Plaza de Toros de Valencia donde sentó cátedra en la presidencia de los festejos taurinos, el Comisario del Cuerpo Nacional de Policía, don Constantino González
"...se me ha muerto un amigo. Que Dios lo tenga a su lado... Y que a Nuestro Señor le gusten los toros, que en Constantino tendrá un magnifico asesor..."
Constantino González
Últimamente lo había visto muy poco pero sabía que la salud le estaba jugando una mala pasada. Se me ha muerto un amigo. Que Dios lo tenga a su lado... Y que a Nuestro Señor le gusten los toros, que en Constantino tendrá un magnifico asesor.
Se me ha muerto un amigo. Conocer a Constantino y no quererlo era difícil. Era un hombre serio y formal que de su honestidad hizo religión. En sus años de presidencia de la plaza de toros de Albacete ganó fama de hombre duro e irreductible, porque consiguió que esa plaza fuera respetada como una de las más serias de España. En su época había que ganarse de verdad los trofeos. Ese no dejarse llevar por la euforia festera propia de muchas ferias taurinas, le ganó enemistades entre los mediocres de la gente del toro, que también los hay. Pero Constantino consiguió que una oreja en Albacete fuera algo importante. En la plaza albaceteña Constantino González marcó un antes y un después.
Cuando desembarcó en Valencia, los aficionados que conocíamos su ejecutoria nos las prometíamos muy felices, pero un político ocasional que no tenía ni idea de quién y cómo era Constantino lo cesó injustamente. Durante mi periodo de dirección de Radio Nou, en el que creé un programa de toros dirigido por José Luis Benlloch, con una duración de dos horas semanales -una de ellas con teléfono abierto para los oyentes- Constantino fue tertuliano habitual, y recuerdo con añoranza aquellos picoteos en el bar de al lado una vez terminado el programa. Entonces era cuando hablábamos de toros a calzón quitado. Últimamente lo había visto muy poco pero sabía que la salud le estaba jugando una mala pasada. Termino como empecé; se me ha muerto un amigo. Que Dios lo tenga a su lado... Y que a Nuestro Señor le gusten los toros, que en Constantino tendrá un magnifico asesor.
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