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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 21 de agosto de 2024

1920. Aquella histórica medalla de plata de la selección española de futbol en los Juegos Olímpicos de Amberes / por Carlos Fernández Barallobre


'En pasadas fechas, la afición española vibró con el triunfo de la selección de España de futbol, en la final de los juegos Olímpicos de Paris 2024, que al derrotar a Francia por cuatro tantos a dos, con doblete de goles por parte de Fermín López y Sergio Camello, se alzó con la medalla de oro de la cita olímpica..'

Selección de España. De izquierda a derecha, arriba: Paco Bru, seleccionador con jersey blanco; Luis Otero, Mariano Arrate, Manolín Argüelles con gabardina, José Samitier, mirando hacia atrás. En la fila del medio, el vigués Moncho Gil con tirantes, Rafael Moreno “Pichichi,” Ricardo Zamora, Félix Sesúmaga, y Ramón Eguiazábal, Abajo: Doctor Bartrina, Agustín Eizaguirre, con boina, René Petit, con uniforme, Francisco Pagaza, con una toalla sobre los hombros, Patricio Arabolaza, Domingo Acedo y Silverio Izaguirre, La foto está tomada al finalizar el encuentro, en el que España derrotó a Dinamarca, en Bruselas, el día 28 de agosto, por un tanto a cero. Imagen recogida de Internet.

1920. Aquella histórica medalla de plata de la selección española de futbol en los Juegos Olímpicos de Amberes

En pasadas fechas, la afición española vibró con el triunfo de la selección de España de futbol, en la final de los juegos Olímpicos de Paris 2024, que al derrotar a Francia por cuatro tantos a dos, con doblete de goles por parte de Fermín López y Sergio Camello, se alzó con la medalla de oro de la cita olímpica. Tal éxito deportivo nos hizo rememorar aquella inolvidable final de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, cuando la selección española derrotó a Polonia por 3-2, con goles de Abelardo Fernández y Kiko Narváez, en dos ocasiones, sobre todo el que daría el triunfo, anotado en el tiempo de descuento, al recoger Luis Enrique el balón a la salida de un córner, disparando desde el borde del área, yendo el balón rechazado a los pies de Kiko Narváez, quien marcaría un gol que valdría el oro olímpico de la selección española de fútbol.

Sin embargo otros habían iniciado el camino en los juegos Olímpicos de Amberes de 1920, que supusieron para el futbol español su primer resonante éxito, al alcanzar una muy merecida medalla de plata.

Aquella selección, que diseñaron el trío de seleccionadores compuesto por Paco Bru, José Ángel Berraondo y Julián Ruete, estaba formada por Ricardo Zamora, Agustín Eizaguirre, Mariano Arrate, Luis Otero, Juan Artola, Agustín Sancho, Silverio Izaguirre, José Samitier José María Belausteguigoitia, Sabino Bilbao, Ramón Eguizábal, Ramón Gil, Rafael Moreno “Pichichi”, Patricio Arabolaza, Domingo Gómez-Acedo, Francisco Pagazaurtundua, Félix Sesúmaga, Pedro Vallana, Joaquín Vázquez, Manolín Argüelles, y Ramón González, aunque este, debido a unas altas fiebres, no pudo disputar ningún encuentro de aquellos juegos. Se caerían de esa lista el jugador del Sporting de Gijón Argüelles y el guardameta Eizaguirre, que alegó que no podía abandonar su negocio de camisería y sastrería en San Sebastián, comprometiéndose, eso sí, en llegar a Amberes antes del primer encuentro de la selección Nacional.

1920: Desfile de España en la inauguración de los juegos Olímpicos de Amberes.

Apuntar como curiosidad que para conformar aquella selección olímpica, hubo una preselección previa de jugadores, que disputaron varios encuentros en Vigo, Bilbao e Irún. En la Asamblea del Fútbol Nacional, celebrada el 1 de junio de 1920 se tomó la decisión de elegir a los siguientes veintiocho jugadores que formarían la primera convocatoria de la selección. Eran estos: Ricardo Zamora, José Samitier, Agustín Sancho, Félix Sesúmaga, Vicente Martínez y Paulino Alcántara del F.C. Barcelona; Agustín Eizaguirre, Mariano Arrate y Silverio Izaguirre de la Real Sociedad de San Sebastián; Luis Otero y Ramón González del Real Vigo Sporting; Ramón Encinas del Racing Vigo; Pedro Vallana y Francisco Pagaza del Arenas de Guecho: Pepe Torres del Real club Deportivo de La Coruña; Manolo Meana y Fernando Villaverde del Sporting de Gijón; René Petit, Hernández Coronado, Paco González y Antonio De Miguel del Real Madrid; José María Belauste, Sabino Bilbao y Domingo Acedo del Athletic Club de Bilbao; Ramón Eguizábal y Patricio Arabolaza del Real Unión de Irún, Ricardo Álvarez del Racing Club de Madrid y Brand (Sevilla)

Aquellos jugadores fueron llamados a reunirse en el campo de Coya en Vigo los días 11, 12 y 13 de julio, disputando dos encuentros entre “Probables” y “Posibles”. Como muchos de los preseleccionados no pudieron acudir a Vigo, el periodista deportivo vigués, Manuel Castro “Hándicap”, con la aquiescencia del seleccionador Paco Bru, llamó a varios jugadores gallegos que participaron en aquellos dos entrenamientos, entre ellos el jugador del Deportivo Pinilla y el del Racing de Ferrol Joaquín Vázquez. Las alineaciones fueron estas: Probables: Zamora (Barcelona); Otero (Real Vigo Sporting), Encinas (Racing Vigo): Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), De Miguel (Real Madrid); Torres (Deportivo de La Coruña) -mi querido y recordado tío, todo un referente en la historia del Deportivo-, Sesúmaga (Barcelona), Ramón González (Vigo Sporting), Paco González (Real Madrid) y Brand (Sevilla).

Posibles: Hernández Coronado (Real Madrid); Fernández (Vigo Sporting), Rey (Fortuna de Vigo); Herminio (Sevilla), Balbino (Fortuna de Vigo), Hermida (Fortuna de Vigo); Moncho Gil (Vigo Sporting), Cruces (Fortuna de Vigo), Chiarroni (Vigo Sporting), Vázquez (Racing de Ferrol) y Pinilla (Deportivo de La Coruña). El triunfo fue para los posibles con goles de Joaquín Vázquez y Cruces.

1920. Selección española. Juegos Olímpicos de Amberes. De izquierda a derecha, arriba; Zamora, Eguizábal. Vallana, Belauste, Samitier, Arrate. Agachados: Moncho Gil, Sesúmaga, Patricio, Pichichi y Acedo.

Dos días después, nuevo enfrentamiento con estas formaciones: Probables: Zamora (Barcelona); Rey (Fortuna de Vigo), Daniel (Comercial); Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), De Miguel (Real Madrid); Torres (Deportivo de La Coruña), Sesúmaga (Barcelona), Vázquez (Racing de Ferrol), Paco González (Real Madrid) y Brand (Sevilla)

Posibles: Hernández Coronado (Real Madrid); Juanito Clemente (Fortuna de Vigo), Herminio (Sevilla); Hermida (Fortuna de Vigo), Abad, Balbino (Fortuna de Vigo); Moncho Gil (Vigo Sporting), Lozano (Pontevedra), Chiarroni (Vigo Sporting), Cruces (Fortuna de Vigo) y Pinilla (Deportivo de La Coruña). El triunfo, en esta ocasión, correspondió a los probables por 4-0, con goles anotados por Joaquín Vázquez, en tres ocasiones y Paco González. El coruñés Paco González, había defendido los colores del Deportivo hasta su marcha al Real Madrid en 1919.

Tras aquellos encuentros en Vigo, la selección se fue a disputar varios partidos a Bilbao e Irún, De ahí saldría la convocatoria absoluta y donde ya no estaba mi recordado tío Pepe Torres, que había fichado por el Iberia de La Habana; ni Paco González, Brand, Hernández Coronado y De Miguel, Llamó poderosamente la atención que de la lista también se cayeron el gran Paulino Alcántara, -según propia versión del mismo delantero, por amor, pues prefirió quedarse con su amada a viajar a Amberes- y Rene Petit, este llamado a filas por el ejército francés, tuvo que disputar, a regañadientes, con la selección gala dos encuentros en Amberes. Su gran cariño a España, en Irún vivía desde muy pequeño, pues su madre era española, lo vería recompensado en 1927, cuando logró la nacionalidad española. Sin embargo se frustró su deseo de defender la camiseta española en aquellos juegos olímpicos de Amberes, pero no el celebrar con sus compañeros los resonantes triunfos del futbol español.

Una vez conformada la selección absoluta, en ella destacaba la presencia de jovencísimos jugadores como Ricardo Zamora con 20 años; José Samitier con 18; el gigantón José María Belausteguigoitia también de 20 años; Sabino Bilbao, con 23; el gallego Luis Otero con 23, junto a los más veteranos como Mariano Arrate, Patricio Arabolaza o Rafael Moreno “Pichichi”, que no pasaban de los 27 años. A ellos se unirían Pedro Vallana, Juan Artola, Agustín Sancho, Ramón Eguiazábal, Francisco Pagazaurtundua, Félix Sesúmaga, Domingo Gómez Acedo, Joaquín Vázquez, Ramón Gil, Ramón González y Silverio Izaguirre. Con su entrega y juego escribieron una de las más bellas páginas del deporte español de todos los tiempos.

1920: Juegos Olímpicos de Amberes España-Suecia. Vallana y Arrate disputan un balón a un delantero sueco. Al fondo Sabino.

Gracias a la generosidad de Don Gonzalo Figueroa y Torres, Conde de Villamejor, primer presidente del Comité Olímpico Español, nombrado por el Barón Pierre de Coubertin, y que adelantó las 125.000 pesetas, necesarias para llevar a cabo la aventura deportiva, ante la reticencia del gobierno presidido por el coruñés Eduardo Dato, que se oponía a soltar “la pasta” para financiar la participación de la selección Nacional de fútbol en los juegos olímpicos de Amberes.

Una vez logrado el primer objetivo, el económico, el seleccionador nacional Paco Bru, realizó la concentración de los 19 jugadores, que componían el seleccionado español y que tuvo lugar en Irún, para continuar, unos días después, viaje hacia Amberes, donde, con una dieta de 67 francos diarios, el joven y esperanzado grupo español se alojó en el hotel Industria. Para aquellos compromisos deportivos España luciría camiseta roja con un león rampante en el escudo, pantalón blanco y medias negras con vuelta amarilla. La segunda equipación sería camiseta y pantalón azul y medias negras con vuelta amarilla.

El primer encuentro tuvo lugar el día 28 de agosto, ante una selección de Dinamarca que se postulaba como una de las favoritas de los juegos, pues no en vano había sido subcampeona olímpica en las ediciones de 1908 y 1912. Los españoles, al inicio del encuentro, lanzaron al aire el que sería su grito de guerra: tres hurras. Los soberbios y altivos daneses ni contestaron. La selección estuvo formada por: Zamora; Otero, Arrate; Samitier, Belauste, Eguiazábal; Pagaza, Sesúmaga, Patricio, ‘Pichichi’ y Acedo.

España ganó por un tanto a cero, marcado por Patricio Arabolaza y donde destacó la soberbia actuación de Ricardo Zamora, que salió a hombros el estadio, después de realizar prodigiosas intervenciones.

A la noche, en un cabaret, se celebró por todo lo alto el triunfo conseguido. Ahí nacería el auténtico grito de guerra de la selección Española, que consistía en gritar sílaba por sílaba los dos apellidos más largos de dos de los seleccionados hispanos que no eran otros de “Francisco Pa-ga-za-ur-tun-dúa y José María Be-laus-te-gui-guio-tia”, rematado por un “irula, irula, España vencerá”.

El siguiente compromiso enfrentó los españoles con la selección anfitriona, Bélgica. Los belgas se llevaron el triunfo, después de doblegar por tres tantos a uno, a una cansada selección nacional, que se vería muy perjudicada por las decisiones del árbitro, que le anuló de forma incomprensible dos goles. Esa derrota cerraría a España el camino hacia la medalla de oro, ya que en esos juegos olímpicos se observó un sistema de competición denominado Bergvall, que recogía el nombre de su inventor Erik Bergvall, un ex jugador de waterpolo y directivo de la federación Internacional de Natación. El sistema constaba de un torneo principal por eliminatorias, que daba acceso a jugar por la medalla de oro y un torneo secundario al que se incorporaban los equipos eliminados del torneo principal, que optarían a las medallas de plata y bronce. El modelo Bergvall era de una meridiana injusticia y fue víctima de tantas críticas que no se utilizó nunca más.

Se dijo, para menospreciar y poner en entredicho aquel magnífico éxito de España, que esta había logrado la medalla de plata por la retirada de Checoslovaquia en su partido contra Bélgica, algo que resultó totalmente incierto y falso. Aquel encuentro entre belgas y checos estuvo plagado de incidentes, que acabaron por desquiciar a los centroeuropeos, que cuando perdían por 2-0, optaron por retirarse, alegando la parcial actuación del colegiado inglés a favor de Bélgica. El recuerdo de la primera guerra mundial estaba todavía muy fresco en la memoria de belgas y checos. Bélgica fue invadida por checos que luchaban al lado de Alemania y el odio, de unos hacia otros, quedó patente en aquel partido de fútbol.

Suecia fue el siguiente rival de nuestros jugadores. La selección nórdica se había retirado de la competición, algo que aprovecharon los seleccionados hispanos para organizar de nuevo una gran fiesta. En medio de una alegre y divertida comida, un miembro de la organización de los juegos les advirtió que al final los suecos habían decidido volver a participar y que el encuentro España-Suecia se diputaría al día siguiente. España indignada, presentó una protesta formal, amenazando con ser ellos los que abandonarían los juegos. Se les concedió una prórroga de 24 horas.

1920: Juegos Olímpicos de Amberes, Ricardo Zamora en una de sus magníficas intervenciones.

El partido con Suecia fue jugado con una inusitada dureza por parte de los jugadores del norte de Europa, que realizaron, durante todo el encuentro, unas entradas muy violentas, con o sin balón, a lo que España respondió cumplidamente con otra brusquedad desacostumbrada. En ello sobresalió el gigantón José María Belauste, que medía 1,94 metros, algo inusual en aquellas fechas, cuando la estatura media de nuestra nación estaba situada en 1,60 metros.

España presento la siguiente alineación: Zamora; Vallana, Arrate; Samitier, Belauste, Sabino; Pagaza, Sesúmaga, Patricio, ‘Pichichi’ y Acedo.

Se adelantaron en el marcador los suecos en la primera parte por medio de Dahl, que aprovecho con un remate de cabeza un mal entendimiento entre Samitier y Zamora.

Aun no se llevaban jugados ni dos minutos de la continuación, cuando España es objeto de una falta. Ante el balón se sitúa el jugador del Athletic de Bilbao Sabino. Su compañero de equipo Belauste sube a rematar y antes de que Sabino golpee el balón le grita: “Sabino a mí el pelotón que los arrollo”. Sabino le envió el balón y Belauste, agarrado por varios suecos, atropelló a todo lo que le salió por delante y con el pecho alojó el balón en la portería nórdica. El árbitro, el italiano Mauro, se hizo sin duda, nunca mejor dicho “el sueco”, y dio validez al tanto.

Unos minutos después Domingo Acedo de fuerte disparo, lograba el segundo tanto hispano. Pero faltaba la compensación, que es sin duda lo más injusto del arbitraje. En el minuto 87 de partido, el árbitro se inventó un penalti a favor de Suecia. José Samitier se cruzó por dos veces delante del delantero sueco Albert Olsson, cuando este se disponía a ejecutar la pena máxima, alegando que tenía que decirle algo al árbitro. El colegiado italiano le hizo entender a Samitier que la próxima vez que se moviese sería expulsado y este, para descentrar al jugador escandinavo, se dedicó a lanzar piedrecitas y pedazos de barro al balón. Como no podía ser de otra forma Olsson envió el balón lejos de la portería y Samitier fue corriendo a darle un abrazo por su estrepitoso fallo. El nórdico se quedó sin palabras. España finalizó el encuentro exhausta con siete jugadores en el campo. Los que faltaban habían quedado maltrechos en las bandas. El desgaste fue enorme y España se fue al hotel rendida a descansar.

Al día siguiente, con cinco cambios en la alineación, en otro encuentro memorable, marcado por la dureza, los nuestros derrotaban a Italia con mucho sufrimiento, pues en el minuto 35, el extremo Pagaza se tuvo que retirar lesionado, dejando a la selección con diez hombres. Dos goles del delantero de Barcelona, Félix Sesúmaga, uno en cada tiempo, descompondrían a los italianos, que en los minutos finales exhibieron una norme dureza. España se quedaría con nueve jugadores tras ser expulsado Ricardo Zamora, por liarse a tortazos con el italiano Badini, tras una durísima entrada de este. Los italianos, acosaron la portería hispana, defendida por el extremo Silverio, –animado con los consejos de Zamora, que una vez expulsado, se colocó al lado de la portería con permiso arbitral-, pero fueron incapaces de traspasar la extraordinaria e infranqueable defensa de la selección española. En esta ocasión fueron Zamora; Otero, Vallana; Artola, Sancho, Sabino; Moncho Gil, Sesúmaga, Pagaza, ‘Pichichi’ y Silverio, los que llevaron al triunfo al combinado hispano.

El partido final por la medalla de plata, presenciado por más de treinta mil espectadores, fue tan bien jugado por España que borró literalmente del campo a la selección holandesa, derrotándola por tres tantos a cero con goles de Félix Sesúmaga en dos ocasiones y otro de Pichichi.

1920: Juegos Olímpicos de Amberes. España-Holanda. Vallana disputa un balón con un jugador holandés. En segundo término Samitier.

Se conquistaba así una medalla de plata de incalculable valor, tanto moral como deportivo. En aquella histórica ocasión definieron los colores Nacionales: Zamora; Vallana, Arrate; Samitier, Belauste, Sabino; Moncho Gil, Sesúmaga, Patricio, ‘Pichichi’ y Acedo.

A pesar de que tan solo once jugadores recibirían su medalla de plata, algo que corregiría con posterioridad el comité olímpico internacional, el jolgorio español por el triunfo fue de órdago a la grande. Los jugadores parodiaron el entierro de Pagaza, al que trasportaron en unas parihuelas. Belauste se vistió de cura y detrás de él se situaron el seleccionador Paco Bru, sus ayudantes y los demás jugadores. Hubo incluso ciudadanos belgas, inocentes y bienintencionados, que afligidos se sumaron al cortejo, dándole su pésame al seleccionador. Cuando el fúnebre cortejo llegó hasta las puertas del primer bar que vieron a su paso, Pagaza se levantó como un resorte y comenzó la fiesta donde corrió el vino en gran cantidad.

Fue el primer gran éxito del fútbol Nacional. El equipo de la furia, aquel que en sus crónicas cantó apasionadamente el único periodista español presente en los juegos, el gallego, Manuel Castro “Hándicap”. El recibimiento de los hombres de Amberes a su vuelta a España fue apoteósico. En San Sebastián celebraron un encuentro de exhibición en presencia del Rey Alfonso XIII, que felicitó personalmente a los jugadores. Aquel logro en el torneo olímpico contribuyó de manera extraordinaria al definitivo desarrollo y popularización del fútbol en nuestro país.

Dos de aquellos olímpicos Luis Otero y Joaquín Vázquez, unos años más tarde de aquel inigualable éxito, defenderían la camiseta blanquiazul de mi querido Deportivo de la Coruña, destacando por su magnífico juego y gran personalidad, que los convirtieron en dos de los jugadores más históricos, recordados y queridos de la centenaria entidad deportiva coruñesa. Hubo un tercero, que sería un legendario jugador, que por derecho propio ha pasado también a la historia del Real club Deportivo, el delantero coruñés Ramón González Figueroa, que en aquellos momentos defendía los colores del Vigo Sporting y qEue consiguió también, como componente de aquella selección la medalla de plata, pero que debido a unas altas fiebres, no pudo disputar ningún encuentro de aquellos juegos olímpicos de Amberes.

Carlos Fernández Barallobre

1 comentario:

  1. Magnífico recuerdo de la gesta de aquellos deportistas, unos héroes. Gracias al autor por rescatar la noticia de aquel acontecimiento. Málaga

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