Última de feria. July, entre la Historia y la Importancia
José Ramón Márquez
Pues la verdad es que, afortunadamente, uno no vale para echador de cartas ni lector de bolas de cristal, que pasó la tarde de July y, como dice el clásico, ‘fuese y no hubo nada’, que es lo que uno de alguna forma quería, que hubiese toreo o no hubiese nada.
Pero vayamos por partes y dejemos a July para el final.
La corrida, como no podía ser menos, pasó de rositas el escrupuloso control veterinario de Las Ventas. Cum laude en el previo y cum laude en el del día de la corrida. No como esos Dolores Aguirre, Palhas o Adolfos, que vienen a Las Ventas con las peores basuras de sus dehesas y obligan al jurado veterinario a tener que defender contra viento y marea los intereses sacrosantos de la afición, de la legalidad y del espectáculo y poner esos desechos en la calle, por pura dignidad.
Hoy la corrida pasó como una tía. El hecho de que el primero y el tercero, degolladitos, gorditos y sin trapío fuesen aprobados no quita un ápice de rigor al escrupuloso reconocimiento veterinario, fiable y riguroso.
Los toreros, como decía el clásico, bien, gracias. Manolito Sánchez en su primero hizo sus manolitadas y lo mató a la última partiéndole la madre, y en su segundo, un toro bobo de solemnidad, estúpida caricatura de un toro bravo que atendía por Mancheguito, número 52, se puso en plan fino, acompañando la bobaliconería de la embestida del tal Mancheguito, y seguro que le habrán hecho alguna foto buena, pero el toreo, lo que se dice el toreo, brilló por su ausencia. A éste también lo mató a la última, pero sin partirle la madre, que dijo aquél, o sea que no hubo vómito.
Talavante no es ni la sombra del Talavante del año pasado, que era Talatrás. En las cinco tardes que le llevo vistas este año, creo que se va liberando de la nefasta influencia que para él supuso su anterior apoderado, que a toda costa lo quiso Atomasar, y ahora parece que está en el camino de poner sobre el albero su personalidad.
Con el lote más complicado, especialmente su segundo, que tiraba un incómodo derrote al final del muletazo, Talavante estuvo como para aprobar, lo cual es un triunfo comparado con él mismo no hace tanto. A su primero le hizo el mismo inicio de faena que el 19 de mayo, a excepción del pase cambiado por la espalda. Luego toreó a veces con verdad, especialmente por naturales, y remató la faena con las absurdas manoletinas, atavismo de su vida anterior.
Se dio él solo una vuelta al ruedo y recibió el aplauso agradecido del tal Rosco, ése del tendido bajo del 7, que después de su solícita entrega de pastelillos por el tendido verificada unos días atrás, no cesa de mostrar al orbe su rostro más humano.
¿Y qué decir de July, el Playmobil del Toreo, el niño eterno? Lo fácil, lo trillado sería decir que ha estado importante. ¿Y cuándo no, si su registro va de lo histórico a lo importante? Pues hoy no ha llegado a histórico y ha estado sólo importante, como casi siempre.
Quiso hacer el esfuerzo en su primero, con el que se salió a los medios con torería y en el que, aunque parezca mentira, ofreció algunos destellos a base de esfuerzo en los que parecía que pretendía torear hacia adelante y quedarse en el sitio; hubo también otros momentos en los que se imponía el July de siempre, de pico, suerte descargada y temple y construyó con esos mimbres una faena de altibajos, con más tendencia a lo facilón que al riesgo.
Conviene decir que esa misma faena en manos de uno cualquiera, pongamos Rafaelillo, seguramente habría sido cantada como buena, pero que, sin embargo, representa un pobre bagaje para un figurón cuyo registro se encuentra entre la Historia y la Importancia.
Finiquitó July su labor con una estocada mal ejecutada, mal colocada y de fulminante efecto que excitó la petición de oreja, que igual que no se la dieron, se la podían haber dado.
En su segundo tiró las cartas al montón y se amontonó con muleta y espada dejando una pobrísima versión de su toreo histórico e importante con un toro menos claro y la certera impresión de que lo que más le apetecía era largarse de la plaza cuanto antes.
De las cuadrillas, los picadores y los heroicos monos salva-pencos daría para hacer una cosa aparte. No entiendo cómo July y Talavante llevan esas cuadrillas.
Por fin finalizó el grillerío de Madrid. Por fin. Ahora vuelve el sosiego de las novilladas con turistas, sin tanto público sobrevenido y sin la crítica pelmaza y desinformadora, que los unos estarán disfrutando de la parcela y los otros haciendo bolos por esas ferias de Dios y contando bolas de esas mismas ferias. Que tanta paz hallen todos ellos como descanso nos dejan a los que quedamos en lo que queda de Las Ventas.
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