No se prodigó en el primer tercio, donde se mostró algo disperso e indócil. Fue tres veces al caballo y apremió los banderilleros. Pero no fue sino ver la muleta y queriéndosela comer atacó furioso los nueve doblones genuflexos por bajo y los dos de pecho. Cuatro derechas embraguetadas, aguantadas, cambio de mano, y al hombro. Alto voltaje, y la plaza conectó de una echando chispas. Ocho tandas por uno y otro pitón. Plantadas, arrimadas, expuestas, veraces, pasionales en las que solo el trazo de la muleta y el mando defendían la posición. El tendido rugía. Emilio arroja la espada y templa cuatro veces sin ayuda y encima cuatro trincheras poderosas para igualar.
Había ganado la batalla por el poder. Gran volapié, hasta la bola el acero, el bravo dobla en los medios, el coro de ¡Torero! ¡Torero!, la plaza blanca y los dos pañuelos del palco, arrojados con ímpetu, por don Víctor Oliver Rodríguez. Piden la vuelta al arrastre, no la conceden, debió pesar lo del comienzo. Con el descastado segundo, la otra cara de la moneda, intrascendente, picudo, terminó con un pinchazo, un aviso y un recital de cruceta, nueve golpes. Pero eso quedó borrado luego, como hemos dicho.
El Juli abrió dictando una lección. Con el primero que comenzó soseando y en el último tercio se fue arriba, impartió cuarenta y cinco muletazos impecables, cada uno como un argumento escolástico. Natulares y contranaturales, broches pertinentes. Nada de alarde, arrastrando largo el trapo y tras él los belfos de “Poeta”. Como sería que ni los antijuli jurados que aquí le van a ver con la bronca montada desde la casa, pudieron decir ni pio. Un buen volapié, no julipié cuidado, todo el acero en el hoyo y, nadie sabe por qué, tuvo que descabellar. Le dieron oreja. “Eran dos” declaró emocionado Joselito Adame a la televisión. Tramitó al mansobronco cuarto sin dramatizar le administró media tendida y tres descabellos.
Juan Ortega, contrastó con su delicada estética. Esa lentitud, ese toreo acariciante, esa postura, esa economía de movimiento, esa sutileza, esa fidelidad a su cultura, a la sublime traición torera de su tierra, que lo ponen aparte. Tauromaquia para paladares finos. Nada de atracones, ni vulgaridades. Nada de taparse. Más que la construcción de la faena, la búsqueda de la belleza en cada suerte y en cada tanda. La plaza que lo descubrió, lo comprendió de nuevo y le ovacionó al final, como diciéndole, tu eres de los nuestros, vuelve.
Garcigrande. Seis toros con plaza. Cuajados, armados, bien comidos. En tipo. Cinco cinqueños, el quinto casi de seis. Dispares de romana, 568 kilos promedio, pero 90 entre los extremos. Tres ovacionados de salida. La mitad negros, dos colorados, un castaño. Dos sacaron la bravura y el fondo en el último tercio, primero y quinto. Noble el sexto, mansobroncos tercero y cuarto, y a menos el segundo. Una corrida de Madrid.
“Se pasa muy mal aquí y en Sevilla” se quejó el ganadero Justo Hernández. Es el precio de la fama.
FICHA DEL FESTEJO
Madrid. Plaza de Las Ventas. Sábado 2 de octubre 2021. 5ª de feria de otoño. Cartel de ”No hay billetes”. Seis toros, 5 de Garcigrande, y el 6º de Domingo Hernández seriamente presentados, de dispar juego, ovacionados en el arrastre 1º y 5º al cual se le pidió vuelta al ruedo.
El Juli, oreja y silencio.
Emilio de Justo, silencio tras aviso y dos orejas.
Juan Ortega, silencio y saludo tras aviso.
Incidencias: Saludó Iván García tras parear al 4º. Emilio de Justo Salió por la Puerta Grande.
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