'..En los festivales taurinos de antes siempre alternaban toreros del momento junto a maestros retirados y algún nuevo valor de entre los novilleros. Los matadores cada vez se mantienen más tiempo en activo y los festivales perdieron cierto interés porque ya no anunciaban a diestros de antaño ni, en muchas ocasiones, a jóvenes aspirantes. Pero la tónica parece estar cambiando y últimamente los festivales han vuelto a despertar expectación..'
El resurgir de los festivales
Carlos Bueno
Parece que los festivales benéficos taurinos resurgen con cierta fuerza. Así lo indica el “no hay billetes” registrado el 1 de diciembre en la madrileña plaza de Vistalegre y el casi lleno el domingo siguiente en la toledana de Villaseca de la Sagra. Antes se organizó uno en Alba de Tormes y pronto se celebrarán otros en Albacete, Valencia y otras muchas ciudades. Los festivales parecían estar en decadencia porque a los aficionados les apetece poco ver a sus ídolos enfrentándose a reses despuntadas y, generalmente, de poca entidad, pero una buena causa y un cartel interesante siempre atraen al público.
Recuerdo que, hace tiempo, esperaba ansioso el anuncio de algún festival para poder ver a maestros retirados en acción. De la mano de mi abuelo tuve la dicha de deleitarme con las actuaciones de El Viti y Diego Puerta en Valencia una tarde inolvidable para mí. Luego seguí yendo cada vez que se organizaba alguno porque era la manera de paladear distintas tauromaquias añejas y presentes. Poder disfrutar de las actuaciones de toreros a los que no conocía pero idealizados por cuánto se contaba sobre ellos era un revulsivo irresistible.
Además, en esos festejos siempre se daba la oportunidad a un novillero principiante, que disponía de una ocasión de oro para alternar junto a figuras y dar un serio toque de atención, todo un aliciente para ellos que salían a por todas, y para el público que esperaba su total entrega y apostaba por ellos.
Ese tipo de funciones perdió la esencia de su tradicional combinación, y desde hace años cuesta que en ellas hagan el paseíllo coletudos de antaño. También es verdad que ahora los matadores se perpetúan en la profesión como nunca antes. Sea por lo que fuere, la nueva moda de anunciar sólo a diestros en activo se ha impuesto, restando atractivo a los festivales por cuanto el público ya tiene la posibilidad de verlos en corridas de toros.
Últimamente también se han celebrado muchos festivales sin la participación de algún aspirante, algo que nunca debería ocurrir por lo que de apuesta de futuro supone. En el acontecido el pasado 1 de diciembre en el Palacio de Vistalegre se acarteló a Olga Casado, alumna de la Escuela Taurina de Madrid ‘José Cubero Yiyo’, y para ella acabaron siendo todos los titulares tras cortar los máximos trofeos. Y así fue por méritos propios. No por ser la más modesta del cartel, en el que figuraban entre otros Ponce o Roca Rey. No por ser novillera sin picadores mientras el resto eran matadores de toros. No por ser mujer en una terna completada por hombres. Lo fue porque se lo ganó con su actitud y con su quehacer.
La actuación de Olga Casado demostró que el toreo es cosa de personas, no de sexos. Que el toro obedece a la muleta sin tener en cuenta la fuerza de quién está detrás de ella. Que triunfa quien se lo gana sobre el albero sea cual sea su género. Olga hizo el toreo y nadie le dio mayor valor por tratarse de una mujer. Que acabe alcanzando su sueño de doctorarse y ser figura dependerá de ella, como quedó patente en un festival en el que, además, se preservó la inclusión de una novel, como siempre debió ser. Ojalá no se descuide ese importante detalle en sucesivos festivales.
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