Ntra. Sra. Virgen de la Regla en procesión en el Coliseo el Llano de Tovar
-Fotos: Adán Contreras-
ROSARIO DE MANSEDUMBRE EN EL DÍA DE LA VIRGEN
Manso encierro nuevamente de la ganadería
tachirense San José de Bolívar, donde las únicas opciones de triunfo vino de la
mano del diestro valenciano Eduardo Valenzuela, quien cortó una oreja y
escucharía in extremis los tres avisos en el que cerró su lote. *** Destacada
labor del rejoneador Francisco Javier Rodríguez, malograda con el rejón de
muerte.
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
TOVAR, Mérida (Enviado Especial).- Ha sido un muestrario de mansedumbre.
Salvamos de la quema cierta nobleza, del segundo, y el desempeño del que se
lidió para rejones. El resto, mala imagen de una ganadería quien tiene que
desterrar a fondo mucha “hierba mala” en su dehesa, si quiere en un futuro
salir de un bache que ha lastrado por segunda tarde consecutiva el lucimiento y
espectáculo. Ver pasar un quinario a toreros con semejantes mulos, no es lo más
llamativo, ni como aficionado ni como espectador.
Tarde ya
señalada de pobre contenido artístico. La única y a la postre trofeo auricular
de la tarde la cortaría el joven espada valenciano Eduardo Valenzuela, quien
pechó con lo menos malo del envío que desde suelo tachirense enviaron los
encargados de la ganadería en Venezuela de Jerónimo Pimentel. Mucha facha
algunos, bellos pelajes, pero ausentes de bravura para tomar con nobleza y
largura las telas, y mucho menos pelear con fijeza en los caballos.
Tanto el robusto
torero de Seboruco, César Vanegas, y el debutante mexicano “El Chihuahua” han
pasado por Tovar sin mucho que contar, solo voluntad y decisión de agradar al conclave. Pero con
estos toros, ni Manolete resucitado… Por su parte el rejoneador yaracuyano
Francisco Javier Rodríguez ha dejado muestras nuevamente su meritoria lidia a
caballo que ha interpretado, ante un astado que igualmente le dejó lucirse en
pasajes, pero el rejón de muerte truncó posible triunfo.
La tarde
comenzaría gafada. Nuestro buen amigo, el fotógrafo “Cucú” Rincones se iba de
bruces enredado en el callejón, partiendo un lente y cámara, herramientas de
trabajo suyos, segundos antes que el toro que abrió plaza buscaría salida
saltando hasta en dos ocasiones al callejón. Con estas credenciales Vanegas
pasaría tanto de capa y muleta con brevedad al mencionado mansurrón, no sin
antes demostrar deseos de agrado clavando banderillas más con voluntad que
decoró.
Su segundo,
el recibo de capa sería lo más lucido de su actuación a lo largo de la tarde,
pues nuevamente en banderillas las vería complicada, clavando en comprometidos
embroques que a punto le pudo costar un disgusto en las cercanías del burladero
4. No podía hacer mayor cosa el torero, al comprobar corto y bruscas
embestidas, que no le dejaron estar a gusto. El pinchazo ante de dejar una
estocada trasera desprendido le bastó para ser silenciado.
Valenzuela vería
las dos caras de la moneda. Con su primero las verónicas de saludo presagiaron
algo grande, tal y como ocurrió posteriormente en la muleta, pasando por ambas
manos la noble embestida de «Fundidor», quien agradecido con la lidia de
Valenzuela duro lo justo para amalgamar una labor pulcra, medida y exacta en su
dimensión. El espadazo que recetó previo al golpe de descabello le valió el
corte de una oreja cortada con merito y peso.
Lamentablemente
con el precioso castaño claro que cerró lote no pudo hacer nada, dada su
mansedumbre y limitado recorrido. Tanto así que a punto estuvo de saltar al
callejón tras ser picado y banderilleado. Lo dilatado de su proceder con la
espada, no encontrándole muerte, hizo que escuchara los tres recados
presidenciales que aun así no impidieron que despachara al morlaco con el
verduguillo cuando las asistencias por fin se lo consiguieron de su esportón.
Poco que
comentar del debutante Antonio García “El Chihuahua”. El de su estrenos por
estos lares no le dejaría opciones de brillar, dado que solo bastó dos tandas
para que impertérrito se agarra al piso, en los medios. Antes había
banderilleado a toro pasado, lo que al final tras bajonazo se le silenciara.
Lamentable
lo que sucedería en el cerró plaza, donde nuevamente pechando con un toro de
mulas posibilidades, dio pie a que el coleta en mención tomara por relajo el
ruedo, gesticulando en exceso con el publico, lo que restaría méritos y respeto
a la plaza y su afición. Tanto así, que hasta una vuelta al ruedo se permitió.
Francisco
Javier Rodríguez no ha coronado con el rejón de muerte una gran actuación. Así
lo demostró en su meticulosa lidia ante «Primoroso», clavando un rejón de
castigo, para luego en banderillas dejar con solvencia y eficacia farpas, a una
mano y en el colofón de su labor, a dos manos, lo que dejaría preparado el
terreno para un triunfo que no se dio por un erróneo uso del descabello tras
haber clavado caído y contrario la hoja de peral, es decir el rejón de muerte.
Su vuelta al ruedo fue ovacionada con fuerza por los presentes.
Eduardo Valenzuela
César Vanegas
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