Un testimonio contundente ante aquellos que alguna vez, muchos reiteradamente, escatimaron con él los elogios y/o el reconocimiento.
Es cierto que su crédito como artista, como torero de clase, más o menos es reconocido por todos, pero siempre llevaba aparejado algún pero. Crédito también para su buen gusto y preciosismo en sus comienzos y finales de faena. Hasta ahí todo es sabido y reconocido.
Hoy ese crédito sube varios peldaños. Crédito a su valor contrastado. Pocos o ninguno de los toreros considerados artistas, son capaces de ponerse en el sitio si el toro no transmite buenas sensaciones. El de Linares ha adquirido ese crédito poniéndose sí, pero ante toros que ninguna garantía ofrecen.
Pruebas inequívocas, y contrastadas, las tenemos en sus dos actuaciones televisadas de Manzanares y Villanueva del Arzobispo. Ninguno de sus toros era, como se suele decir, de triunfo, pero Curro se puso ante ellos como si lo fueran. Por perseverar en creer que lo eran, pudimos ver sendos volteretones que hubieran quitado la afición a más de uno, y si eran de los artistas más.
Pero ese crédito adquiere mayor dimensión si, en la segunda tarde, hay que enfrentarse a una corrida de Victorino Martín que bien podía haber saltado a la arena de una plaza de primera. Ahí el crédito es mayor, hubiera resultado muy fácil, tras las secuelas de la paliza de tres días antes, haber desestimado el enfrentamiento con los de Albaserrada.
Crédito hay que conceder a quien, además, le tocan los peores lotes de las dos tardes y se permite el lujo de torear de maravilla con el capote y, sobre todo, por naturales con la muleta. Muy posiblemente mejor y más profundo que lo que le hemos visto en temporadas anteriores. De ahí lo del crédito, si eso hemos visto con los lotes malos, qué no podrá hacer con un lote bueno.
La disposición a la hora de matar, con las palizas encima, un crédito más. Como vemos, al crédito como buen torero le añadimos el crédito como torero valiente y capaz. Por si fuera poco, hay que añadirle el crédito del compromiso total para con ese dar la cara, aunque te la parta un toro. Todo en aras de hacer el toreo, no tirarse por el camino fácil del sensacionalismo o simular el suicidio.
En esta temporada tan difícil que nos está tocando vivir, donde algunas figuras están como escondidas, es bueno y reconfortante saber que algunos, caso Curro Díaz, están dispuestos a que la temporada no se vaya sin convencer y avanzar, dejando un bien ganado crédito entre los aficionados.
No pretendo aquí olvidarme de otros toreros que están aprovechando las ocasiones que se les presentan, Juan Ortega, Sergio Serrano y otros más, de lo que nos alegramos, pero tuvieron la suerte de encontrar los lotes buenos. Eso es lo que esperamos le suceda al diestro de Linares en sus próximos compromisos. Con el crédito que dispone, solo le hace falta esa suerte en los sorteos. Que así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario