porque se lo sugirió su mujer, que es la madre del portero. Y todo esto después de una victoria del Real Madrid, sufrida pero victoria, y sin que Luca tuviera culpa alguna en ninguno de los dos goles del Huesca. Un asco.

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