Rocío Ruiz, de Ciudadanos –partido que inicialmente sumó miles de votos taurinos desde que su líder Albert Rivera se aprovechase de la Fiesta e incluso permitió ser sacado en hombros de la Monumental de Barcelona para renegar después de la Tauromaquia-, en otra medida propia de las dictaduras bolcheviques, no hace más que mandar a las colas del hambre a estos profesionales que eligieron libremente el arte que quería ejercer, el que ha dado dignidad a su vida y a la de sus familias. El que le hizo ser libres y no depender de nadie, hasta que esta medida –propio de una analfabeta social- los deja ante un futuro lleno de inseguridad e interrogantes.
A lo largo de mi profesión he conocido a muchos ‘enanitos toreros’, he realizado reportajes a sus espectáculos e incluso tengo buen trato con alguno de ellos, con quienes me solidarizo. Uno de ellos es Pepín Burgos, uno de los más grandes enanos toreros que, ya jubilado, reside es Astorga junto a su familia, a la misma que sacó adelante con grandeza gracias a esa profesión artística que le hizo ser tan feliz, recorrer todo el mundo repartiendo risas e ilusión, a la vez que tantos niños se hacían aficionados. Ahora, a todos aquellos hombres les quieren quitar el pan que legítimamente y con tanta honradez han ganado, por culpa de unos políticos de esos tan habituales en este país, donde tantas veces engañan a la ciudadanía en las elecciones y una vez alcanzado el objetivo, muchos de ellos se dedican a destruir, de los que tantos ejemplos vemos cada día. Como el de Rocío Ruiz, quien utiliza la política para medrar contra el sentimiento de un colectivo, mandar al hambre a tantas familias y cercenar la cultura taurina.
Recuerdo hace unos años una tarde de tentadero en la ganadería de Sayalero, por tierras charras de Sancti Spíritus, al que acudían Juan Mora y Uceda Leal. Poco después de comenzar llega Avelino de la Fuente, el antiguo torero leonés y hoy empresario, que venía acompañado de Pepín Burgos. Ese día, al finalizar la tienta, Juan Mora al descubrir la diminuta silueta de Pepín, la felicidad alumbró su cara para salir a su encuentro y darle uno de los abrazos más sinceros que ha visto en mi larga vida de aficionado. Era un abrazo, ante todo de un maestro del toreo a otro maestro del espectáculo de los ‘enanitos’ -de que muchas veces formó parte Juan Mora-, como símbolo de respeto y por tantas vivencias compartidas. Y es que para cualquiera de los millones de aficionados, de los miles de profesionales, un ‘enanito torero’ ante todo goza del mayor de los respetos y consideración. Esos respetos y consideración que le ha quitado Rocío Ruiz desde la ignorancia para cercenar la cultura de un pueblo que ya está harto de ver a tanta escoria al frente de las poltronas.
Y si escoria es la andaluza, como si fuera un pique en este particular ‘mano a mano’ para podar el árbol de la Fiesta, llega la alcaldesa de Gijón Ana González y, con la actitud propia de una dictadura para decidir, en un pulso de autoritarismo y falta de moral, cerrar la preciosa plaza del Bibio y no volver a celebrar más ferias, al menos mientras dure su mandato. Y lo hace una persona adscrita al PSOE, el partido que hace cuatro décadas democratizó España y sus líderes destacaron, además, como magníficos aficionados que defendieron la Fiesta con la categoría que merecía como un símbolo de España. Hoy, el PSOE, en manos del siniestro Pedro Sánchez, da palos de ciegos en su juego de seguir en el poder a cualquier precio y vendiendo su alma al diablo, destrozado por ese líder que ha hecho de la mentira su razón de ser. Y encima desde la bandera de un feminismo que no ha hecho más que crear divisiones lejos de la necesaria y justa igualdad. Ese feminismo que humilla a quien no siga sus directrices y ha sido capaz de destrozar hasta la Cultura y el sentimiento de un pueblo -el lenguaje inclusivo es el mayor atentado que ha vivido nuestra Lengua-. Ya mujer hay que respetarla igual que se respeta a un hombre.
Ahora, Ana González, en su amargura y lejos de exhibir la bandera de la libertad priva a un pueblo de su fiesta taurina que tanta recursos deja en la hostelería y comercio gijonés durante su feria por esta negligente acción que debe servir para que el pueblo piense bien en qué manos está. Más pronto que tarde España recuperará los vientos de libertad y ese día volverán a brillar los espectáculos de los ‘enanitos toreros’ y la bellísima ciudad de Gijón recuperará esos días de la Virgen de Begoña y la ciudad volverá a mostrar sus sus mejores galas en esas fiesta que siempre tienen tanto sabor taurino. Pero para ello es imprescindible que los taurinos defiendan esta Fiesta en vez de preocuparse del triunfalismo vigente que no hace más que acabar la tumba de la Fiesta. Porque si vuelve la emoción del toro bravo jamás se deben temer a esos políticos que viven para hacer el mal.
Y la emoción del toro bravo es la mejor alianza para luchar contra esos ‘mano a mano’ de políticos que atentan contra la grandeza de la Tauromaquia, que un símbolo de España y fuente de inspiración de todas las artes. Este mano a mano que ha convulsionado los cimientos de la Fiesta poco después del ferragosto, cuando España entera es una plaza de toros.
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