"...No. No puede ni debe salir gratis que los políticos abolicionistas logren que no haya toros allá donde lo consigan, como tampoco, de ninguna manera, a los que insultan gravemente y amenazan criminalmente incluso a los que de una manera u otra amamos a la Fiesta, tanto como negocio que como entretenimiento en cualquiera de sus variantes..."
Hay que unificar la defensa de la Fiesta para hacerla efectiva
- Hay que darles donde más les duela. Que son sus carteras particulares y sus presupuestos. Que les cueste ser tan canallas y tan antiespañoles.
Cada día que pasa, saltan más noticias sobre los ataques contra las corridas y los festejos taurinos. Y cada día que pasa echamos más de menos que los profesionales y los aficionados organizados, se unan de una vez para defender a la Fiesta, no con gestos ni con lamentos, sino con actuaciones legales que
cuesten dinero a los atacantes. Porque si los contrarios logran afectar negativamente a la economía del toro y del toreo – los empresarios, los ganaderos, los toreros sea cual sea su
especialidad, todos los que forman parte de esta profesión – los equipos taurinos deben hacer todo lo posible para que a los que quieren acabar con la Fiesta, no les salga gratis su turbio empeño. Somos muchísimos los perjudicados. Y no solo los más directamente relacionados con el toro y con el toreo, también con lo que las corridas y las ferias repercuten en el mundo de la hostelería, en el de los transportes, en el de los medios de comunicación y en varios más…
No. No puede ni debe salir gratis que los políticos abolicionistas logren que no haya toros allá donde lo consigan, como tampoco, de ninguna manera, a los que insultan gravemente y amenazan criminalmente incluso a los que de una manera u otra amamos a la Fiesta, tanto como negocio que como entretenimiento en cualquiera de sus variantes.
Un negocio que por todo lo ya dicho da muchos puestos de trabajo, directos e indirectos. Un negocio que, por ende, engorda las arcas del Estado como pocos o quizá como ningún espectáculo. Un espectáculo multicultural que lo es mucho más que otro cualquiera porque, además, lo llevamos en la sangre y en lo más hondo de nuestros sentimientos.
La profesión en su conjunto y cuantos se vean perjudicados deberíamos empezar a poner querellas y demandas en los tribunales pidiendo indemnizaciones cuando los políticos antitaurinos consigan prohibir las corridas en cualquier ciudad o pueblo. Que cada gremio afectado lo exija ante los jueces. Y los aficionados responder a los insultos y a los deseos que hasta sugieren seamos llevados a patíbulos para que nos maten, como más querellas y pleitos contra quienes se expresen tan miserablemente.
Los gestos, las manifestaciones más o menos numerosas carecen de efectividad. Hay que darles donde más les duela. Que son sus carteras particulares y sus presupuestos. Que les cueste ser tan canallas y tan antiespañoles.
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