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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 27 de agosto de 2024

Querido Julián / por Pla Ventura

 
'Aférrate a Dios, es el único consuelo que nos queda y, como sabes, Marisol, la que fuera tu esposa, seguro que está junto a Dios que, por algo le llamó. Repito que, es el asidero de la fe el que nos tiene que hacer fuertes ante el mundo..'

Querido Julián

Pla Ventura 
Toros de Lidia/26 agosto, 2024

Querido Julián Maestro, torero:

Aunque roto por el dolor de la cornada de mi enfermedad, pese a ello mi corazón no ha podido resistir la emoción que me ha producido la muerte de tu señora esposa, apenas una muchacha en los tiempos actuales porque, con poco más de cincuenta años se ha ido junto a Dios.

No sabía nada al respecto ya que, para desdicha de ambos, mientras sucedía la muerte de su señora, detectaron mis tumores y en estos casi dos meses apenas hemos tenido conversación; ni contigo ni con nadie. Si me entrañó mucho que no me mandaras tus habituales ensayos llenos de vida y enseñanza puesto que, como torero que has sido, nos has contado historias inverosímiles que, con todo el honor del mundo he publicado en este web que, como sabes, es tanto tuya como mía; es, como sabes, la web de todos los grandes aficionados que, afines a la verdad todos colaboramos por esa causa común que nos unió desde el primer día.

A lo largo de tu vida has sufrido cornadas de todo tipo, físicas, morales y de toda condición pero, amigo, eso de perder al ser más que quieres junto a tus hijas, eso es demoledor. Y te lo digo yo que perdí a mi madre cuando ella contaba con treinta y ocho años. Me lo has contado y, sangrando por mi herida, hasta he tenido el valor de empuñar la pluma para mandarte este correo abierto hacia el mundo para que todos sepan del drama por el que estás pasando y, ante todo, para evidenciar mucho más el grado de amistad que nos une. He roto a llorar cuando me has contado la noticia, razón por la que dicho en terminología taurina, aquí me tienes, barbeando tablas por tu dolor y por el mío.

Me pongo en tu lugar y, por haber vivido una experiencia similar, sé lo mucho que se puede sufrir y, lo más triste, no hay consuelo para dicha pena que, solo el tiempo se encargará de curar como cicatrizan las cornadas de los toreros y de eso sabes tú mucho más que nadie. Me quedé sin sangre en las venas y, como me dijiste, comprendo que no quieras hablar con nadie, al tiempo que arrastras tu dolor en silencio y sin aspavientos, cosas de toreros, no puede ser de otro modo.

Espero reponerme de mi “cornada” y, al tiempo, quiero Dios que ambos coincidamos y recuperemos las ilusiones para volver a sentir juntos las emociones de tus letras taurinas que, llenas de sabiduría y encanto siempre me ha subyugado y, lo que es mejor, todas ellas con la aprobación de todos nuestros lectores que, ávidos de emociones y vivencias escritas por un protagonista de la fiesta, tanto nos han encandilado por completo.

Yo, querido Julián, que necesito más que nadie el apoyo moral de todos los que me quieren dadas las circunstancias adversas por las que estoy atravesando, insisto, todavía me han sobrado fuerzas para mandarte esta carta abierta que, si tú la mereces más que nadie, el mundo taurino debe saber de tus anhelos y soledades, mucho más en los duros momentos en que vives.

Aférrate a Dios, es el único consuelo que nos queda y, como sabes, Marisol, la que fuera tu esposa, seguro que está junto a Dios que, por algo le llamó. Repito que, es el asidero de la fe el que nos tiene que hacer fuertes ante el mundo.

Un fuerte abrazo y, por favor, no te me derrumbes que, tanto tú, como a todos los componentes de la página os necesito ahora mucho más que nunca. Seguro que, en breve, todos juntos, seguiremos cantándole a la vida, no puede ser de otro modo. Recuerda que, el destino, ante casos como el tuyo, el mío y tantos miles como hay por el mundo, son todo pruebas que el destino nos manda para comprobar nuestra fortaleza. Es lógico que caigamos, pero es indispensable saber levantarnos.

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