Foto: Victorino Martín
No sé por que imaginé que hablaba entre otros de nuestros “protectores” de oficio. Zoófagos, glotones de carnicerías, que por ley amenazan borrarnos de la faz de la tierra, prohibiendo las corridas (nuestro sustento). Dizque para impedir que sigamos defendiendo la vida en buena lid, ritualmente, públicamente.
Una carta fabulosa
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali XI 14 2022
Hola Jorge: Hace frío por estos días acá en Extremadura, pero nada vengo de generaciones a la intemperie. Decidí escribirte abiertamente (puedes publicarlo), con perdón de tantos de los tuyos que inconsultos ahora lo hacen por nosotros. Apersonándose sin pedir permiso, administrando a capricho nuestros “derechos”, asignados por ellos mismos, entre los cuales, claro, no va la opinión de los “representados”. Creo que a ustedes les pasa igual con los políticos allá, ¿no?
Bueno, ya sabes, vivo retirado desde hace más de ocho meses en mi finca. El placentero arte de la procreación, los paseos por el campo y el oír lo que suena por ahí ocupa mis días. Divago, rumio, disfruto… He subido de peso, entenderás. Los ímpetus, las cicatrices y los recuerdos de mi bravía juventud se van atenuando.
Aunque no, nunca los de aquel domingo 6 de marzo pasado en Olivenza. ¡Uf! Qué fiesta. Cómo la viví. Pleno, con toda la alegría y el vigor de mis 578 musculosos kilos (¡Ay! volver a tenerlos). Lástima que te la perdieras. Quizá la conozcas, te copio un fragmento de la nota que publicó Sixto Naranjo en “El Albero” ese día. Modestia aparte, me pareció justa (nada de sobre):
“La lidia total llegó con el precioso quinto. Tomó una vara cobrada a ley viniéndose de largo y empujando abajo. Y después, el delirio en un sobresaliente tercio de banderillas protagonizado por el propio Ferrera en compañía de Fernando Sánchez y José Chacón. La plaza en pie de nuevo. Las hechuras no podían fallar y no fallaron. Embistió con humillada y enclasada nobleza por el pitón izquierdo y por ahí lo reventó Ferrera. Tandas cada cual más profundas y con más número de muletazos, con el victorino respondiendo a la apuesta del torero. Por el derecho, sin ayuda, apuntó menos humillación, pero se daba con igual temple y ritmo. Por ello volvió a la zurda el torero para dejar una serie rotunda. Otra vez a la zocata sin ayuda y un cambio de mano que resultó eterno. La llama del indulto ya había prendido para entonces en los tendidos. Se intuía y presentía. No se hizo de rogar mucho el palco, que asomó el pañuelo naranja entre el delirio de los tendidos…”
Ahí cambió mi destino. Ahora en mi ganada molicie tengo tiempo hasta para vuestra literatura. Y a propósito, supe que le dieron el Premio Cervantes al poeta Venezolano Rafael Cadenas. Casi póstumo, tiene 92 años. Como siempre sacudieron su biografía, exhibieron sus fotos y lo ametrallaron a preguntas. Los periodistas. Él, qué como yo ha sido tan discreto, callado y rebelde, a una contestó: “La vida suele llamarse hipócritamente sagrada por los que atentan contra ella”.
No sé por que imaginé que hablaba entre otros de nuestros “protectores” de oficio. Zoófagos, glotones de carnicerías, que por ley amenazan borrarnos de la faz de la tierra, prohibiendo las corridas (nuestro sustento). Dizque para impedir que sigamos defendiendo la vida en buena lid, ritualmente, públicamente.
Porque según alegan lo decente, lo verdaderamente moral, “nuestro derecho” y fin, es el asesinato indefenso, con descuartizamiento, masivo, cotidiano, anónimo, infame, oculto. Como el de todos los millones y millones de mansos (bienaventurados los mansos) que no tienen el privilegio de salir al ruedo. Tendría otras muchas cosas tan, tan humanas cómo estas que comentarte. Pero disculpa, debo cortar. Irresistibles mugidos me reclaman.
PD: Siento que mis parientes anunciados para la feria de tu pueblo a fin de año, ya no vayan. Cosas de salubridad, dicen.
Hasta la próxima. Saludos de tu amigo cornudo, aun vivo y feliz.
Madero
Nº 52. Semental certificado
Las Tiesas - España
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