“El ritual taurino una vez realizado en directo se convierte para siempre en memoria emotiva, porque no es un arte perenne como la pintura, la escultura, la arquitectura o la escritura, que pueden permanecer siglos conmoviendo. El arte del torero se quema en el preciso instante que aparece. La faena memorable la conservamos grabada en nuestros recuerdos más hondos porque es única, y aquello no se volverá a producir jamás de igual manera.
Boadella, militante frente al catalanismo antitaurino
El actor, director teatral y dramaturgo catalán recibió esta semana el galardón que concede el Círculo Taurino Universitario Luis Mazzantini, presidido por Javier López-Galiacho. Se trata del premio de la XIII edición del Premio Nacional Universitario en Tauromaquia Joaquín Vidal.
El Círculo ha querido distinguir en el premiado su inquebrantable apoyo a la tauromaquia como escuela y forja de valores sociales, así como la defensa que siempre ha hecho en Cataluña de la fiesta. Su trayectoria, en palabras del jurado: “encarna el valor y la defensa de la libertad en la creación artística y en la manifestación pública de las ideas, que es precisamente el derecho de la persona que está en juego ante las agresiones continuas que está sufriendo la Fiesta de los toros desde la intransigencia y el sectarismo de colectivos animalistas o de ciertos partidos políticos que persiguen su abolición”.
Nacido en Barcelona el 10 de julio de 1943, Boadella, según su propia confesión, soñaba con ser torero, y hasta tenía un apodo elegido: El Rubiales. En 1961 fundó la compañía Els Joglars, a través de la cual ha desarrollado su actividad teatral tanto en su faceta de actor como en la de director y escenógrafo. Con esta compañía ha producido una treintena de obras, algunas de las cuales generaron en su momento grandes polémicas, lo que le ha supuesto procesos judiciales e incluso atentados a la compañía.
Obras como Mary d’Ous, Àlias Serrallonga, M7- Catalònia, Teledeum, Virtuosos de Fontainebleau, Yo tengo un tío en América o Daaalí han sido representadas en la mayoría de países de Europa, Estados Unidos e Hispanoamérica. Boadella ha sido también intérprete, director y guionista de diversas series de Televisión como Hablamos español, La Odisea, Ya semos europeos, o Vaya día. En su actividad cinematográfica figuró como protagonista en películas como La portentosa vida del padre Vicente, de Carlos Mira y Vida y muertes de Buenaventura Durruti anarquista, dirigida por Jean Louis Comolli. Y es autor de los libros El rapto de Talía, Memorias de un Bufón y Franco y yo.
Aficionado a los toros y defensor de los valores culturales de la tauromaquia, participó en la redacción del libro Reflexiones sobre José Tomas.
Su teatro tampoco está exento de temática taurina. De esta forma, el 5 de diciembre de 2006 se estrenó su obra Controversia del toro y el torero en la casa América de Madrid. Estuvo interpretada por Ramón Fontseré en el papel del torero y Xabi Boada, en el de toro. En la misma se refleja el contraste entre ambos personajes, que se pone de manifiesto cuando en el transcurso de la representación cada uno de ellos expone sus razones sobre la fiesta. Y lo hacen con ironía, humor y sátira, reflejando el drama del toreo y sus contradicciones. El autor asume las razones del torero, es decir, del aficionado y considera también las razones del toro. Este trabajo constituye toda una defensa de la tauromaquia desde la razón y el análisis.
En palabras del propio Boadella, quien dedica la obra en memoria del matador de toros Manolo Vázquez, se trata de una defensa de la fiesta con matices. “El debate sobre la tauromaquia ocupa un lugar destacado entre las polémicas recurrentes. Lo viene siendo desde hace siglos, no solo entre los países que practican rituales taurinos, sino en otros que lo denuncian por el supuesto maltrato animal. Sin embargo, el actual incremento proteccionista sobre los animales añade ahora mayor virulencia a la tradicional querella. A pesar de ello, la tauromaquia ha resistido durante siglos los numerosos intentos de eliminación. Ha soportado indemne todos los envites, llegando a consolidarse como un lenguaje artístico de primera magnitud, de tal forma, que hoy sigue siendo la segunda lengua común con América. Nuestras culturas se entrecruzan no solo en el idioma, sino en el arte. Un hecho que por sí solo viene a dotar de mayor alcance los vínculos que nos unen. Es precisamente esta gran familia taurina, que se extiende entre los dos continentes, la que ha consolidado la implantación de la tauromaquia. Pero su futura preservación depende en igual medida de que los aficionados no renunciemos al debate, y en vez de rechazar radicalmente las razones antitaurinas, también seamos capaces de comprender los motivos contrarios a la fiesta.”
La obra se publicó por la editorial Cátedra, dentro de su colección Letras Hispánicas junto con La cena, en una edición de Milagros Sánchez.
Y es interesante recoger las palabras que Boadella pronunció en el pregón de la feria taurina de Albacete de 2011, en las que hizo hincapié sobre el carácter efímero del toreo. “El ritual taurino una vez realizado en directo se convierte para siempre en memoria emotiva, porque no es un arte perenne como la pintura, la escultura, la arquitectura o la escritura, que pueden permanecer siglos conmoviendo. El arte del torero se quema en el preciso instante que aparece. La faena memorable la conservamos grabada en nuestros recuerdos más hondos porque es única, y aquello no se volverá a producir jamás de igual manera. Cualquier aproximación grabada o filmada será un recuerdo frío falto de aliento, una pura reproducción mecánica sin alma. Es la grandeza única de este ritual tan vivo y real pero a la vez tan efímero.” Y el tratadista José Alameda decía que: “El toreo es difícil de ver porque es un arte en movimiento, un arte en el tiempo que nunca se detiene para que lo alcances, ni deja respiro para que lo vuelvas a pensar antes de haber transcurrido.”
Albert Boadella es, en palabras de Javier Villán, “militante frente al belicoso y politizado catalanismo antitaurino”.
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