José Ramón Márquez
En la hora de la penúltima defección, un pobre hombre, quizás para lavar un poco su conciencia, le remite una carta acaso queriéndose explicar.
Él anota en el sobre, de su puño y letra: ‘No me interesa’; la pone dentro de otro sobre y se la devuelve al don nadie, sin abrir.
Que la tierra le sea leve.
Fuente: Blog Salmonetes ya no nos quedan
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