Puesto en esta tesitura y tras dejar colgada a la selección holandesa justo antes de la Eurocopa para aceptar el reto de dirigir al peor Barça de los últimos veinte años, tras el ninguneo contínuo, la bajada de sueldo debido a la pandemia, el adiós de Messi y de Griezmann y el marrón que tuvo que comerse con Luis Suárez porque el otro presidente no se atrevió a decirle al uruguayo a la cara que prescindían de él porque a alguien se le ocurrió que era una mala influencia para Lionel, intuyo que Ronald no perdonará ni un céntimo de euro de la indemnización que le corresponde y que, liberados ya de estas cadenas, los Koeman vivirán felices, comerán perdices y alguna de estas noches descorcharán una o dos botellas de Moet & Chandon Rosé Imperial. El elegido para ocupar el puesto de Koeman es, como era previsible, el pluscuamperfecto Hernández. Y, para no quemarlo antes de tiempo, el Barça se ha inventado que aún hay que negociar con el Al Saad catarí y que como alguien tiene que sentarse en el banquillo en Liga el sábado y en Champions el miércoles, esta oblea se la va a tener que merendar Sergi Barjuán, un hombre de la casa. Sí, sí, un hombre de la casa porque, al parecer y si nos atenemos al trato que ha recibido, Koeman, que marcó el gol que significó que el club conquistara su primera Copa de Europa, era un espía doble, un infiltrado del Real Madrid. Entre tanto llega Hernández, el Congreso y Su Majestad ya pueden ponerse las pilas lo más rápidamente posible para que el nuevo entrenador del Barcelona se encuentre aquí tan cómodo como se ha encontrado durante todo este tiempo en el Oriente Medio. Sí porque Hernández ha sido muy crítico con la democracia española, a la que ha acusado de encarcelar a personas por sus ideas políticas, mientras que, al mismo tiempo, ha alabado el régimen de Qatar, que para él debe ser un ejemplo de respeto a los derechos humanos.
El otro día decía que, al traerlo, Bartomeu buscaba en Koeman un mito, el cromo del maravilloso defensa central que marcó aquel golazo ante la Sampdoria que supuso la primera Copa de Europa para el Barça. Laporta busca con Hernández exactamente lo mismo, no está fichando a un entrenador de prestigio porque no tiene ninguno sino que está contratando (si es que al final se cierra el acuerdo) a uno de los jugadores que formó parte del mejor Barça de la historia. Ojo porque Laporta, que no quería a Koeman porque lo puso ahí Bartomeu, al final va a tener que tragarse el sapo de Hernández, que iba en la candidatura de Victor Font. El pasado 1 de febrero, y durante una entrevista que le hicieron en el programa El Mon de RAC 1, Joan Laporta dijo lo siguiente sobre él: "Necesita más rodaje antes de asumir las riendas del primer equipo. La situación actual requiere experiencia". Ahora Hernández, que tiene 8 meses más de rodaje y 240 días más de experiencia, sí es el hombre adecuado. Laporta recurre al pluscuamperfecto porque no le queda más remedio, porque se teme que el próximo al que van a pasar por la quilla va a ser él y porque busca otro Guardiola. En 2008 le salió bien aunque hubo un momento en el que todo el mundo pensó que Guardiola saltaba por los aires, veremos qué pasa en 2021. Y por penúltimo: anoche, en El Chiringuito, Jota Jordi dijo que algunos futbolistas del Barça ya habían hablado con Hernández. O sea, mientras escribían un tuit lacrimógeno despidiéndose del anterior empezaban a hacerle la pelota al posterior. Cuando los dirigentes pusieron todos los huevos en el cesto de la plantilla cometieron un error de consecuencias incalculables. Los jugadores siempre tienen que estar por debajo del club y si no se lo haces ver a diario estás muerto. ¿Quién llamó a Hernández? ¿Depay, que acaba de llegar? ¿De Jong, que no le conoce? ¿Gavi, que intercambiaba sus cromos en el cole? ¿Quién? Os lo digo yo: los primeros en llamar a Qatar han sido justamente los primeros en publicar tuits de apoyo a Koeman. Esos son. Los del Mundial de globos.
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