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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 1 de julio de 2019

Los españoles consagran España al Sagrado Corazón en el Centenario (1919-2019)



Pilar Pérez García
01 de julio de 2019 por Redacción FNFF
Este fin de semana ha tenido lugar la renovación de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España.
Hace 100 años, un 30 de mayo de 1919, España se consagró públicamente al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles. Allí se grabó, debajo de la estatua de Cristo, la promesa que hizo al padre Bernardo de Hoyos, S.J., el 14 de mayo de 1733, mostrándole su Corazón y diciéndole:

“Reinaré en España con más veneración
 que en otras muchas partes”

Para ello vino el Nuncio de Su Santidad, Francesco Ragonesi, con la asistencia del rey Alfonso XIII. En el 50 Aniversario de la Consagración, S.E. El Jefe del Estado, D. Francisco Franco, renovó la Consagración en la nueva Basílica, reconstruida entre 1944 y 1965, tras haber sido dinamitada durante la guerra civil, por el bando republicano. No se puede olvidar esa horrible imagen en la que los milicianos posan "fusilando" al Sagrado Corazón.


La oración que consagra a España, que leyó como representante de todos los españoles en 1919, Alfonso XIII y en 1969, Francisco Franco, este año 2019 la leyó el pueblo español, con la representación de 15.000 personas que fueron de peregrinación por este 100 aniversario, es la siguiente: 

Sagrado Corazón de Jesús, Corazón del Dios-Hombre, Redentor del mundo, Rey de reyes y Señor de los que dominan.
España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este Trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran Patria española, fuerte y constante en el amor a la religión y en su adhesión a la Santa Iglesia.

»Siguiendo la tradición católica de nuestro pueblo y continuando gozosos la historia de fe y devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la Tierra a establecer el Reino de Dios en la paz de las almas redimidas por vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de vuestra Divinidad conceder participación de vuestro poder a los gobernantes de los pueblos, y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz. Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna; luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y el principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

»Venga, pues, a nosotros vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la ciencia y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias.

»Gracias, Señor, por habernos distinguido como defensores de tu fe y misioneros de tu Evangelio por los confines del mundo. Que tu Providencia amorosa nos conserve la integridad de nuestras creencias, la sed amorosa de evangelización y la unidad religiosa de nuestra Patria.

»Desde estas alturas que para Vos ha elegido España como símbolo del deseo que la anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid al mundo del trabajo para que reinen en él la armonía, el bienestar y la paz, con la implantación de la justicia social y el triunfo de la caridad entre todos.
»Bendecid a los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de la disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguarda de la nación y defensa del Derecho.

»Bendecid a todos los españoles que, unidos en la cordialidad de unos mismos santos amores a la religión y a la Patria, queremos renovaros la consagración de nuestra vida, pidiéndoos, como premio de ella, el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regazo de vuestro Corazón adorable”.


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