Como digo, mientras todo eso ocurre, decenas de pueblos esparcidos por toda la geografía nacional en lo que a regiones taurinas se refiere, nos muestran la grandeza del toro en todo su esplendor. Son ya muchas las corridas que hemos presenciado por televisión en los citados pueblos y, si de emoción se trata, la misma la llevamos prendida en las entrañas. Están ocurriendo cosas “gracias a la pandemia” que no podíamos sospechar que ocurrieran jamás.
Ahora resulta que, los llamados toros auténticos en sus distintas ramas, son lidiados en pueblos, algunos con apenas dos mil habitantes y, por las razones que fuere, sus empresarios lo sabrán, contratan a Miura, Pablo Romero, Victorino, Adolfo Martín, y demás reatas de dicha estirpe puesto que, las divisas citadas no las vemos en ninguna feria de España; claro, si por allí anidan las figuras todos sabemos de la orfandad del toro en dichas plazas. Los toros auténticos y los toreros mediáticos, todos están reñidos los unos con los otros.
Lo contado ya lo hemos palpado y disfrutado en muchas plazas a lo largo de la temporada y, por lo que se anuncia, esa dicha se nos prolongará hasta finales de temporada. Por si todavía faltaba algún que otro plato fuerte, la FTL y El Centro de Estudios Taurinos de la Comunidad de Madrid, han programado nueve corridas de toros para toreros sin relumbrón y con auténticos toros, todo ello en la comunidad de Madrid, eventos que tendrán lugar todos los fines de semana desde 21 de agosto hasta el 23 de octubre en la que participarán los que queden como finalistas de la citada “Copa Chenel”, todo un lujo el que se nos viene encima.
No me gusta la nomenclatura “Copa Chenel” porque tiene aires futboleros pero, la idea, como tal, es genial. Podían haber bautizado el evento como “Verdad Chenel” “Torería Chenel” y hubiera sido más emotivo porque si de verdades y torería hablamos, al respecto, don Antonio Chenel era un maestro tanto en la calle como en los ruedos.
Sin lugar a dudas, esta “Copa Chenel” comentada es el acto de mayor justicia que pudiera darse en el mundo de los toros pero, como es natural y lógico, no la organizan los empresarios ni participan las figuras puesto que, de hacerlo sería una distorsión para todos porque, por nada del mundo podrían lidiarse todos los toros que se han anunciado que, en realidad, son la admiración para cualquier aficionado.
Como fuere, démosle gracias a Dios y a los pueblos, los de Madrid en que celebrará la citada “Copa Chenel” y la del resto de los pueblos de toda la geografía patria en que, insisto, allí disfrutaremos del toro con todo su esplendor. Insisto en que todos los celebraremos porque barrunto que estos festejos serán todos televisados, no queda otra opción que, en honor a la verdad, a los amantes del toro nos viene como anillo al dedo.
¿Podía alguien pensar que la grandeza y autenticidad del toro la tendríamos que ver en los pueblos de España y apartados de las figuras? Quizás muchos lo habíamos pensado y, a su vez, acertado, sencillamente porque aunar en un mismo espectáculo al toro con Mayúsculas y al torero de ferias, eso es una quimera inalcanzable hasta el punto de que, como sabemos, Morante intentó la machada días pasados, fracasó con estrépito, destrozaron los pitones de los toros de Prieto de la Cal, los asesinaron en varas y, ¿qué más había que hacer para consumar el fracaso? Eso sí, Morante, como un niño chico ha dicho que no lo volverá hacer; ni nosotros se lo permitiremos porque ese ridículo debe hacerlo frente a los toritos moribundos porque el toro con problemas le dejó con el culo al aire.
Por cierto, como quiera que estemos ponderando al toro en todo su esplendor, menudo chasco nos llevamos ayer con los toros de La Quinta en Gijón. Los temibles Santa Coloma, parecían de Juan Pedro con la actitud borreguil que lucieron. Nuestro gozo en un pozo. Zúñiga quiso estrellar a tres toreros con dichos toros y, mira tú por donde, salvo el primero que salió muerto de chiqueros, el resto fueron de mazapán. Los bombones de Estepa al lado de estos toros saben amargos. Como era natural y lógico, Finito bordó el toreo en su segundo y al fallar de forma estrepitosa con la espada salió de vacío. Álvaro Lorenzo y Ginés marín se dieron una “jartá” de pegar pases que nada tiene que ver con torear y, salieron triunfadores, no podía ser de otro modo. Fíjense como eran los toros que, los Santa Coloma, otro temidos por todos, apenas recibieron un picotazo en varas y, a partir de aquel momento, ni el menor atisbo de peligro, ni de casta ni nada que se pueda equiparar con un toro bravo. Si eso es lo que quería Álvaro Martínez Conradi, lo ha logrado por completo.
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