la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 4 de marzo de 2021

El hito mexicano de Emilio Ortuño ‘Jumillano’ / por Javier Lorenzo


El maestro salmantino es el único torero español que logró cortar dos rabos en la Monumental de México en una misma temporada. Lo hizo en dos festejos consecutivos con una separación de apenas seis días: 20 y 26 de febrero de 1955. Nadie lo había conseguido en la historia y desde entonces nadie lo ha logrado siquiera igualar todavía hasta ahora, 66 años después.

El hito mexicano de Emilio Ortuño ‘Jumillano’

Javier Lorenzo
De la docena de toreros que han cortado más de un rabo en una misma temporada en la Monumental de México el único español que lo ha logrado ha sido el salmantino Emilio Ortuño ‘Jumillano’. Un hito que protagonizó en dos corridas de toros seguidas y con una diferencia de seis días, los que separan al 20 y 26 de febrero de 1955. Un acontecimiento histórico con el que revolucionó el país en el que tanto toreó y triunfó. Solo le superan cortando dos rabos la misma tarde Manolo dos Santos (29 de enero de 1950) y Lorenzo Garza (11 de diciembre de 1946) y le iguala en el triunfo, en tan corto espacio, con dos de los siete rabos que paseó en el monumental coso Fermín Rivera, las dos mismas tardes de 1955 en las que compartió cartel y triunfo con Jumillano. Triunfo con el que hizo historia en esta plaza. Nadie volvió a superarlo y ni siquiera a igualarlo hasta nuestros días, cuando se cumplen 66 años de la doble efeméride del maestro en el coso más grande del mundo que, abarrotado, se rindió a sus pies.

‘Aventurero’, de Torrecilla, fue el toro al que le cortó Jumillano su primer rabo en la plaza México: 20 de febrero de 1955. Aquella era la sexta función de la temporada en la monumental azteca y el diestro salmantino (cuatro orejas y rabo) compartió cartel junto a Fermín Rivera (tres vueltas al ruedos y dos orejas y rabo) y El Calesero (ovación y palmas). Se había agotado el papel y se colgó el ‘No hay billetes’ en las taquillas de Insurgentes. Nadie salió decepcionado. “El triunfador de la tarde fue Jumillano que se encontró muy a gusto con el ganado al que toreó con excelente lucimiento”, destacaba en sus titulares el semanario taurino El Ruedo acompañando a la información gráfica de la edición del 3 de marzo de 1955 que matizaba después en la crónica:

“Jumillano tuvo la mejor tarde de sus actuaciones en México. Al tercero le dio algunas espléndidas verónicas. Con la muleta llevó al toro a los medios y ligó derechazos, naturales y hasta pases de pecho. Mató de un estoconazo y le fue concedido el rabo, que tiró al escuchar unos intempestivos gritos; pero entre ovaciones dio dos vueltas al ruedo, bajo los gritos de ¡Torero! ¡Torero! Su actuación fue superada en el sexto, transcurriendo la lidia entre constantes ovaciones. La formidable faena fue iniciada con un pase cambiado por la espalda, hincando las rodillas. Siguió por pases altos magníficos, derechazos larguísimos, improvisando adornos e interpretando el natural por series. Puso fin con una tremenda estocada. Recibió las dos orejas y fue paseado a hombros con Fermín Rivera. Ambos salieron a hombros por la puerta grande y llevados así por las calles”.

Jumillano volvió a comparecer en Insurgentes seis días después, el 26 de febrero, para actuar mano a mano con Fermín Rivera, ante un encierro de Coaxamalucan que, en principio, truncó todas las ilusiones y esperanzas de que la afición presenciara un nuevo triunfo como el que aún flotaba en el ambiente tras la efervescente tarde que habían protagonizado en este escenario. Los toros mansearon en exceso, no dieron opciones. Sin embargo, ambos diestros, antes de finiquitar sus actuaciones, pidieron el sobrero y los dos cortaron el rabo a sus oponentes. Su actuación quedó escrita así en El Ruedo:

 “En el octavo, de Ernesto Cuevas, Jumillano realizó una faena asombrosa (…) Antes de matar, el público ya pedía las orejas. La faena tuvo toda clase de improvisaciones en adornos, molinetes de rodillas, afarolados y desplantes. Acabó de una estocada sin puntilla. Ovaciones interminables, orejas, rabo, vuelta al ruedo y paseo a hombros junto a Rivera. El público, que llenó la plaza, salió entusiasmado”. 

Nadie, en dos festejos consecutivos y en tan corto espacio de tiempo, había logrado un triunfo tan contundente y seguido uno de otro. Nadie lo ha repetido, cuando se cumplen esta semana 66 años.

Como anécdota cabe destacar una curiosidad que se refleja en otra información de El Ruedo, en la que se anuncian los compromisos de los primeros meses de 1955 en ruedos aztecas:

 “El gran torero de Salamanca, Jumillano, que tan alto viene poniendo el pabellón taurino de España en la temporada de México, toreará el día 13 en Puebla, el 19 en Morelia, el 20 en Orizaba, el 21 en Guadalajara, el 26 en la México, y el 27 en Monterrey, no pudiendo atender más contratos por tener que reaparecer en España el domingo de Resurrección en Zaragoza, con toros de Pablo Romero con Ordóñez y Girón y el Lunes de Pascua, día 11, en Murcia, con toros de AP, llevando como compañeros a Pedrés y Cascales. Cabe resaltar, caso único en la historia taurina de México, que algunas de las corridas de toros que le quedan aún por torear se celebrarán en día de trabajo”.

Ahí se demostraba el tirón popular del maestro salmantino.

Su temporada más amplia en España

Finalizada la triunfal campaña azteca de 1955, Jumillano regresó a España para firmar su temporada más intensa que cerró con 38 paseíllos; en un momento en el que el número de festejos no era excesivo: aquel año acabó líder Chicuelo con 67 actuaciones, los dos anteriores quedaron primeros Pedrés con 48 en 1953 y César Girón con 54 en 1954. Jumillano, que tomó la alternativa en Barcelona el 10 de agosto de 1952, firmó un meteórico paso por los ruedos, ya que se retiró en Dax, cinco años después (18 de agosto de 1957). En este tiempo actuó en 144 corridas de toros, siendo su nombre habitual en las grandes ferias. Antes del doctorado salió a hombros tres veces en Madrid; éxito que repetiría ya de matador el 12 de mayo de 1953. El maestro, pese a su fugacidad en los ruedos fue uno de los nombres propios de los años centrales de la década de los cincuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario