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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 14 de junio de 2011

- LA PLAZA NUEVA DE MADRID -COMPETENCIA, PIQUETES E INAUGURACIÓN / Por Aquilino Sánchez Nodal

Salvador Sánchez "Frascuelo"
Biografía por Atº García-Ramos

COMPETENCIA, PIQUETES E INAUGURACIÓN

- LA PLAZA NUEVA DE MADRID -


Aquilino Sánchez Nodal – “Frascuelo” Capítulo, 13º

La temporada 1.872 termina con una corrida de toros extraordinaria. Las esquinas de Madrid despiertan empapeladas con carteles anunciadores del mano a mano, Rafael Molina “Lagartijo” y Salvador Sánchez “Frascuelo” - con una coletilla impresa:

. . . “ Rivalizarán en el lucimiento de las suertes para satisfacción de la concurrencia”.

La manoseada competencia entre los matadores se había convertido en puro marketing empresarial. Para ofrecer una novedad en los festejos que actuaba uno de los matadores como único espada, el otro hacía de sobresaliente; estaba obligado por contrato a permanecer en el tendido vestido de luces, capote al brazo, cuadrilla dispuesta y fundón preparado por si fuera necesaria su intervención. ¡Nunca se había anunciado algo tan cruel y vejatorio como resultaba aquella situación!. Jamás en la historia de la tauromaquia se ha llegado a ese extremo de ridiculizar a una figura del toreo. Detrás de aquella maniobra estaba la intención de enemistar a los dos matadores contendientes aunque tampoco dio el resultado esperado por la empresa implicada para reducir el caché de los honorarios de las dos figuras. Lo único que separaba aquellos dos matadores de toros era el contraste diferente en ejecutar las suertes:

- Salvador, ardiente: Rafael, fino;. . . Rafael, discreto; Salvador, engreído; Salvador, violento; Rafael, pausado . . . Rafael, elegante; Salvador, brusco. Salvador, envidioso; Rafael, resignado.

La competencia taurina en aquellos siniestros tiempos, no se limitaba a las plazas de toros, las tertulias y los cafés, estaba en la calle. La ferocidad se respiraba en el aire, en la opinión pública y en la política, naturalmente contagiaba los tendidos. Olía a guerra, se respiraba el Apocalipsis anunciado en el Libro de San Juan Evangelista. El odio de las dos Españas helaba los corazones y anunciaba el comienzo de crepúsculos sangrientos para aniquilar a los conservadores. En la plaza de Madrid se despedían las corridas de toros con proclamas provocadoras:

- ¡ Mueran los negros !.

- ¡ Muerte al liberalismo !.

- ¡ Aplastemos los boinas !.

Cruz Roja, era una asociación ajena a las zozobras populares y vigilante de las agresiones causadas por las turbas. Para su mantenimiento no bastaba la subvención del estado y eran necesarios otros recursos económicos. En España no existía espectáculo popular más concurrido y que recaudara más que las corridas de toros. El presidente de la hidalga institución cree salvado el presupuesto con importante superávit: - “Demos una gran corrida de toros . . . Es lo más patriótico, democrático y no ofende a contendientes de ningún bando”.

“Frascuelo” se ofrece de inmediato a torear la primera corrida a beneficio de la Cruz Roja Española pero . . . exige actuar en solitario. El mandatario de la asociación altruista agradece el ofrecimiento pero no puede aceptar porque se ha llamado a Lagartijo para que toree el festejo aunque el cartel no se ha cerrado ni concretado los participantes que pueden actuar en un mano a mano. Salvador no cede y menos al saber que se ha contado con otro matador antes que con él:

- Tengo que ser yo solo, y sino ná . . . ¡Es mi última palabra !.

El señor Sanz, apoderado de Salvador y hombre sagaz, con la intención de arreglar el asunto a favor de su apoderdante se reúne con los miembros de la comisión encargada de organizar la corrida de la Cruz Roja:

“Señor Presidente, señores de la Comisión, hay una fórmula que dará más rendimiento económico a su fundación benéfica. “Frascuelo” toreará esa corrida como único matador. Después se programará, un mano a mano con Rafael, otro día y otra corrida de toros. Entendido que ninguno cobrará una peseta en ambas actuaciones, tendrán dos corridas de toros al precio de una”.

¡Es una gran idea . . . Una ahora y … otra luego ! . . . Aprobado por unanimidad – decidieron los orondos comisionistas de largos bigotes.

“Frascuelo” toreó el día 23 de Abril con un vestido lila y oro a juego con el capote blanco y lila bordado en oro, regalo de una señora de la institución aristocrática benéfica. Las faenas realizadas por Salvador estuvieron cuajadas de valor, serenidad y acierto con la espada pocas veces se verían superadas en aquel ruedo . . . Los quites resultaron inmejorables. No hubo una pausa en la lidia de los seis toros. El festejo comenzó a las cuatro y terminó a las seis de la tarde, duración desmesurada para aquellos tiempos.

La segunda parte del pacto, el mano a mano, fue de lo más desdichado. Lagartijo actuó enfermo, según sus sirvientes, “una mala tarde del torero cordobés”. “Frascuelo” anduvo correcto nada más, intervino en los quites propios y los que le correspondían a su compañero. El lleno de no hay billetes las dos tardes. Lo mejor de aquello fue el resultado económico.

Fecha histórica: 4 de Septiembre de 1.874, se inaugura la Plaza Nueva de Madrid. El cartel estaba en la calle quince días antes. Ocioso, parados, mendas, curiosos inquisidores del derroche público y temerosos de ser cazados por los piquetes de obreros despedidos rodeaban el inmueble a todas horas ansiosos de que abrieran las puertas y saltara el toro al albero.:

Manuel Fuentes “Bocanegra”, Francisco Arjona Reyes “Currito”, Vicente García “Villaverde”, Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”, Salvador Sánchez Povedano “Frascuelo”, José Lara “Chicorro”, Jacinto Machio y Ángel Fernández “Valdemoro” a un toro por coleta de diferentes ganaderías participaron en la inauguración de la Plaza de Toros Nueva de Madrid. Los 13.500 espectadores que llenaron los tendidos salieron defraudados del acontecimiento, resultó largo y aburrido, los picadores fallaron en la mayoría de los puyazos, sin faenas excepcionales y sin una estocada perfecta a pesar de estar lo más granado de la torería del momento. Desde un tendido un aficionado grita a Salvador:

- ¿Que pasa “Frascuelo”? ¿Es que ya solo sabes torear a las marquesas ?.

Esa temporada y la siguiente Salvador cuenta por petardos sus actuaciones. En cambio Lagartijo triunfa en todas las plazas en las que torea. Son los mejores años de la vida profesional del torero cordobés.

Salvador Sánchez “Frascuelo” abandona Madrid, a su plaza de toros y a sus seguidores fieles de la capital. Se anuncia en plazas de capitales de provincias y en pueblos de poco relieve para seguir en activo. Aquel exilio fue la manera de taparse y esperar a recobrar la ilusión para reverdecer laureles e incorporarse a la batalla taurina y política con la intensidad necesaria.

Como así sucedió, yo lo cuento.




Rafael Molina "Lagartijo"

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