"...Todo se sabe y se conoce, para eludir el riesgo, algo consustancial en la técnica de la colocación al hilo del pitón y la utilización del pico de la muleta, todo en aras de imprimir el acompañamiento, más que en el mando, la salida del viaje hacia fuera sin rematar y cerrar por debajo de la pala del pitón por detrás de la cadera. Con estas premisas, como norma general de la lidia, y la falta absoluta de personalidad, y la carencia de casta de las reses nos lleva a entonar el "adiós a la fiesta", sin que el movimiento antitaurino, sea el responsable absoluto, de todos los vaivenes de una fiesta en decadencia.
Los tendidos no se pueblan y el perdido comentario de calle y tertulias taurinas entre copas, quedan como testimonio del poco interés que se siente en torno a la corrida de toros, donde el riego no existe y la muerte se sortea, aunque no haya deseo de esto último, pero que aletea con la verdad de su presencia, en este juego de vida por la gloria..."
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