"...quien, en mi opinión, se llevó el gato al agua del festejo, el muy serio aspirante de Castellón llamado Varea. Ya habíamos descubierto sus excelencias toreras el año pasado en Zaragoza..."
Novillada de Hogueras en Alicante
Borja Álvarez y Varea a hombros con un parejo, variado e interesante lote de Fuente Ymbro
J.A. del Moral /23/06/2015
Es una pena que la generalidad del público español haya dado la espalda a las novilladas. Al contrario, en Francia tienen cada vez más éxito en las taquillas. Esta de ayer en Alicante, hubiera agotado las entradas en cualquiera de las ferias importantes del país vecino. Otra lección más que nos dan los aficionados franceses. La pobre entrada que ayer apenas cubrió un quinto o un sexto de las localidades de la plaza alicantina, fue el único dato negativo de la función. Pero por fortuna, el festejo fue televisado en directo por Canal Plus y muchísimos aficionados de todo el mundo – con internet se ven las corridas televisadas hasta en la Conchinchina – pudieron disfrutar tanto o más que los pocos que hubo in situ. De modo que, llenazo virtual.
El protagonismo del festejo se lo llevó la novillada de Fuente Ymbro. Seis gotas de agua aunque de diverso e interesante juego salvo el quinto. Los dos mejores fueron el que abrió y el que cerró la corrida. Mejor con mucho el primero que no paró de embestir en la muy larga, larguísima faena que hizo el local Borja Álvarez. Un muchacho recio, valiente, dispuestísimo hasta la extenuación – lo dio todo y más – pero vulgar artísticamente hablando. De eso no tiene la culpa Borja. Dios no le ha regalado ningún don salvo los que derrochó que no fueron pocos entre los que no estuvo el temple. Cómo es de rigor en estos casos, los paisanos se volcaron con Borja y le dieron la oreja de este novillo que fue de rabo. Cualquiera de sus dos colegas de ayer, Ginés Marín y Varea, lo habrían cortado siempre y cuando hubieran matado pronto y bien.
Las dificultades que tuvo el cuarto novillo, superadas a base de entrega incondicional a costa incluso de una cogida por fortuna sin consecuencias, le abrieron la puerta grande a Borja Álvarez que esta vez manejó muy bien la espada. Fue lo mejor de todo lo que hizo – todo y más – en un alarde de disposición poco común. El chico se fue a hombros más contento que unas pascuas.
Y a su lado quien, en mi opinión, se llevó el gato al agua del festejo, el muy serio aspirante de Castellón llamado Varea. Ya habíamos descubierto sus excelencias toreras el año pasado en Zaragoza aunque también ya habíamos sufrido una cierta decepción cuando este año le vimos en Olivenza. Pero ayer me encantó, sobre todo con el capote que maneja con variedad de elegido y con angélica suavidad. Tuvo en sus manos el lote medio del envío ganadero. La tardona nobleza del segundo, le obligó a tirar de su oponente con la muleta a base de firmeza y de temple hasta que lo bordó con la derecha. Enrazado por lo conseguido, se empeño al natural y resultó cogido – no era el izquierdo un pitón grato – aunque sin perder comba por el accidente. Varea hasta se permitió dar poncinas. La primera vez que veo hacer el “invento” de Ponce a otro torero. Pese a pinchar, cortó su primera oreja. Si no pincha le hubieran dado dos. Como también las dos del sexto al que mató de estocada casi entera caída y esta vez el presidente se negó a darle la segunda pese a ser pedida con clamor. Las mereció en mi opinión porque Varea dio un verdadero recital con el capote en una privilegiada exhibición interpretativa tanto en el recibo como en el quite, y llevó a cabo una gran faena in-crescendo rosiniano, como las óperas del gran Rossini, a pesar de que este animal tuvo un comportamiento decreciente. De maravilloso a poco a poco venido a menos, Varea anduvo soberbio con la muleta hasta cuajar la mejor faena de la tarde, ya de noche porque en Alicante paran para merendar y las corridas duran casi tres horas.
El también privilegiado de Jerez, Ginés Marín, tuvo el lote menos potable porque si también fue bueno el segundo novillo, fatal el quinto hasta el punto de tener que cortar por lo sano un trasteo que apenas pudo arrancar. Pero con el segundo, volvimos a gozar con este finísimo novillero que va para figura y eso ya no lo duda nadie. A su habitual solvencia, Ginés añade su gran clase. Da gusto verle torear porque maneja los engaños con natural donosura. Le brota el toreo como el agua de la fuente. Cuando falló con la espada, me di cuenta que llevaba la muñeca derecha protegida con una venda azul cual guante protector y alguien me dijo que está lesionado. Pinchó feamente, repitió con media caída tendida y acabó con el descabello. Si hubiera matado bien, habría salido a hombros junto a sus compañeros. Dio una vuelta al ruedo con general reconocimiento.
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