Cristiano Ronaldo tocando el escudo del Real Madrid. | EFE |
¿Te gustaría que volviera Cristiano?", aunque a lo mejor lo que habríamos tenido que preguntar era otra cosa distinta: "¿A quién querríais, a Cristiano, a Mbappé o a Haaland?" Así, la cosa cambiaba un poco, más que nada porque Cristiano Ronaldo tiene 36 años, Mbappé tiene 22 y Erling Haaland tiene 20. O sea, y por mucho que se cuide y mucho frío que se aplique en las rodillas, CR7 es el pasado glorioso del fútbol mientras que Mbappé y Haaland son el expectante futuro.
Se me rompió el amor de Cristiano
El otro día la revista Madridista Real me pidió que les diera mi mejor once histórico del Real Madrid. Bueno, como juego no estaba mal y como tal lo acepté aunque con un club como el Madrid, por el que han pasado en los últimos 119 años algunos de los mejores futbolistas de toda la historia, fuera francamente difícil hacer sólo un once y no tres o cuatro. Algunos tenían que estar sí o sí. Tenía que estar Di Stéfano. Tenía que estar Gento. Tenía que estar Puskas. Y, de los más recientes, tenían que estar, según mi criterio, Roberto Carlos y Luka Modric. Y, parafraseando a Joaquín Sabina, igual que te digo una co te digo la o. O sea, a pesar de todo tenían que estar Casillas, que se fue regular; Ramos, que quiere irse fatal; y Cristiano, que se fue mal. El once lo completaban Marquitos y dos debilidades personales mías, Gregorio Benito y Míchel. Fuera se quedaba mi Juanito. Fuera se quedaba Ronaldo. Y Raúl también. Fuera se quedaban un montón de futbolistas brillantísimos que habrían merecido estar ahí.
No elegí a Casillas, a Ramos y a Cristiano por su comportamiento fuera del campo sino dentro de él. En Madridista Real no me estaban pidiendo mi mejor once histórico de futbolistas caballerosos o educados, de lo contrario habría entrado fray Papilla, sino el once de los mejores en su puesto. Dentro, Iker ha sido el mejor portero del Real Madrid que yo he visto, y he visto algunos; dentro, Ramos ha sido y es uno de los mejores defensas centrales que recuerdo; dentro, Cristiano, que es el máximo goleador histórico, ha sido y sigue siendo ahora en la Juventus un futbolista comprometido y ejemplar, el deportista perfecto, ambicioso y tenaz. Llegó un momento concreto de sus respectivas carreras en que se olvidaron del "nosotros" y sólo se preocuparon por el "yo", pero mientras pensaron más en el equipo que en ellos mismos fueron indiscutiblemente los mejores. Aunque Cristiano se fuera muy mal, y no por culpa del club blanco precisamente sino porque, como le pasó probablemente a Iker y le está sucediendo ahora a Sergio, CR7 cometió la increíble temeridad de creerse más importante que el Real Madrid, por encima.
El primero que habló de la posibilidad del regreso de Cristiano fue Josep Pedrerol en El Chiringuito. O, por mejor decir, lo que Pedrerol dijo exactamente es que Jorge Mendes había hablado con alguien del Real Madrid sondeándole acerca de esa posibilidad, que sigue siendo remota. Inmediatamente se lanzó una pregunta en el programa, "¿Te gustaría que volviera Cristiano?", aunque a lo mejor lo que habríamos tenido que preguntar era otra cosa distinta: "¿A quién querríais, a Cristiano, a Mbappé o a Haaland?" Así, la cosa cambiaba un poco, más que nada porque Cristiano Ronaldo tiene 36 años, Mbappé tiene 22 y Erling Haaland tiene 20. O sea, y por mucho que se cuide y mucho frío que se aplique en las rodillas, CR7 es el pasado glorioso del fútbol mientras que Mbappé y Haaland son el expectante futuro. El otro día Ramos citaba a don Santiago Bernabéu con aquello de "no hay futbolistas jóvenes y viejos sino buenos y malos", pero sí hay futbolistas viejos, claro que los hay. Cristiano es muy bueno pero tiene 36 años, Ramos es buenísimo pero los próximos que cumpla serán los 35. Ya hemos visto sus mejores partidos.
Al asunto deportivo se suma, en el caso de Cristiano, el modo que tuvo de irse. Porque fue Cristiano quien quiso irse. Cristiano quiso irse, lo planteó al inicio de la temporada, ese asunto planeó durante todo el año como ahora está pasando con la renovación de Ramos y, atado de pies y manos, Florentino Pérez no quiso retenerlo en contra de su voluntad y de la necesidad hizo virtud, en concreto una de 100 millones de euros. Fue Cristiano quien rompió el acuerdo. Fue Cristiano quien vino con la oferta. Fue Cristiano quien eligió Italia por la fiscalidad y porque así completaba el círculo de la Premier, la Liga y el Calcio. Fue Cristiano quien se empeñó en irse porque, en el fondo, quería demostrarle al mundo que él era más importante que el Madrid. Este mediodía me preguntaba Juan Pablo Polvorinos si yo estaba por la labor, si a mí me gustaría que volviera Cristiano. Y no, no me gustaría. No me gustaría porque el Real Madrid no es segundo plato de nadie y porque, por mucho que se empeñe Manolo García, ese tiempo perdido es irrecuperable. Se nos rompió el amor. O al menos a mí se me rompió
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