(Fotografía: Archivo del administrador)
¡LA PODREDUMBRE!
Fortunato González Cruz (1)
Por la calle real
Diario Frontera de Mérida-Venezuela
Lunes 14/06/2010
Las cientos de miles de toneladas métricas de alimentos descompuestos y las respuestas cada vez más desvergonzadas de los voceros oficiales ponen en evidencia que la podredumbre es infinitamente mayor que la de los contenedores de PDVAL.
Es una putrefacción que desborda las estructuras del Estado y del Gobierno y contamina a toda la sociedad venezolana. La verdadera tragedia va, en mi concepto, mucho más lejos de la desmesurada corrupción que es uno de los principales ingredientes de la revolución junto con la ineficiencia y la arrogancia, que afecta a los tuétanos de una sociedad sometida al acoso de esta nueva élite bolivariana que ha hecho de la impudicia su bandera.
La podredumbre sube y baja desde la jefatura del Estado, pasa por la totalidad de los organismos públicos hasta los consejos comunales. En la revolución no se adjudican obras, ni se firman contratos, ni se paga nada sin jugosas comisiones.
La corrupción corrompe desde los sancochos comunitarios y la contratación de trabajadores eventuales hasta las gigantescas compras de las empresas expropiadas, la venta de petróleo y sus derivados, los negocios de divisas y de bonos del Estado, todo, absolutamente todo.
Podridas como PDVAL están las cárceles, unos depósitos de seres humanos sometidos al trato más cruel. La corrupción ha pervertido las relaciones internacionales que giran en torno a los grandes negocios de la boliburguesía y a los intereses de una izquierda avarienta de poder y del disfrute voluptuoso de sus favores. Es como la peste negra de la Europa Medieval, que nos cayó sobre los venezolanos como una Maldición de Dios, transmitida desde las estructuras del gobierno y afecta con sus bubas, sus fiebres y su pestilencia a nuestro pobre país rico.
Es un mal semejante al que ya sufrieron lo rusos, los chinos, la Europa Oriental y hoy somete a Cuba, a Corea del Norte y algunos países africanos que, como el nuestro, se empeñan en retroceder a los primeros años del siglo XX arrastrados por autócratas que enajenan a sus compatriotas con jarabe de lengua, billetes y miedo.
¿Cómo pueden hablar de la “nueva ética socialista” sin sonrojarse? Hay que tener la cara bien dura para sostener semejante consigna cuando el país sufre la peor de sus plagas.
¿Para qué una investigación? si todo el país sabe de antemano que no habrá fiscal ni juez que se atreva a mover un dedo que siquiera asome una sospecha contra nadie que tenga un pelo de poder. Hace tiempo que no se puede decir la palabra probidad en los medios judiciales, que están tan malolientes como los contenedores de PDVAL.
El rostro más impresionante de este monumental saqueo es el del Contralor General de la República, blandengue funcionario que ha logrado montar el más inútil de cuantos sistemas de control se le ha podido ocurrir a nadie, hecho a la medida de una revolución empeñada en crear una nueva oligarquía basada en el saqueo de la fortuna petrolera.
Pocas veces en nuestra historia habíamos tenido un Estado más débil, aunque parezca paradójico, que no es capaz de controlar la delincuencia, prestar un servicio que no sea mediocre, mantener las carreteras en buen estado, asegurarle una vivienda digna ni siquiera a los que por 11 años han permanecido al sol y al agua tras una quimera.
La sociedad no es impermeable a la perversidad de sus élites; por el contrario, asimila más sus defectos que sus virtudes. Las fortalezas espirituales de los venezolanos se resienten; no obstante, en medio de este apestoso escenario, aún hay esperanza.
(1)
--Fortunato Gonzálz es Catedrático de Derecho de la Universidad de los Andes de Mérida-Venezuela, y Director del C.I.E.P.R.O.L.
--Fundador y Director del Aula de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni"
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