la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 26 de noviembre de 2022

El baile de corrales / por Pla Ventura


 El baile de corrales
Pla Ventura
Toros de Lidia/25 noviembre, 2022
La diáspora que se ha producido este año ahora en el final de la temporada respecto a toreros y apoderados, ha sido algo inusual; siempre ha habido cambios o rupturas pero en esta ocasión creo que hemos batido el record de separaciones. Y lo dicho no es nada bueno, ni para el torero ni para la fiesta; algo anda mal cuando hay tantos cambios porque cuando todo va bien no se mueve nadie. Esas desuniones son el símbolo de la miseria en todos los órdenes pese a que toreros y apoderados, todos, a la hora de la ruptura, todos dicen haberlo dejado de mutuo acuerdo y sin lacerar las relaciones de amistad.

Insisto que, tras todo lo sabido, enumerar todos los “matrimonios” que existían en el toreo, para ello necesitaríamos muchas páginas porque ha sido todo un desacato en toda regla. Me duele en el alma la situación que describo puesto que, es el detonante de toda la ruina que anida en la fiesta de los toros, la que unos pocos se lo llevan todo y el resto, digamos que el noventa por ciento restante, al ver las míseras liquidaciones, “lógicamente” no se les ocurre otra cosa que cambiar de mentor y, como dice nuestra sabiduría popular, de molinero cambiarás, pero de ladrón no te escaparás.

Y los triste o sangrante de la cuestión es que, si lo analizamos, ¿quién tiene la culpa de la ruptura, el torero o el apoderado? Una pregunta que nadie podría responder con exactitud porque, el apoderado, como se supone, intenta la mejor contratación para el torero mientras que éste piensa que no se ha hecho todo acorde a su valía. Quizás ese pueda ser el caso de Sergio Serrano que rompió con Manolo Amador, como podríamos citar a una caterva de disoluciones mercantiles al respecto.

Me viene ahora a la memoria la gran faena que le hizo a un toro de Victorio Martín en Madrid, Sergio Serrano en la pasada feria isidril y, tras una epopeya con la muleta en mano, Serrano, marró una faena de escándalo que, de haber acertado a la primera con toda seguridad le hubieran dado, con toda justicia, las dos orejas. Eso no ocurrió. Serrano que se había jugado la vida limpiamente, con  esa verdad inmaculada, a la hora de matar se afligió, razón por la que se esfumó el triunfo. Una pena, pero es una realidad incuestionable.

Seguro estoy que, Manolo Amador, un segundo antes de que Sergio Serrano empuñara la espada, pensaría el hombre que como aquello era de dos orejas con rotundidad, dicho triunfo sería el aval que le permitiría firmar muchos contratos. Al no haber éxito los contratos no llegaron mientras que, el matador de Albacete, seguro de sí mismo tras aquella grandiosa faena y otras muchas que ha llevado a cabo, no podría entender jamás que no se le atendiera como en verdad merecía. ¿Lo merecía? ¡Seguro que sí! Pero amigo, los toreros deberían saber antes que nadie de la crueldad de la profesión a la que se dedican. Si muchos toreros han quedado en la cuneta tras haber triunfado por lo grande en tardes determinadas, ¿qué pueden esperar aquellos que no han culminado la faena con triunfo?

¿Solución? Cambiar de apoderado creyendo que estos hombres hacen milagros. Eso hacen los equipos de fútbol cuando no ganan, cambian al entrenador para contratar a otro hombre al que se le supone la varita mágica. Y nada es así. Los culpables son los jugadores que no han sabido o podido ganar; el entrenador pude decir muchas cosas, pero lo realmente cierto es que él no juega. Entonces, ¿Por qué siempre se le declara culpable del fracaso?  A los toreros les sucede lo mismo pero con otro agravante, que si no hay triunfos es sueldo es muy escaso, distinto a los jugadores de fútbol que, entrene el que fuere, el sueldo lo tienen asegurado. O sea que, no le demos más vueltas, no hay rupturas por capricho, todas tienen un sentido específico, la plata, como dirían allende.

Yo creo que, todo lo dicho lo podríamos resumir en una frase lapidaria que le dijo Curro Díaz a un chaval que está empezando cuando éste le pregunto al maestro: “Entonces, ¿cree usted que tengo condiciones para ser un torero importante?” A lo que el diestro de Linares le respondió al chico: “No me cabe la menor duda de que tienen argumentos  y condiciones artísticas para llegar muy lejos; claro que, en este mundo tan complejo como el nuestro, lo que yo entiendo como una virtud, para otros puede ser el peor de los defectos” El maestro sabía muy bien lo que decía porque en su misma persona ha experimentado aquello que le decía al chico que quiere ser torero. El que sepa, que analice.

No hay comentarios:

Publicar un comentario