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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 6 de julio de 2020

VER TOREAR A CÉSAR RINCÓN ES COMO SI LE HABLARA A DIOS ... ¡Y que Dios te conteste!” / por Víctor José López EL VITO


Francisco Aguado, sin cruzar opinión con Dominguín, sentencia: - “César Rincón arrinconó el toreo, imprimiéndole a la fiesta sello de clamor rinconista”.

VER TOREAR A CÉSAR RINCÓN ES COMO SI LE HABLARA A DIOS ... ¡Y que Dios te conteste!”

Víctor José López EL VITO 
A LOS TOROS / Caracas, 5 Julio 2020
“Lo de César Rincón es como si le hablara a Dios… ¡Y que Dios te conteste!” Frase de Pepe Dominguín cuando le preguntaron el porqué tanto escándalo alrededor de lo que había hecho el colombiano en Madrid.

Francisco Aguado, sin cruzar opinión con Dominguín, sentencia: - “César Rincón arrinconó el toreo, imprimiéndole a la fiesta sello de clamor rinconista”.

Ambos se refieren a las salidas a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, Fue cuando todo comenzó: 21 de mayo de 1991. Cuando César Rincón, que había entrado por la puerta de atrás de la Monumental de Madrid, salió a las horas a hombros por la calle de Alcalá. Rincón venía de Colombia, donde es la primera figura del toreo neogranadino. De todos es sabido que en los toros sin la consagración de España de nada valen los triunfos americanos.

El primer viaje de César Rincón a España lo había hecho como novillero en la temporada de 1982. Fue de la mano de Pedro Domingo, un torero antioqueño de influencia y tendencia política que, con la firme convicción de nacionalizar los toros en Colombia se dedicó al sindicalismo taurino. Darío Piedrahita, el nombre de pila de Pedro Domingo, torero de Medellín que de novillero se anunciaba como “El Paisa”. Nos referimos a un buen profesional, inteligente, con sólidos conocimientos y fundamentos de la fiesta. Fue gracias a Pedro Domingo que César Rincón incursionó como novillero en plazas de España. Oportunidad que le sirvió a Rincón para sembrar amistades bien calificados en el mundo de los toros, hablar y escucharon los entendidos y destacados profesionales aplacando su sed taurina con el agua del toreo en la fuente de la fiesta. El torero de Medellín le ayudó al bogotano en su formación inicial, porque más tarde surgieron situaciones que provocaron la ruidosa ruptura entre César y Pedro Domingo.

De regreso a Colombia luego de su primera incursión en España, César Rincón tomó la alternativa en Bogotá. Plaza de toros Santamaría el 8 de diciembre de 1982, de manos del torero de su admiración: Antonio Chenel “Antoñete”. La ceremonia fue en presencia de José María Manzanares, con toros del ganadero Antonio García, de la divisa de “Vistahermosa”.

No lograba César ubicarse en el sitial que le aguardaba en el toreo. A mitad de año de 1983, viajó a México. Su intención era la de confirmar su alternativa el 31 de julio con una corrida del ingeniero Mariano Ramírez con el padrinazgo con dos toreros de Aguascalientes, César Pastor y Ricardo Sánchez. De anodino califican su fugaz paso por la arena de Insurgentes, excepto por la clarinada del cronista Francisco Lazo que se atrevió lanzar un toque de atención reclamándole a la afición y público en general el no haberse percatado haber estado en presencia de un buen torero.
Ha relatado en diversas oportunidades, Luis Álvarez, su apoderado y testigo de todos los nudos del hilo del toreo en la epopeya de César Rincón que el 21 de mayo de 1991 en horas de la mañana César Rincón estuvo en el apartamento de José Nelo “Morenito de Maracay” haciéndole un favor al venezolano al supervisar el trabajo de fontaneros, albañiles y obreros y echar una mano con la brocha gorda. Una forma de matar el tiempo también, pues el minutero cubría la esfera del tiempo que le separaba para el inicio de su corrida, su compromiso en Madrid. La ambición, como reza la letra de Lepera en el tango “Silencio”, la ambición no duerme. Tampoco el cuerpo descansa en la hamaca del horizonte de las tierras americanas. Aquella tarde del 21 de mayo Rincón por solicitud de su apoderado Luis Álvarez, llevaba en la espuerta un brindis político. Todo bien anotado para que César Rincón le brindara la lidia de Santanerito de Baltasar Ibán, el sexto de la corrida, a José María Blanco, político gallego y una de las piezas del ajedrez en la jugada para el rescate de la plaza de toros de A Coruña.

César Rincón inició la temporada española convaleciente de una terrible cornada que sufriera en Palmira el 2 de noviembre de 1990, cuando un toro le seccionó la femoral. En principio una transfusión le salvó la vida el 2 de noviembre, pero esa transfusión casi le causa la muerte al contagiarle Hepatitis C. De allí en adelante sería la lucha permanente por su existencia …
Sin embargo, el guion de los acontecimientos ya había sido escrito por el Supremo Creador.

San Isidro, plaza de Las Ventas. En el paseíllo Curro Vázquez, Miguel Espinosa “Armillita Chico” y César Rincón. Toros de Baltasar Ibán.

El sexto toro de la tarde, tal y como adelantamos arriba, con el nombre de Santanerito fue el segundo del lote del torero de Bogotá. Faena cumbre la realizada por Rincón, faena que abrió la Puerta Grande a un torero que surgió de la comunión con el toro de Ibán, su mensaje, y el sorprendido público de Madrid, su emocionado receptor, un torero que, en su entrega y dimensión, le describe Pepe Dominguín al periodista José Carlos Arévalo más adelante, en el camino de sucesos triunfales en el sendero de César Rincón: Es como hablar con Dios, y que te responda.

Aquí en Las Ventas comenzó el capítulo César Rincón de la epopeya, la de darle al toreo la exacta jerarquía que le corresponde en el mundo de las bellas artes. Jerarquía que César Rincón acepta del pueblo llano que le otorga, igual que la nación colombiana le coloca a la altura de los héroes civiles de la nación neogranadina. De tú a tú con El Gabo, con don Francisco Botero, con Egan Bernal, tres entre los más grandes del mundo; y Rincón, refrescando el orgullo patrio, a pesar que las heridas de Colombia, como las heridas de Hispanoamérica se abren con el dolor que provocan la exclusión y la injusticia.

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