Solo hubiera faltado que también que los Bailleres con Coutiño se hubieran convertido en los gestores de la plaza de la Real Maestranza de Sevilla que es lo primero que pretendieron en su desembarco.
La feria de Málaga la quedado muy coja por la ausencia de Ponce y en otras también como las de Córdoba, Badajoz y Vitoria
J.A. del Moral· 16/07/2015
En todas son socios los mexicanos Bailleres y José Cutiño. Empresario joven y hasta ahora generalmente admirado por su gran capacidad de trabajo y acreditada solvencia, del que apenas nunca hubo quejas sino todo lo contrario, mientras ahora que se ha unido a los millonarios de allende los mares, está perdiendo el inmaculado prestigio que gozaba.
Por esto, precisamente por todo esto, el anuncio de los carteles de la próxima feria de Málaga está deparando muchas críticas a cuenta de la falta de Enrique Ponce, diestro muy querido y admirado en la capital de la Costa del Sol.
No en vano, la Malagueta ha sido escenario de innumerables grandes triunfos del valenciano a lo largo de su carrera que, como todos saben, abarca ya más de cinco lustros consecutivos en la cumbre del toreo.
No pocos aficionados malagueños y de otras latitudes sehan echado las manos a la cabeza por esta ausencia que piensan es injustificable e inadmisible porque no se trata de que el ya histórico maestro deba estar presente por ser quien fue, sino porque todavía lo sigue siendo en continuas actuaciones dando pruebas fehacientes de que, cada año que pasa, está y torea mejor. Eso sin hablar de la caballerosidad y del señorío que le es propio a nivel personal. El inalcanzado e inalcanzable palmarés de Ponce y su permanencia, no permiten adivinar hasta cuándo y hasta dónde podrá llegar tu techo.
Hay quienes creen que esta penúltima falta no se hubiera producido si el actual empresario de la Malagueta, José Cutiño, no estuviera unido a la empresa mexicana de la familia Bailleres. Las ausencias del maestro esta misma temporada en las plazas de Córdoba – no se contó con é ni siquiera se llamaron para la corrida del cincuentenario del coso de Los Califas ni para la feria de la Salud pese a haber sido base de sus carteles durante toda su vida profesional -, así como en la de Badajoz y en la de Vitoria por nombrar la feria más recientemente anunciada, son por lo menos sospechosas y la causa de tantas suspicacias.
Pero concretando en el caso de Málaga, parece ser que la razón aducida para explicar la falta de Ponce es que no aceptó torear la corrida que se le ofreció – la de Victoriano del Río – y porque quería torear la de Núñez del Cuvillo, ya adjudicada a El Juli con bastante anterioridad. A Ponce le llamaron cuando la feria estaba ya prácticamente cerrada en un por lo menos irrespetuoso “estas son lentejas, si quieres las tomas y si no, las dejas”.
El mal juego que están dando este año los toros de Victoriano del Río salvo casos aislados y el bastante mejor que vienen dando los de Núñez del Cuvillo, sumada tal razón a lo mucho que sigue enredando en los despachos El Juli en su permanente empeño en mandar en todo y de imponer sus caprichos por encima de otros intereses, tanto los empresariales como los de sus compañeros, han sido los aducidos motivos digamos estrictamente profesionales del conflicto.
Aunque casi nunca puso pegas Ponce en nada, hay cosas que no se pueden admitir so pena de dejarse avasallar y de pasar por pardillo. Y este avasallamiento que acaba de suceder es una de ellos. Sobre todo cuando detrás de la mata está el tema Bailleres que tanto está pesando en las plazas y ferias que organiza su nuevo socio, José Cutiño, que es quien da la cara y no le queda más remedio que tragar con todo lo que ordene el jefe azteca, bien rodeado por los diestros que apodera con la inestimable aunque tantas veces escandalosa ayuda de su sicario sevillano, Antonio Barrera, ya archifamoso por los conflictos que arma en los sorteos y en la administración delegada de Morante de la Puebla y de Alejandro Talavante, ambos metidos de hoz y coz en esta especie de casa de los líos que, visto lo visto, ya veremos cómo termina…
Y menos mal que Simón Casas rompió a tiempo con la comandita hispano-francesa. Porque si hubiera seguido, de seguro que en las plazas que gestiona el empresario galo, Ponce también sería excluido por cualquier otra razón o excusa que se pusiera por medio. Que esas nunca faltan.
Pero ya para terminar, también empieza a cundir la hartura y la incomprensión sobre cómo puede ser posible que en las plazas de toros de propiedad pública o semipública de nuestra nación, se tolere que unos señores de México se permitan el lujo de hacer lo que se les antoje aunque perjudique los intereses de los aficionados.
Solo hubiera faltado que también se hubieran convertido en los gestores de la plaza de la Real Maestranza de Sevilla que es lo primero que pretendieron en su desembarco.
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