la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 20 de septiembre de 2014

Feria de San Mateo en Logroño: Discutida oreja para Morante en tarde que pudo ser y no fue.



El mano a mano entre Morante de la Puebla y Miguel Ángel Perera resultó en gran parte decepcionante por el pobre juego del ganado de “El Vellosino” que solamente echó un buen toro: el de éxito del de La Puebla del Río que anduvo inspirado y crecido una vez acoplarse aunque se tiró a los bajos al matar. La corrida quedó muy tocada por la falta de fuerza y de casta de unas reses que en absoluto fueron las que Perera necesita para que su poderío tenga verdadero sentido. No obstante, el extremeño anduvo por encima de lo que le echaron y perdió salir a hombros por fallar a espadas tras realizar unas faenas excesivamente largas que dejaron a sus toros sin resuello.



Logroño. Plaza de la Ribera. Viernes 19 de septiembre de 2014. Tarde nublada y agradable en plaza cubierta con de entrada.

Siete toros de El Vellosino incluido el sobrero que reemplazó al tercero, devuelto por muy cojo. Bien presentados sin pasarse y de juego desigual. Noble y encastadito aunque a menos en brío y rajado finalmente el primero. El segundo hizo buen papel en los primeros tercios pero se rompió una mano a poco de empezar la faena, quedando inédito. El sobrero que hizo tercero resultó muy deslucido por no parar de defenderse. Manejable el cuarto. Muy noble el quinto. Manejable sin clase el sexto.

Morante de la Puebla (rioja y oro): Pinchazo, metisaca, estocada y descabello, aviso y ovación. Tres feos pinchazos. Media caída muy tendida, bronca. Bajonazo, aviso y oreja.
Miguel Ángel Perera (prusia y oro): Descabello a modo de puntillazo, silencio. Pinchazo y buena estocada, aviso y gran ovación tras petición insuficiente. Estocada y descabello, petición insuficiente y gran ovación.

Éste mano a mano se me hacía como mezclar el agua y el ácido sulfúrico. Y ya se sabe que, cuando el ácido se adiciona al agua lentamente, se eleva la temperatura de la solución. Pero en sentido inverso, la mezcla reacciona violentamente. Con esta doble expectativa acudimos a la plaza junto al rio Ebro, sita en una preciosa ribera que da lugar a toda clase de atractivas similitudes.

Poner frente a frente a dos toreros tan diametralmente distintos, tiene su aquel aunque a muchos nos parezca un dislate. El toreo divino en sus máximas esencias, enfrentado al valor más netamente humano que hayamos visto últimamente hasta grados de lo inverosímil. Si Morante de la Puebla es el “olé” por antonomasia, Miguel Ángel Perera es el “ay” más largo y hondo que hayamos gozado nunca. Pero no un “ay” de miedo, sino de seguridad total. Claro que, el “olé” de Morante no siempre es merecido desde que se convirtió en mito. Mientras que el “ay” de Perera, por buscar mitificarse sin ayudas inspirativas, es más auténtico por más seco. La sequedad elevada a la excelsitud. Morante anda inmerso en una querencia de torero regular sin poder serlo brillantemente. Y Perera, culminando la campaña más gloriosa gracias a una regularidad triunfal que hasta resulta insultante. Tanto, que no le vendría mal algún desliz que le convirtiera en más humanamente real. ¿Un ángel y el demonio? Más bien un demonio angélico en forma de agua clara y un ángel milagroso cual ácido difícil de manejar y de tratar. Llegamos a la plaza deseando que el ácido fuese el que se vertiera sobre el agua para que subiera la temperatura. Pero la falta de fuerza y de casta de los toros lo impidió en gran parte… La distinta y hasta opuesta capacidad resolutiva de la pareja fue la que convirtió el duelo en atractivo sobre el papel. Pero se quedó en el anuncio. Vamos a ver qué y cómo hicieron los dos en función de cómo salieron y se comportaron los toros de “El Vellosino” que tuvieron enfrente.

Preciosidades incompletas aunque bellísimas de Morante en su recibo de capa al primer toro, negro como lo serian los demás y más bien cómodo de cabeza. Sacó movilidad algo distraída de salida y fue alegre al caballo sin ser colocado. Le aliviaron el castigo e hincó los cuernos en la arena al salir de primer puyazo, supongo que leve porque aquí hay que darles dos. Picotazo en el segundo. Celebro esta prudente administración de Morante, tan dado a masacrar a los animales en el segundo tercio. Morante arrancó la faena sobre las rayas y por alto con donosura diestra, yendo para delante hasta los medios donde remató con el de pecho zurdo. Se notó que estaba a gusto. Buena tanda por redondos aunque aceleradillo en su dejar pasar al animal que era noble y embistió repitiendo con casta para empezar yendo luego un poco a menos en brío. La segunda ronda a derechas fue similar a la primera. El toro se puso a escarbar antes de tomar con celo la muleta por naturales de menor a mayor factura pese al desarme. La segunda ronda al natural tuvo sello angelical. Ayudado por alto y más naturales forzosamente aislados y desigualmente templados hasta que el toro se rajó y se desentendió del adorno final, quedando Morante desairado. Tardó el matador sevillano en cuadrar al morlaco y pinchó. Luego atizó un alevoso metisaca. Y por fin, una estocada entera. La gente se quedó con ganas de pedir una oreja. Y Morante de que se la dieran.


Bonito el segundo, mejor puesto de cara que el anterior y alegre en su salida. Pero de seguido distraído y suelto de los primeros capotazos de Perera. Lo fijó a la cuarta con lances a pies juntos que remató con buena media en el platillo. El animal no paró de corretear hasta que fue colocado en forma para el primer y muy leve encuentro con el caballo. Solo una media de Perera en el quite, muy blando el animal, y otro puyazo leve arrancándose alegre por su cuenta. Bien Francisco Doblado en su intervención a caballo. Y segundo quite del extremeño por muy buenas verónicas y media. Estupendo Joselito Gutiérrez en palos. Saludó una gran ovación. La faena la empezó Perera por ayudados altos. Y la siguió en redondo con la certera rotundidad a que nos tiene acostumbrados aunque, cierto picante del animal, la desmereció en cuanto al temple. Cuando Perera quiso dar el primer natural, el toro acusó la hasta ese momento imperceptible rotura de la mano izquierda y tuvo que matar. Fue difícil conseguirlo porque el toro no logró mantenerse en pie y tuvo que ser descabellado a modo de puntilla por el propio espada. Una pena.

El tercero salió cojeando ostensiblemente y fue muy protestado. Se lidió a la contra del público y a Morante apenas le dejaron intervenir en medio de una bronca monumental. Aunque la presidencia aguantó el chaparrón, acabó devolviendo el toro a los corrales. En su lugar salió un sobrero del mismo hierro. Metió la cara en las inconclusas verónicas de Morante por adolecer de falta de fuerza. A este le pegaron más en el caballo aunque sin saña en el primer puyazo y con ella en el segundo. Algo no le había gustado a Morante… Prisas banderilleras y una faena que no llegó a serlo porque el animal se defendió mucho ensuciando los frustrados intentos muleteros de Morante que, enseguida, tiró por la calle de en medio. Fue abroncado incluso antes de matar de mala manera.


Muy suelto de salida el cuarto. Embistió rebrincado al capote de Perera. Otro toro de escaso juego. Y mosqueo de la gente con razón. Apenas fue picado. Ni una gota de sangre. Qué petardo de corrida, señores. Bien Jarocho y Barbero en palos. Perera, no obstante, se llevó el toro a los medios y la verdad fue que se adueñó enseguida del animal, a la postre mejor de lo esperado gracias a que el extremeño manejó el engaño convenientemente. Soberbio con la mano derecha, dando mucha distancia en el cite de cada ronda. Y muy por encima del animal al natural. Tanto, que en sus manos, pareció hasta bueno. Lástima que se rajara antes de la cuenta. Perera tuvo que sacarlo a los medios y aunque el toro siempre quiso tablas, Miguel Ángel lo condujo al aire de sus huidas para sacarlo de nuevo hasta el platillo y allí templarse muchísimo con la derecha. Como era de esperar, Perera acabó con sus arrimones poniendo a la gente muy contenta. Arrimones de su cosecha porque en esto sí que es el mejor. Lamentablemente, pinchó antes de agarrar una buena estocada y perdió una oreja.

El quinto, más serio y cuajado que los anteriores, salió suelto. A Morante le gustaron sus nobles embestidas y después de dar un bello lance a una mano, semigenuflexo, se arrebató por muy particulares chicuelinas. Tan rápidas como barrocas y muy jaleadas por el público. Sembrado también al colocar el toro ante el caballo. Primer puyazo en forma y romaneando el animal. De nuevo preciosista Morante al colocar al toro otra vez sin que le hicieran daño alguno. Este sí que le había gustado al gran artista. Calamocheo del toro en banderillas. Y brindis de Morante en medio de un clamor. Ayudados por alto de fantasía y uno por bajo perdiendo las manos el animal. Fue una pena que el toro no tuviera más fuerza. Los redondos y los naturales de Morante, salvo alguno suelto, no pudieron ser como quiso el torero. Mejoraron los naturales de la segunda ronda, mucho, muchísimo con el torero ya acoplado por completo. Un poquito tarde, ¿no? Y lo mismo los redondos que siguieron. Todos jaleados como se jalea el mejor toreo de Morante. Con desgarro en las gargantas. Pausa larga. Bien. Ayudado y dos naturales de eterna traza que Morante pego descalzo. No debió seguir aunque alguno que otro muletazo le salió bien. La gente, no obstante, se volcó con el de La Puebla. Y el torero con la gente porque siguió con molinete, más redondos, el de pecho y más ayudados a pies juntos. Quiso desquitarse a costa de un posible fallo a espadas. Sonó un aviso y Morante se perfiló para entrar a matar. Lo consiguió de un infamante bajonazo. Unos empezaron a pitar y los más aplaudieron. Hasta se pidió la oreja con fuerza. Milagros del arte y su embrujo. Al presidente no le cupo otra que conceder el trofeo. Algunos protestaron.

Muy bella la estampa del agresivo y veleto sexto. También noble y suelto de salida. Templados los lances de Perera que terminaron en los medios sin poder ligarlos. Bravucón en varas. Cuidados en su administración. Y otra vez brillante Joselito Gutiérrez en palos. Perera pidió el cambio de tercio tras el par de Barbero pero no fue atendido por el palco. Brindó en los medios entre ovaciones. Altos a pies juntos con la derecha y de pecho con notorio temple. En redondo, el torero puso más que el remiso y distraído animal. Mucho más. Y mérito incuestionable al natural con el toro ya venido a menos y queriéndose ir. La sobredosis con la derecha también tuvimos que anotarla a la cuenta de Perera. Molinetes y a matar. Debió hacerlo antes. El toro ya estaba rajado. Esta manía de prolongar las faenas suele acabar en disgusto con la espada. Menos mal que esta vez acertó al primer envite. Pero tuvo que descabellar. Podría haber cortado dos orejas, haber salido a hombros y se le fue por lo que acabo de decir.


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