RIOBAMBA: “EL CORDOBÉS” POR EL CHIMBORAZO
Por Juan Lamarca
Riobamba, 21 de Abril de 2010
Tampoco se le resistió a Manuel Benítez la subida a El Chimborazo, un volcán apagado, cuya actividad se remonta a muchos siglos atrás.
Este volcán, conocido también como “El cíclope de Los Andes”, tiene la altura de 6.310 m.s.n.m., siendo la parte ocupada por la nieve de 2.220 metros.
El famoso “El Cordobés” caminaba entre la piedras volcánicas con la soltura y vigor de un experto andinista por la base del Coloso de los Andes, siguiendo la estela de personalidades que ascendieron en distintas épocas como el Libertador Simón Bolívar, dónde cuentan que éste “miró al abismo y a la eternidad, y sintiéndose seducido por su fantasía y escribió una hermosa pieza literaria: "Mi Delirio sobre el Chimborazo".
De Riobamba salimos el grupo excursionista hacia la cordillera occidental de los Andes a 38 Kms. de distancia.
Por la serpentina y empinada carretera, entre el verde páramo donde pastan los toros de “Campo Bravo”, pasando por las comunidades andinas entre cultivos de patatas nativas descendientes de las que Colón llevara a España para quitar el hambre a la ingrata y desleal Europa, se dirigía la furgoneta donde el conductor no daba a basto a responder al inquieto interés de “El Cordobés”.
Las carcajadas de Benítez espantaban a las vicuñas galopantes por las ya desérticas laderas cuando le refería que los indígenas se administraban con su propia ley, y que en casos de yacer con la mujer de otro, o robar una gallina, o un borrego, acarrearía al autor su azote público, colgado y “disfrutando” del escozor del humedecido látigo por el jugo de ortigas.
Llegados a la base del “Dios del Hielo”, a 5.000 mts. de altitud, Marianita, nuestra guía turística quiteña “de toda la vida”, preocupada por lo “nuevos en esta plaza” repartió para tomar porciones de panela –miel extraída de la caña de azúcar- en prevención de “pájaras” que nos sacara el aire. El Cordobés comió la suya y se fue raudo a caminar traspasando los límites de lo aconsejable.
La altura no perdona, repetía Marianita; pero ni caso le hacía el Ciclón Benítez que, como en sus mejores tiempos , imponía su ley y nadie podía seguirle. Nos dejó perplejos y hasta que no alcanzó el ruedo acotado por burladeros funerarios con las inscripciones de “los que ya no volvieron” –por estos lares no es de gusto pronunciar el vocablo fatídico- no paró.
Su “hermanillo” Sacromonte, asombrado por “El Chimbarazo” –así le dio por nombrarlo- le gritaba: “Manuel que te va dar algo”.
Por si los pelos, Javier Morales, se tapaba aculándose en tablas, mientras que Lamarca sobre su orgullo patrio hacía intentos baldíos de echarse a los medios. Atrás quedaban los demás pidiendo más panela.
Miguel Moreno Zapata echaría en falta a algún corcel de su recordado padre, el gran rejoneador Moreno Pidal, y las mulillas de la Monumental “Raúl Dávalos” de Riobamba serían soñadas por su gerente Polo Rosero para que tiraran de su gran humanidad.
La sonrisa de “El Cordobés” se abría triunfante y su níveo cabello se confundía con la cima nevada del Chimborazo, dos colosos frente a frente, dos volcanes inactivos pero admirados y majestuosos sobre los lomos de los Andes ecuatorianos.
"Soñando con las mulillas"
Juan Carlos "Polo" Rosero"
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