El torero Julián López "El Juli". / Jesús Diges (Efe)
Observatorio taurino. La temporada sigue su curso. Se suceden ferias y festejos pero el punto de mira sigue en el acoso antitaurino. El aficionado sigue echando de menos una relación coral de los que realmente viven de este negocio
Días de furia
SEVILLA, 21/07/2015.-
¿Una fecha taurina para olvidar?
El día 13 de julio fue el lunes negro del toreo. En La Coruña se daba carpetazo a la balbuceante faceta taurina de su Coliseum -vaya cartelitos se anunciaban, por cierto- y en Pamplona se lidiaba una impresentable corrida de Garcigrande que resquebrajó la fachada mediática de este planeta incierto para dar la razón -eso es lo peor- a los más demagogos. Casual o no, la imagen de El Juli entre dos pitones desmochados no podía ser más desafortunada con la que está cayendo. Es verdad que no hay que culpar al madrileño de una circunstancia accidental pero sí se le puede afear su insistencia en lidiar una corrida que podían haber dejado para otra plaza, en otro escaparate de menor trascendencia. El veterano maestro no lo arregló precisamente al dejarse sacar a hombros en una imagen triste e inapropiada para la gran figura del toreo que es. El triunfo no fue tal y recibió la condena de toda la crítica con rara unanimidad. Salió en volandas y le dieron hasta en el cielo de la boca...
Es la guerra: la rebelión de las monteras
Ese paseo a hombros después de cabrear al personal más aficionado –ojo, no sólo los pitufos gruñones de siempre- era la peor escena que se podía pintar en medio de un paisaje con figuras en el que arrecia el ataque abolicionista espoleado por los pactos de perdedores. Y es que en cuatro años se puede hacer mucho, muchísimo daño irreparable. Afortunadamente, los toreros se han puesto manos a la obra. Después de sesudas disquisiciones llegaron a una conclusión irrefutable: la mejor manera de defender la legitimidad legal e histórica de la Tauromaquia no es levantar -e incentivar- un lobby profesional, una asesoría jurídica solvente sin estrellitas fugaces o un gabinete de comunicación sin derecho a pirañitas y trepas. No. Bastaba quitarse la montera y hacer el paseíllo pamplonica con la coleta al aire para salvar este oficio secular que empieza a recibir guantadas con y sin manos. Estábamos salvados...
Lo que se palpa en la calle
A veces hay que salir del ambiente taurino y del ámbito profesional para encontrar la realidad. Conviene pulsar lo que se habla en la calle, lo que piensa el pagano. La sensación de indefensión es absoluta. El aficionado no percibe el más mínimo movimiento en la patronal taurina ni en el olimpo de las figuras, que permanecen inmersas en el viaje de esta extraña temporada sin detenerse a ver de dónde vienen las flechas. ¿A qué esperan los gigantes de ANOET? ¿Por qué no dice ni mu el senado del toreo? La gente anda cabreada y empieza a dar tres cuartos al pregonero, sí a los agoreros ‘de la casa’ a los que hay que aguantar como a un niño pesado. Andan encantados de la vida con esta catástrofe. Mientras, el premio taurino del Ayuntamiento de Sevilla -que tenía merecidísimos nombre y apellidos concretos para su tercera edición- no está ni se le espera. Seguiremos con la montera quitada. Ay, Señor...
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