"..¿Cómo romper el cerco de silencio que se cierne sobre las novilladas y reavivarlas de una puñetera vez? Me extraña la pasividad de los empresarios profesionales, que solo parecen atentos a la rentabilidad del presente y no piensan en el (su) futuro.."
EN CORTO Y POR DERECHO
Reivindicar al novillero
José Carlos Arévalo
Si se pidiera a los viandantes que pasan por la calle que nos digan el nombre de cinco matadores actuales no los daría ni uno. Y si se pidiera a los aficionados el nombre de cinco novilleros actuales, tampoco. ¿Qué ha pasado con las novilladas?
Hace ya bastantes años, unos amigos ingleses de paso por España me pidieron que los llevara a los toros. Les propuse el domingo próximo, pues había novillada en Madrid. Ni hablar, me respondieron, nosotros queremos ver una verdadera corrida de toros. Me sorprendió su respuesta. Porque siempre me han interesado las novilladas y por lo demás nunca habría pensado que no fueran verdaderas.
Pero hoy tengo la impresión de que la opinión Pu-Bli-Ca-Da española se ha vuelto un poco inglesa y de que el público actual, incluidos los aficionados, solo es afecto a los Gran-Des Espectáculos. O a lo que dice la prensa o sale por la tele. Y en estos ámbitos, los toros cuentan menos que el cricket. Una pena.
Porque la temporada de este año nos ha presentado un buen número de novilleros muy interesantes. Cosa extraña, ¿porque dónde han aprendido a torear si la temporada novilleril empieza realmente en agosto? ¿Y cómo es posible que se les vea tan capaces cuando torean en las plazas importantes, sin apenas rodaje y donde el novillo de hoy es igual al toro de ayer, solo que con más cuernos? ¿y cómo aceptar que varios de ellos hayan tomado la alternativa porque parecen cuajados pero sin que los conozcan ni en su pueblo?
Esta anómala situación, que pone en peligro el futuro de la Fiesta, ha puesto en estado de alerta a los aficionados y a las autoridades que se ocupan de la tauromaquia en algunas Comunidades Autónomas. Y han surgido generosos y mal organizados ciclos de novilladas que, lógicamente, se han solido celebrar a plaza semivacía. Lógico. El tufo oficialista y no muy transparente del burócrata taurino y el talante escolar del novillero no tienen el tirón de la vida agreste, dura y libre, de los novilleros de antaño. Los de hoy hacen mejor el toreo, pero lo dicen peor. Da la sensación de que la escuela enseña el oficio y reprime la personalidad.
¿Cómo romper el cerco de silencio que se cierne sobre las novilladas y reavivarlas de una puñetera vez? Me extraña la pasividad de los empresarios profesionales, que solo parecen atentos a la rentabilidad del presente y no piensan en el (su) futuro. ¿No tendría más fuerza y garantía una liga nacional de novilleros pactada y coordinada por el empresariado taurino? ¿No es sospechosa su aceptación de la competencia mediocre, desleal y subvencionada de los dueños de las plazas de propiedad pública?
Como quiera que sea en la pasada temporada ha surgido una media docena de novilleros muy buenos y muy poco conocidos. En su anonimia incluyo al salmantino Marcos Pérez, a quien tal vez perjudique su grimosa imagen de niño prodigio que parece programado para torear en solitario. Si este invierno hubiera crecido podría incluírsele en una buenísima terna, completada por dos novilleros que me han gustado muchísimo. Uno, aragonés y con nombre de rey de los judíos: Aarón Palacios. Y el otro, andaluz, un sevillano y con nombre de nacido en Baracaldo: Javier Zulueta. Con estos tres, la que formarían un Domingo Dominguín, o un Rafael Sánchez “Pipo”, o un José Antonio Chopera.
El novillero reprimido por la mediática ley del silencio necesita ayuda por bueno que sea. Y no habría que reivindicarle, sino presentarlo en sociedad como es debido. /Burladero.tv/
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