Lo de Morante es de libro. Vamos que, cualquiera que no haya visto la corrida y haya leído la reseña y vea lo de las tres orejas y un toro de vuelta al ruedo, puede quedar satisfecho. Ahora bien, visto lo que ha sucedido, lo de las orejas me parece una dádiva estúpida y no digo ya lo de la vuelta al ruedo al segundo de Morante del hierro de Sancho Dávila. Morante ha puesto voluntad, intentos de su torería al más alto nivel pero, sin el toro queda como un caricato de sí mismo. Su primero era estúpido, sin nada que se le parezca a un toro bravo y, tras un trasteo voluntarioso tras la estocada le han dado una oreja.
El público jienense es santo hasta el límite de los altares. Su segundo, de Sancho Dávila, tenía más proyección de toro porque iba, venía, repetía, pero todo sin la menor codicia. Morante ha estado en profesional acorde con el burro que tenía enfrente. La voluntad de Morante es un hecho consumado pero el de hoy nada tenía que ver con el Morante que vimos en Madrid hace unos días, ante el cual nos descubrimos. Mató al toro de un estoconazo y el presidente, antes de que nadie dijera nada sacó los dos pañuelos y no contento con ello, el azul para darle la vuelta al ruedo. Si queríamos ver miserias por doquier, eso ha sucedido hoy en Jaén.
Emilio de Justo, al igual que sus compañeros ha pechado con un lote infame; peligro no tenían ninguna pero, amigos, un toro sin casta, sin fuerza, sin bravura y sin nada que se le parezca a un toro es algo muy aburrido y, el esfuerzo de Emilio no ha servido para nada porque, al igual que Morante, se ha ridiculizado a sí mismo con semejantes enemigos. Pensábamos que su segundo podía dar más juego y, todo lo contrario, embestía con la cara a media altura, sin el menor atisbo de emoción y, para colmo, era abanto hasta la locura. De Justo ha matado a sus enemigos y ha sido ovacionado.
Otro tanto de lo mismo le ha pasado a Juan Ortega que, el hombre, quería ofrecer su mejor repertorio, que lo tiene, pero ante animales como los que ha tenido enfrente, ridículo al canto. Si su carrera hubiera dependido del festejo de hoy, con toda seguridad que no firmaba un contrato más y, no digo que él sea el culpable porque no ha tenido materia prima pero, es vergonzante que se lidian este tipo de toros que, en el mejor de los casos podían haber tenido su tinte de alimañas, pero eran burros con cuernos. Otra vez será, hermano.
Sigo creyendo que le han metido a Alberto García un gol por la escuadra sin que se diera cuenta porque, el que haya elegido los toros es un inepto, sencillamente porque su presencia no invitaba a nada y mucho menos a que tuvieran el menor atisbo de bravura. Para colmo, como dije, el presidente ha enloquecido por completo al devolver un toro sin que nadie se lo pidiera y, para más inri, sin que tuviera defecto alguno, salvo la pequeñez y el bochorno que dicho toro ha producido en el ruedo. Insisto que, el numerito de las orejas a Morante me ha parecido una broma de mal gusto y, lo de la vuelta al ruedo al toro de Sancho Dávila, una estupidez monumental que solo podía llevarla a cabo un descerebrado. Reitero, las intenciones de Alberto García era buenas, la prueba es que dicho cartel ha congregado una entrada que hacía años que no sucedía pero, todo parecía indicar que querían echarle excrementos al empresario para que no se envilezca con todas éxitos obtenidos.
Atentos los taurinos porque justamente, corridas como la de hoy son las que propician que la gente no vaya a los toros puesto que, el cartel era de tronío pero, los toros una auténtica porquería que han arruinado la tarde. ¿Se imaginan a tres chavales que todo hubiera dependido de esta tarde en el devenir de sus carreras? Como dije de Juan Ortega, no firmaban ni un solo contrato.
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