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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 6 de noviembre de 2017

La Camisetita / por Juan Manuel Rodríguez


El objetivo de llamar a la selección nacional de toda la vida de Dios La Roja o La Rojita no era otro que camuflar a España, hacerla invisible, difuminarla para acabar apágandola. Tras ese primer paso, la finalidad ahora de La Camisetita con vivas a la Segunda República y guiños a la Senyera es convertirla en absolutamente irreconocible para los propios aficionados españoles, cada vez menos vinculados emocionalmente con esta selección de estrellas de la Liga de Fútbol Profesional.

La Camisetita

Primero fue La Roja, después fue La Rojita, más tarde La Bomboncito, después La Caramelito y ahora La Camisetita. El objetivo de llamar a la selección nacional de toda la vida de Dios La Roja o La Rojita no era otro que camuflar a España, hacerla invisible, difuminarla para acabar apágandola. Tras ese primer paso, la finalidad ahora de La Camisetita con vivas a la Segunda República y guiños a la Senyera es convertirla en absolutamente irreconocible para los propios aficionados españoles, cada vez menos vinculados emocionalmente con esta selección de estrellas de la Liga de Fútbol Profesional. Así, cuando La Roja salga al campo vestida con el morado republicano, nadie logrará relacionarla con España. Nadie salvo, por supuesto, el podemita Pablo Iglesias, que está encantado con la nueva equipación. Y si Pablo Iglesias está encantado con algo que tenga que ver con España ya se sabe que hay que hacer justo todo lo contrario.

Como Del Bosque antes y Lopetegui ahora, La Camisetita de La Roja es cromáticamente equidistante. En un momento histórico como el actual, con la gente saliendo a defender la españolía de Cataluña y, aún a riesgo de sufrir las consecuencias, colocando banderas rojigualdas en los balcones de Barcelona, de Gerona, de Lérida y de Tarragona, la idea de la federación de Arrea Larrea de camuflar primero a nuestra selección para acabar convirtiéndola en los Harlem Globetrotters del fútbol mundial es un auténtico dislate. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?... Pues a esta situación hemos llegado consintiendo que el Marqués y su pandilla antepusieran la selección a los intereses de la nación; a esta situación hemos llegado dando por bueno que el actual seleccionador siguiera convocando a un individuo con ideas claramente antiespañolas, y que se jacta incluso de propagarlas desde la propia concentración; a esta situación hemos llegado con unos federativos que están a su propio servicio, luego al de la federación, más tarde al de la UEFA y, por último, al de la FIFA, cuando tendrían que servir a España; a esta situación hemos llegado también gracias a un periodismo deportivo adormilado, ensimismado y bobalicón.

Y si la selección se hace invisible, los clubes se ponen de perfil como paso previo a la volatilización. El sábado, desde el Camp Nou y con el consentimiento de la directiva de Bartomeu, se pidió la libertad para unos presos políticos inexistentes, se hizo publicidad negativa de la nación española y se le reclamó a Europa la justicia que, según parece, no existe en nuestro país. En este punto, el silencio de la Liga de Fútbol Profesional es bochornoso. Ya resultó dramático en su día que sólo el Elche diera la cara por la ley, la Constitución y el Estado de derecho, pero que los clubes profesionales de Primera y Segunda División miren hacia otro lado cuando uno de sus asociados nos escupe permanentemente a la cara es como para hacérselo mirar. ¿Qué les interesa? ¿El dinero? ¿Sólo les interesa el dinero? ¿Sólo les interesa el mercado chino? ¿Sólo les interesa neutralizar a la Premier?... Pues a lo mejor ha llegado el momento de que nosotros también prioricemos y, entre nuestros respectivos clubes, elijamos a España. Estadios vacíos. Tiendas oficiales vacías. Ni una camiseta que vender. Que las compre todas Pablo Iglesias, el fan de La Camisetita de La Bomboncito.

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