Pablo Iglesias ha cometido delitos cuya sola sombra de sospecha hubiera llevado a cualquier otro a la picota de los telediarios, a la destitución fulminante, a una condena espartana y a los lazaretos sociales que solo se abandonan con una esquela y una necrológica. A cualquier otro y en cualquier otro país. No a él ni en España, donde la delincuencia política de la izquierda se paga (poco) en las urnas y no en los tribunales, siendo sus bandoleros redimidos siempre en los plebiscitos populares por una chusma electoral fanatizada en el odio de unas trágalas revolucionarias dictadas desde el lujo burgués en el que se solazan sus dirigentes.
Para esa chusma que les da jabón en las urnas, el delincuente político siempre lleva traje de raya diplomática, camisa de gemelos y zapatos ingleses. Siempre es de derechas.
Y esa identificación del aliño indumentario con la comisión del delito, que es un impulso emocional nacido del rencor de clase, es la que les lleva a la negación de la evidencia de la rapiña y el latrocinio, o de cualesquiera otros delitos, cuando son perpetrados por los líderes de izquierdas que les llenan las orejas de consignas mientras les vacían los pucheros de sustento.
Pablo Iglesias viste como un okupa, habla como un profeta comunista que encandila a milicianas coléricas y es el vicepresidente de un gobierno que le rinde pleitesía. Todo lo demás no importa. Y el que dude de su inocencia es un fascista al que hay que aplicarle la justicia proletaria por higiene democrática.
En pocas líneas, claro como el agua, Presidente ruin a cualquier precio el tonto de la tiza le Dan 700
ResponderEliminareuros y vota donde y como sea.
La toga impoluta la muerte o hacienda reclamaran su ministerio.
Saludos