Es cierto que, las figuras tienen que ir todos agrupados y, Morante, Manzanares y Pablo Aguado tenían que juntarse con la máxima figura de los ganaderos, Juan Pedro, sin apellido, sí señor. Tres artistas de categoría que hoy han querido ejercer de bandarras en plenitud porque, ellos sabían a lo que se enfrentaban, a los burros de Juan Pedro y, para colmo, hasta querían que esos animalitos valieran para hacer el toreo. Lo que ha ocurrido hoy en Sevilla sucede en Madrid y, las broncas hubieran sido de época pero, ya se sabe, Sevilla es indulgente con todo el mundo y, mucho más si tienes la vitola de artista.
Lo de Morante es difícil de calificar; es más, cuesta mucho de entender que, sabiendo que lo sabe, todavía se apunta al bodrio que cualquier bobo pudiera presagiar. Nadie recordará absolutamente nada de la labor de este artista que, en el día de hoy se ha burlado con saña de la gente que tanto le admira. ¿Habría algo que reseñar de Morante? Si, una puñalada a su segundo toro que ha sido de auténtico escándalo. Le seguirán esperando pero, ¿se imagina alguien a Morante frente a la casta de los toros de Santiago Domecq? Yo sí me lo imagino porque el de La Puebla tiene recursos para ello y mucho más pero, les puede más la vagancia que el esfuerzo, de ahí el petardo de clamor de este hombre que, con cara de circunstancias se ha marchado entre un silencio sepulcral cuando, insisto, al tarde tenía que haber terminado en broncas monumentales.
Manzanares tenía que haberse quedado hoy en Alicante para asistir a la romería de la Santa Faz y, su éxito hubiera sido absoluto; con haber presentado un parte médico se habría ahorrado el bochorno que hay ha supuesto su paso por Sevilla. Ha puesto voluntad, pero, por el amor de Dios, eso ya se sabe, se intuye; lo que nadie espera es que salgan burros adormilados como ha pasado en este día. Pero ellos, los lidiadores si sabían a lo que se enfrentaban. Quieran o no, se han burlado de Sevilla porque, como todo el mundo sabe, toros los hay en el campo, la prueba es lo sucedido en las corridas anteriores en las que, con toreros de menor nivel hemos visto al toro auténtico y con todo su esplendor.
Pablo Aguado ya se ha montado en el tren de las figuras y viaja con sumo placer por esa vía de la estafa. En su primero ha estado bien con capote, ha acariciado las embestidas mortecinas de su enemigo para insultar a los aficionados, pero, no pasa nada, para eso ya está considerado figura. En su segundo, como era lógico y normal, el animalito se le ha rajado de inmediato y todo ha quedado en la maldita parodia de las figuras en el noventa por ciento de las ocasiones. Un fiasco en toda regla; lo dicho, una burla rociada de la estafa que vienen siendo habitual cada vez que las figuras se enfrentan a lo que ellos entienden como un toro bravo. Hombre, nos queda el consuelo de que, si los tres bandarras de hoy han visto las corridas anteriores, se habrán dado cuenta de que sí existen toros auténticos para con los que se puede triunfar.
Corrida de expectación, corrida de decepción. Eso sí, Juan Pedro sigue siendo la gran figura de los ganaderos. Y los tres diestros, máximas figuras de la parodia y, si quieren que demuestren lo contrario, eso sí, enfrentándose al toro de verdad. Y eso sí, un consejo para los informadores de One Toro. Lo digo porque, tras la lidia del primer toro de Morante, cuatro despistados pidieron la oreja al tiempo que, el informador decía que había una gran petición de oreja mientras que, el realizador nos mostraba un primer plano con una docena de pañuelos en los tendidos. Víctor Soria debe de hablar con el realizador y, en la medida que se pueda, que no muestre esos primeros planos cuando él está alabando a Morante y la gente tiene las manos en los bolsillos. Hay que ser coherentes, amigo. No se puede hacer el ridículo de ese modo tan alarmante.
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