"...Fran Rivera es un individuo que siente la ceremonia como un alto copete y se pone una chistera aristocrática en el campo sevillano..."
El chaqué
Las mujeres tienen una frase con la que no contamos los hombres: «Va ideal». Esa frase es el máximo reconocimiento posible y la dicen con una sinceridad rendida, aunque odien a la mujer en cuestión. Los hombres no tenemos equivalente. De tenerlo, yo no se lo dedicaría ayer a Cayetano, novio de tarta, sino a sus hermanos.
A Fran por volver a llevar esa chistera que ya es como la chistera del guitarrista de los Gun’s Roses (es un poco el Slash de los toreros) o la de Tip. Que un bajito lleve esa chistera es… es de chapó. Pese a las críticas, se la vuelve a poner porque entiende que la elegancia es ir como Willy Fog y la mejor etiqueta consiste en darle copete a todo. Eso es, Fran Rivera es un individuo que siente la ceremonia como un alto copete y se pone una chistera aristocrática en el campo sevillano.
Y luego Kiko, que no llevaba chistera (hubiese parecido el Tribunal Constitucional), pero sí su primer chaqué. Kiko lo lleva todo como un chándal, cargado de hombros y como escocido, como Tony Soprano cuando salía a ver los patos por la mañana. Le tuvieron que medir el perímetro entre dos sastres y parecía un abrigo más que un chaqué. No le hacía esa curva descendente de pingüino, eran dos cortinones del Teatro Real. Aunque la elegancia de Kiko es llevarlo todo con la caciquil comodidad del chándal. Yo me pongo en chándal y parezco el masajista de la Linense. Se lo pone él y parece que va al Bada Bing, o un emprendedor ruso del sector servicios. En el chándal sale algo de déspota, ¡por eso lo llevan los Castro! Tiene una brutalidad escondida y llevarlo bien es la virilidad absoluta. Kiko chandalizó su chaqué. Le faltaba el pit bull. Fue ideal.
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