Uno de los grandes destacados de la temporada, en la que ya se notó la presencia de nuevos valores y promesas casi cumplidas, fue, indudablemente, Román.
Román, valor de futuro
El valenciano supo rentabilizar las oportunidades que se le dieron y no sólo aprovechó el rédito que le había proporcionado el ser triunfador de la feria de julio de Valencia y el haber estado bien o muy bien las tres veces que se le puso en Las Ventas el año anterior: dónde le pusieron dio la cara -viendoselas con ganado de todo tipo, pero principalmente duro y complicado: Pedraza, Alcurrucén, Ana Romero, La Quinta, Fuente Ymbro, Cebada Gago, Cuadri, Miura, Dolores Aguirre, Ibán, Soto de la Fuente, Victorino…- y mostró esa frescura que atrae y la disposición que la gente quiere en un torero.
Y si en 2016 acabó la campaña con sólo diez festejos sumados, en 2017 casi triplicó aquel número, llegando a noviembre con 28 corridas toreadas, de las que 4 tuvieron como marco plazas americanas -tres en Perú y una Ecuador-, otras 4 tuvieron lugar en Francia y una en Portugal, en Azores.
De aquel total, 13 se celebraron en plazas de primera y 3 en coso de segunda, lo que da idea clara de que no fue menor su ejecutoria, en la que hay que consignar un balance de 15 orejas, 4 salidas a hombros por la puerta grande y hasta un indulto, ahí es nada, quedando, entre los toreros valencianos, segundo tras Ponce -superando al lesionado Manzanares-, y en el puesto vigesimosegundo en el escalafón mundial.
Fue la suya una carrera a pulso, a expensas de lo hecho en cada tarde y ganándose los contratos en función de los triunfos conseguidos, es decir, sin comodidad de ningún tipo y con la verdad y la sinceridad más absoluta por bandera. Así, la oreja lograda en fallas tras una buena faena a un toro de Victoriano del Río, le valió para entrar en la feria de San Jorge de Zaragoza y en San Isidro, donde se anunció dos tardes en las que se justificó de sobra y tiró de casta y garra para superar las muchas dificultades de un ganado imposible. Como lo fue el lidiado en Nimes, en Pentecostés. Tras torear en la plaza francesa de La Brede y en Sahagún de Campos, donde cayó lesionado al sufrir un importante corte en la mano al entrar a matar a su primer toro, viajó a Perú y Portugal, cortando una oreja en Chota y dando una vuelta en Angra do Heroismo.
Pamplona supo de su valor y pundonor, paseando una oreja de un toro de Cebada Gago, dando un fuerte aldabonazo que repitió, redoblado y mucho más fuerte, en Las Ventas, en la corrida del día de la Virgen, saliendo a hombros al cortar dos orejas de reses de Joselito, lo que le valió entrar en Bilbao, donde también impactó por su quehacer ante una nada fácil corrida de Miura, y Valladolid, de donde se fue a hombros junto a El Juli.
Antes de volver a torear en América -donde indultó un toro en la plaza peruana de Viraco, de cuya feria fue el gran triunfador- la espada le privó de más éxitos en plazas como Logroño, Las Ventas, de nuevo, o Zaragoza, aunque siempre dejó ver capacidad, valor y unas ganas que, junto a lo hecho en este ejercicio, le deben valer de mucho para un futuro que pese a estar y ser mucho más cercano hay pelear y disputar a cara de perro, y demostrar a quien dudó de él que ahí está, entre la élite y a un paso de ver cumplido su sueño.
No te duermas, Román, que aún queda un trecho y lo puedes conseguir.
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