Castaño, Ortega y Aguado se reparten seis silencios. Mientras el público cargaba contra los toros protestándolos de salida y arrastre, por pocacosa, mansos y aborregados...
Bien, con 531 kilos promedio, astifinos, dos cinqueños, segundo y tercero que no fueron mejores ni más cuajados que los otros cuatro, los pilaricos desplegaron ante capotes, petos, banderillas y muletas una mansedumbre dócil, estulta e insufrible. No imponente y poderosa como los de ayer. Solo el primero “Potrillo”, mostró algo de convicción en los viajes, dando pábulo a la única faena completa de la tarde. Y en el transcurso de la cual sucedió el detalle más bello de la corrida y de la feria, El quite de Juan Ortega entre las varas de Alberto Sandoval. Tres verónicas y media, de tal dibujo, lentitud y devoción que son por lo que se recordará esta quinta de Otoño y de pronto todo el otoño. Sobre todo, la primera y la tercera tuvieron la sublimidad de lo inefable. Arte puro. Decían que Lagartijo pagaba la corrida con solo hacer el paseíllo. Pues el trianero ha superado eso con creces en ese breve pero inefable instante. Que se contenten los esteticistas.
Derecha, trinchera, derecha, trinchera y el de pecho abrieron el tercio de Damián. Cinco tandas cortas de cuatro y cinco pases. No más. Templadas, erectas, acompañadas, decorosas, y a por la estocada, delantera, ineficaz, y un atinado descabello. Ni fu ni fa. Que si se quedó corto, que si el toro se le iba con montones de pases, que si luego se hubiese parado como sus hermanos, que si la medida fue aquí virtud o defecto. No lo sabremos nunca.
Ortega ilusionó con cuatro acompasados por alto y una trinchera al segundo y prometió más con cuatro derechas, cambio de mano y natural a su exquisito son. Pero la sosería ganó la partida y las elegantes maneras quedaron sin sustento. La espada, en sitio non santo, tardó, pero mató. Al quinto le anduvo al unipase y ante la pita impaciente deshizo el entuerto con una estocada chalequera.
Paco Aguado, no lució de capa. Con la muleta tuvo el mejor momento iniciando con el tercero. Tres por alto, dos derechas, dos trincheras pictóricas y el de pecho. Pare de contar. Mató mal a su lote, pincho al uno y sin estoquear, tres descabellos y aviso. Al otro, medio fierrazo delantero y bajo. Cuando pitaban sus bregas, y coreaban oles da cachondeo, alguien se lamentó de que no hubiesen pitado también a Castaño. Bueno, allá él.
El primer público del mundo, que casi colmó Las Ventas (21.436 espectadores) anduvo de uñas, más con el encierro que con los artistas. En gran medida porque vinieron tras la ilusión estética. Pero eso no es de que compró la boleta del del arte y ya. No, eso es raro, escaso y por ende precioso. No como cuando se va a comprar hamburguesas... dame seis y listo. No.
FICHA DEL FESTEJO
Madrid, Plaza de Las ventas, sábado 7 de octubre 2023. Nubes. Casi lleno. Seis toros de El Pilar de moderadas hechuras y mansos.
Damián Castaño, silencio y silencio.
Juan Ortega, silencio y silencio.
Paco Aguado, silencio tras aviso y silencio.
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