Octubre de 2020, y en Collado Villalba
Acontecimiento importante en la Historia del Toreo, el día 5 de octubre de 1974 y, en la plaza de toros de Vista Alegre, se despide del toreo Antonio Bienvenida, lidiará toros de Fermín Bohórquez alternando con Curro Romero y Rafael de Paula. De esa memorable tarde, en la que no cortó orejas, sobresalieron y, todavía están en la memoria de quienes le vieron, dos lances magistrales rematados con media inigualable. Como director de lidia estuvo magistral. La faena de muleta de su último toro se la brindó a su hermano Ángel Luís con estas palabras:
- Te brindo este toro porque es el último que mataré en mi vida. Te doy mi palabra de honor que no te haré sufrir más.
Finalizada la corrida el maestro salió de la plaza andando, cruzando el ruedo, pensativo, solo, camino de la calle, donde le esperaban multitud de aficionados que le tributaron el último homenaje al salir de una plaza de toros. Su cuadrilla le seguía más atrás para darle todo el protagonismo al maestro.
Antoñito Bienvenida se presenta en Madrid el día 3 de agosto de 1939 como novillero.El maestro de la crítica taurina de Radio Madrid, Curro Meloja, seudónimo de Carlos de Larra y Gullón, presenció la novillada y lo que vio le emocionó tanto que, ese mismo día, tituló la crónica emitida por las ondas: ¡Salve, Antoñito Bienvenida! Habló, en resumen, así a sus oyentes:
Señores
oyentes aficionados a la fiesta nacional: No olviden ustedes esta fecha: 18 de
septiembre de 1941, día de purificación y consagración de la Plaza de Toros de
Madrid. Nada menos
que eso. Porque esta plaza monumental nuestra, tan bella de arquitectura y tan
señorial de empaque como falta de historia y de solera venía arrastrando una
vida tan lánguida que casi no era vida, sino el triste arrastrar de una vida precaria
y agonizante camino de una mísera muerte en vilipendio. Pero hoy, día 18 de
septiembre de 1941 –no olviden ustedes esta fecha- por obra y gracia de un
artista genial ungido por la gracia divina de la más excelsa inspiración,
ayudado por un torero valeroso, completo y henchido también por el soplo del
arte, y con la ayuda eficaz de un diestro novel, pero pleno de maestría por su
dominio excepcional en el difícil arte del toreo de muleta: en el día de hoy,
por esa conjunción armónica y feliz se ha purificado la Plaza de
Madrid y se ha comenzado a escribir su historia.
A Antoñito Bienvenida,
representante de esa gloriosa casta, de toreros que en él ha hallado la más
perfecta depuración, corresponde en primer término el honor de haber comenzado
a escribir la historia de la Plaza de Madrid, cuyo prólogo, que habían
comenzado otros toreros, lo terminó, momentos antes, de modo brillantísimo,
“Morenito de Talavera”...
En la plaza zumbaba
ese run-run de las grandes emociones cuando salió, el quinto novillo, no
demasiado chico y con decente arboladura, aunque al parecer con una nube en el
ojo derecho, por lo que en las primeras embestidas se puso delante y cabeceó,
malogrando los intentos de torearle con el capote que pusieron, su futuro
matador, Antoñito Bienvenida, y sus compañeros en el primer
tercio,
aunque aquél logró un quite por chicuelinas pleno de armonía y de gracia
rematado con primor de filigrana. Y tocaron a matar cuando el astado estaba
proboncete y calamocheando. Nada hacía esperar lo que avecinaba: pero allí
había un torero genial que sin duda sintió en aquel momento el soplo divino de
la inspiración y se descaró con el toro citándole con la muleta en la izquierda
y sin desplegarla. Se arrancó el animal y Antoñito le esperó quieto y arrogante
y le vació con un soberano cambio a muleta plegada que ahogó la respiración de
veintidós mil espectadores. Se revolvió el bicho y el artista avanzó un paso,
mostrándole otra vez la muleta sin desplegar y en la izquierda y dejando que el
bicho metiera la cabeza para desplegarla entonces lentamente y tirar de ella
con el toro embebido en sus vuelos, para bordar un pase natural inmaculado y
ligarlo con otro y con otro y con todos ellos el de pecho, en una armonía de
belleza, de plasticidad, de arte genial que solo ese soplo divino de la
inspiración es capaz de crear. La plaza entera rugía de asombro y de entusiasmo
ante aquella belleza insospechada en un arte brusco y fuerte como el del toreo...
Y repitió la
incomparable serie desde el cambio a muleta plegada hasta el de pecho; todo
igual, con la misma armonía y la misma belleza y la misma grandeza, pero aún
más cerca del toro, pisándole más terreno y llevándole más embebido de la
muleta prodigiosa. Nuevo asombro y nueva ovación...
Y de nuevo la
inconmensurable hazaña. ¡Que emoción, que belleza que cuadro de arte más
acabado y más excelso!...
El público asombrado, entusiasmado, pidió la oreja antes de matar. Entró el artista derecho como una vela empitonándole el animal sin consecuencias. Volvió a la carga y pinchó en lo alto y luego colocó media ladeada alargando el brazo con habilidad. Veintidós mil pañuelos flamearon mientras otras tantas gargantas, rotas por la emoción, querían en vano gritar de entusiasmo, pero el presidente no concedió la oreja. Es igual. Aquello quedó allí. Mientras Antoñito daba dos, tres vueltas al ruedo, sonriente, yo sentí una honda emoción pensando que este artista de casta de toreros acababa de escribir la primera página brillante de la historia de la plaza de toros de Madrid, después de 1939, que hasta hoy no la tenía. Porque lo que ha hecho Antoñito Bienvenida hoy, 18 de septiembre de 1941 –ya no podrán ustedes olvidar esta fecha- salta todos lo límites del estilo antiguo y del estilo moderno, está por encima de todos los estilos porque ha sido una cosa sin estilo conocido, algo de creador, algo tan personal, que acaso no pueda repetirse y que solo puede hacerse con olvido de todas las normas y al impulso del soplo divino de una inspiración excelsa. ¡Salve, Antoñito Bienvenida!
Este triunfo, sin cortar orejas, demostraba que clase de torero comenzaba a lucir en el firmamento taurino. Pero, esta hazaña, esta faena, la volvió a repetir – ya de matador de toros-, en la tarde del 2 de julio de ese mismo año 1942. Alternaba, mano a mano, con “Morenito de Talavera” que vestía de verde y oro. El futuro maestro, vistió de morado y oro. Los toros fueron de Escobar y Marzal. Estoqueó los ejemplares número 45, de nombre “Primoroso”, “Rondeño”, número 17 y “Jurdano”, número 54, primer sobrero que resultó magnifico. Dio tres veces el pase cambiado ligándolo con tres naturales y el de pecho soberbios. La estocada, al quinto toro, quedó en todo lo alto por lo que se le concedieron las dos orejas, dando dos vueltas al ruedo. Ya en su segundo toro había cortado una y en el primero le ovacionaron. Tiene significación la oreja que corta al toro Rondeño porque es la primera oreja que le otorgan como matador en Las Ventas.
En mayo de 1944 confirma la alternativa a Pepe Dominguín. Comenzaba ya a ir cimentando, poco a poco, ese tratamiento futuro de don que, años más tarde, le acompañaría hasta la entrada en la Historia del Toreo. Confirmar un Bienvenida la alternativa daba categoría al confirmado. Bienvenida vestía de azul y oro y estoqueó los toros Gachón, número 39, negro, de 430 kgs. y Cara alegre, número 94, cárdeno, de 440 kgs. de peso. Antoñito, todavía Antoñito, hizo una faena muy buena de muleta rematándola con media estocada que le valió una oreja. En su segundo toro media estocada y una entera, petición de oreja, que no se concedió, y vuelta al ruedo. Pepe Dominguín fue ovacionado en los dos toros. La terna la completaba Morenito de Talavera, que fue ovacionado en su primero y silenciada su labor en su segundo.
Acontecimiento importante en Madrid, plaza de Las Ventas, el día 11 de mayo de 1944. Los tres Bienvenidas en el redondel: Pepe, de verde y oro, Antonio, de azul oscuro y oro y Ángel Luís, de blanco y oro. Toros de Arturo Sánchez Cobaleda. El menor de los tres, Ángel Luís, tomaba la alternativa ese día, nada más y nada menos que en Madrid ante su exigente y entendida afición. El ganado no contribuyó al éxito de ninguno de los tres matadores. Los toros resultaron mansos y huidos.
Conviene referir en este punto la anécdota que sigue. El queridísimo maestro, recientemente fallecido, Ángel Luís Bienvenida, tuvo a bien firmar al autor de este artículo, en 2001, el programa de mano original de esta corrida. Al ver por detrás la estadística de la corrida, comentó:
- No estuvo la cosa bien ese día; pero: ¿no tendrás
para firmarte, también, el programa de mano en el que los tres salimos a hombros en la corrida del 24 de mayo?
- Sí, maestro, lo tengo y se
lo traeré para que me lo firme también.
- La ventaja que tenemos los demás frente a él es que durará en esto veinticinco años, y como así no se puede torear todas las tardes, cuajará en todo ese tiempo, cuatro o cinco toros, como el que le he visto en Bilbao.
- Siento dentro de mi un enorme vacío cuando no toreo. No sé lo que va a ser de mí cuando me retire definitivamente de los toros, porque yo preciso, como si fuera una droga, este desasosiego que se experimenta cuando se viste uno de luces. Es algo incomparable.
Tanto temple, elegancia y gran sonrisa, gran dinastía Bienvenida. Un gran y excelente recorrido y maravillosa trayectoria tan taurina por uno de los y tantos toreros cómo lo es y ha sido el maestro D. Antonio Bienvenida. Muchas gracias a D. José María Sánchez Martínez-Rivero por mantener vivos nuestros recuerdos y por dedicarle en su memoria.
ResponderEliminarMiguel Cortés