Y si diferente ha sido la temporada, por aquello de la pandemia, las restricciones y el resurgir de su celebración, también diferente ha sido la temporada que ha echado el torero sevillano.
Morante de la Puebla ha quedado al frente de la clasificación por número de festejos toreados, 49. Una cifra pequeña comparada con las que se daban antes de la pandemia y mucho más que en aquellas, no lejanas en el tiempo, cuando se superaban los cien festejos.
49 es un número muy estimable en las condiciones que se han dado en este 2021. Además, superando a un tal Roca Rey, la figura del momento, en más de un 30% de las actuadas por el peruano, 37. Media docena más de toreros, con nombres como Manzanares o El Juli, han sumado más de una treintena. De ahí para abajo, el resto de los espadas.
La cosecha de trofeos, orejas, supera al número de festejos, 51, lo que también resulta excepcional en la carrera del de La Puebla. Los ruedos pisados no han eludido las plazas de primera, por lo que los triunfos no se han circunscrito a las plazas menos importantes.
Morante ha hecho un esfuerzo en cada tarde para superar las distintas dificultades de sus oponentes, derrochando esas ganas que tantas veces se le echaban de menos, propiciándole más pitos que aplausos. A eso le ha dado la vuelta por completo. Se puede decir que el Morante tras pandémico es mucho más comprometido consigo mismo y los aficionados.
Todos sabemos que es diferente también a la hora de expresar su toreo, aunque haya gustos para todo, Morante nunca se ha parecido a nadie, su interpretación camina por líneas diferentes al resto de las figuras. A esa diferencia se le ha sumado la diferencia de su actitud, de su compromiso, lo que ha dado lugar a fogonazos deslumbrantes en sus tardes más inspiradas.
Pero ha habido algo más. Hasta para ser figura, para ser líder del escalafón ha escogido también un camino diferente. Ajeno al proceder de las figuras de siempre, al menos las más recientes y correspondientes con su época, ha hecho un hueco en su agenda para dar cabida a encastes diferentes a los Domecq ‘de toda la vida del figurinismo’, lo que también le ha diferenciado.
Ahí ha marcado un hito que dudamos que otros se atrevan a imitar. Un gesto que por natural debería ser exigido a quienes quieren enarbolar la bandera de llamarse figura, lo ha asumido el de La Puebla en su recorrido por las plazas hispanas.
Es por todo ello, no solo por ganar en número de festejos o por el cambio radical de actitud y compromiso en cada tarde, ni por sus momentos de toreo más bello, lo es por haber dado la dimensión de figura, sí, pero diferente en cuanto a abrir el abanico de los encastes a torear. Solo por eso, hemos de reconocérselo y agradecérselo.
Morante, una figura, sí, pero muy diferente. Que cunda el ejemplo.
Foto: Las-ventas.com
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