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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 31 de enero de 2018

Jiménez Losantos: «No se quiere investigar la masacre comunista»


Jiménez Losantos, en su despacho de esRadio en Madrid
En las páginas de «Memoria del comunismo: de Lenin a Podemos», que en una semana ya va por su cuarta edición, Jiménez Losantos se propone responder a por qué las sociedades democráticas, antítesis de todo lo que representa el comunismo, han aceptado sistemáticamente el derecho a robar y matar de los seguidores de Lenin.
Jiménez Losantos:
 «No se quiere investigar la masacre comunista»
César Cervera ABC / Madrid, 31/01/2018
A finales de octubre de 1997, el geólogo Valery Murachov reconoció su incapacidad para penetrar en el gigantesco búnker de Stalin situado a 250 kilómetros de Moscú. Una obra faraónica, construida por prisioneros políticos, cuyas paredes siguen siendo inmunes a los explosivos. En esas mismas fechas, en vísperas del 80 aniversario de la revolución leninista se publicó por primera vez en un periódico ruso un estudio total de los asesinados por regímenes comunistas a lo largo del mundo desde 1917 hasta 1987, con un balance aterrador de 110 millones. Al igual que con «la ciudad secreta de Stalin», ni siquiera hoy se ha dado con artificieros capaces de derribar la gruesa memoria de la ideología más mortífera del siglo XX.

«El mundo no ha querido investigar lo que ha sido la mayor masacre de la humanidad. La derecha no ha sabido defender la importancia de conocer todos estos horrores, mientras que la izquierda ni siquiera ha asumido su responsabilidad. No ha reconocido que el socialismo real son los millones de muertos del comunismo», recuerda el periodista y escritor Federico Jiménez Losantos, en una entrevista con ABC.

El locutor turolense acaba de publicar el libro «Memoria del comunismo: de Lenin a Podemos» (La Esfera de los libros), un estudio de más de setecientas páginas sobre el origen, historia y desarrollo de esta ideología desde «la única forma intelectualmente respetable» de acercarse a ella, esto es, a través de sus víctimas.

En las páginas de «Memoria del comunismo: de Lenin a Podemos», que en una semana ya va por su cuarta edición, Jiménez Losantos se propone responder a por qué las sociedades democráticas -antítesis de todo lo que representa el comunismo- han aceptado sistemáticamente el derecho a robar y matar de los seguidores de Lenin y consideran que, de alguna manera, «los muertos comunistas tienen más justificación que los de Hitler».

«Lenin nunca ocultó que solo mediante el terror se podía vencer y que iba a ser necesario matar. Todo lo malo de Lenin se lo achacan a Stalin, pero todo estaba ya en el origen. Era un sociópata al que le daba igual la vida humana y que, como Pablo Iglesias, odiaba su país y considera que los rusos eran tontos», apunta el periodista.

El Goebbels comunista

Los crímenes eran públicos, pero el testimonio de las víctimas del terror leninista fue ahogado cuando trataron de alzar la voz en el resto de Europa. Y aquí se centra el apartado más novedoso del estudio de Jiménez Losantos: en cómo el socialismo francés lanzó una cortina de humo. «Los socialistas fueron los creadores del mito, los grandes encubridores de sus crímenes», señala el locutor.

Para blanquear sus crímenes, la izquierda se valió de la llamada «agenda del Bien». Una forma de adjudicarse siempre la superioridad moral y proclamarse defensores del bien absoluto. «El verdadero comunista nunca dice que lo es; no dice que quiere imponer una dictadura… sino que le duele el sufrimiento de la gente. Se presenta como el bueno», afirma Jiménez Losantos.


El artífice de aquel ardid tan resistente es un personaje que rara vez aparece en los libros de historia, Willi Münzenberg, el hombre del que Goebbels aprendió toda su propaganda. «Como bien sabemos en España, el comunismo mata y encima estigmatiza luego a los muertos y a los vivos. Su aparato de legitimación es estremecedor».

Del PCE a combatir las mentiras soviéticas

La búsqueda de una respuesta a la vigencia del comunismo, a pesar de su violencia, ha llevado al popular locutor a mirar en su propia biografía. En sus años universitarios, Jiménez Losantos vivió una conversión al marxismo tan fulminante como su decepción. «¿Por qué un chico bien, educado en el catolicismo pudo entrar en la locura del PCE, cuando lo único que buscaba era libertad?», se pregunta hoy en día. «Lo que me jorobaba del franquismo es que no me dejaran hablar de lo que yo quisiera», reconoce con la perpectiva de los años. 

Leyendo «Archipiélago Gulag» perdió la fe, pero fue durante una visita a la China de Mao cuando se prometió combatir las mentiras de la mayor «máquina de matar que ha conocido el mundo». «En un campo de concentración me enamoré de una chica que estaba internada porque, simplemente, su padre había estado en España. A ella no pude salvarla, pero me prometí salvar a otros de ese terror».

Frente a quien defiende que el problema ha sido la puesta en práctica de una ideología que se anuncia como «bienintencionada», el periodista reclama que después de tantos fracasos es hora de «asumir que el problema es del propio comunismo, basado en el resentimiento»

«Los españoles obviamente no quieren una ideología que les arruine, pero aún así hay cinco millones de personas que votan a Podemos», advierte sobre las contradicciones de España.

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