Finito pasea cuatro orejas y un rabo de una muy noble corrida de Zalduendo.
Mucho ha tardado en llegar el indulto en esta Gira de Reconstrucción de la tauromaquia. Una pena, sin embargo, que un hecho excepcional en la historia del toreo se haya devaluado hasta el punto de que ha perdido gran parte del valor que supone perdonar la vida a un toro bravo, fiero, encastado, combativo y noble.
GIRA DE RECONSTRUCCIÓN. ANTEQUERA
Indulto a la dulzura
ANTONIO LORCA
El País, 09 OCT 2020
El tercer toro de la tarde, Doctor de nombre, fue indultado después de que durante más de media hora, desde que salió de toriles hasta que volvió por donde había venido, ofreciera toda una lección de dulzura, generosidad, clase, movilidad y calidad, especialmente en una interminable faena de muleta en la que Finito trazó con la mano derecha muletazos de cartel, apropiados a la exquisita colaboración que le ofrecía su oponente.
Mucho ha tardado en llegar el indulto en esta Gira de Reconstrucción de la tauromaquia. Una pena, sin embargo, que un hecho excepcional en la historia del toreo se haya devaluado hasta el punto de que ha perdido gran parte del valor que supone perdonar la vida a un toro bravo, fiero, encastado, combativo y noble.
Doctor no era así. Un buen toro, sin duda, que embistió atropelladamente a los capotes, no peleó en varas, acudió con templanza en el segundo tercio, y repitió incansable por el lado derecho al cite de su toreador. Escarbó con frecuencia y su embestida no fue la misma por el pitón izquierdo.
ZALDUENDO/FINITO, BOLÍVAR
Cuatro toros de Zalduendo, correctos de presentación, mansos, muy nobles y con clase; el tercero fue indultado. Finito de Córdoba: estocada trasera y tendida (dos orejas); dos avisos (dos orejas y rabo simbólicos). Luis Bolívar: bajonazo y estocada (ovación); estocada _aviso_ (oreja). Plaza de Antequera (Málaga). 9 de octubre. Sexta corrida de la Gira de Reconstrucción. Mil cien espectadores.
Pero era un toro buenagente, un amigo, engendrado y criado para mayor gloria del toreo artista. De hecho, Finito no necesitó salir de su zona de confort, y lo toreó a placer, confiado, sonriente, con esa innata elegancia que lo define. Hasta catorce tandas se contaron en su haber, doce de ellas con la mano derecha, y no más que leves detalles con la zurda; sonaron dos avisos mientras el presidente debatía su decisión preso de las dudas, hasta que por fin, apareció el pañuelo naranja, y la plaza vibró ante el perdón.
Ni que decir tiene que Finito dibujó muletazos hermosos, magníficamente abrochados con los pases de pecho; no es una sorpresa que lo hizo siempre de manera ventajista, luciendo más su galanura que su heroicidad. Tampoco el toro se lo exigió, esa es la verdad.
Pinceladas, detalles y aroma desplegó por el ruedo ante su primero, otro noble animal que mereció una obra redonda que no llegó.
Finito había entrado en el cartel en sustitución de Castella que hace unos días anunció su retirada; y Bolívar lo hizo por amistad con el francés.
El primero se ha encontrado con la perita en dulce de un indulto, y el torero colombiano -que ya luce canas en su rizada cabellera- lidió por vez primera en su vida dos toros de Zalduendo, y pudo demostrar que su toreo tiene más hondura que el que hasta ahora le han permitido las corridas duras.
Se lució a la verónica en sus dos toros. Inició la faena de muleta a su primero con el cartucho de pescao y dibujó varias tantas de naturales con entrega y buen gusto. Se empeñó en alargar el trasteo, mató mal y todo se emborronó. Volvió a torear muy bien con la mano derecha al cuarto, pero casi nadie se lo tuvo en cuenta después de la borrachera del indulto. Dejó claro, no obstante, que no solo es un gladiador del toreo.
Y todos tan contentos con el primer indulto; porque habrá más…
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