Soñemos, pensemos que, al final del año en curso hemos superado la crisis sanitaria y que por lógica, ya se podrían dar toros en el año 2022, algo que podría ser tan natural como la vida misma pero, cuidado, debemos de recordar que la fiesta de los toros como cualquier clase de espectáculo, vive del público, de sus aficionados, de sus acólitos que pasan por taquilla para que el espectáculo sobreviva, sin duda, lo más lógico del mundo.
Siempre me gustó pensar en positivo que, es la única fórmula para la esperanza y, en honor a la verdad por dicho sendero he caminado en mi larga vida. Pese a tantas trabas como hemos tenido sobre la fiesta taurina, siempre creí que sobreviviríamos a todo y que, un día, sin fecha concreta, volveríamos a disfrutar de esta fiesta que, a lo largo de la historia hizo felices a tantísimos millones de personas.
La idea es la que digo, no perder jamás la ilusión de que siempre habrá un mañana mejor pero, la realidad nos hace pensar todo lo contrario porque, queramos o no, como diría Krishnamurti, la vida es como es y no como nosotros quisiéramos que fuera y, en estos momentos, ¿cómo es nuestra vida, cómo está nuestra sociedad en la que vivimos? Los datos que tenemos son estremecedores, estadísticas que son verdades como puños que, trasladadas a la realidad todo nos hace sospechar que, difícilmente podrá haber toros aunque pase la crisis y, a su vez, la maldita pandemia que nos asoló por completo.
Un día volveremos a la normalidad al respecto de la pandemia, es decir, con vacunas o porque el destino así lo quiera la habremos vencido y todo nos parecerá lo más normal del mundo, hasta entenderemos que podrán darse espectáculos taurinos o de cualquier otra actividad pero, cuidado que, para ello tiene mucho que ver la economía de un país y, si no tenemos para pan, pensar en otro tipo de caprichos nos parece una temeridad sin límites.
Comprobar la estadísticas que nos azotan en el momento actual, todo ello según la información más que creíble del profesor Gay de Liébana, los datos que estos días nos ha ofrecido son realmente desgarradores; cifras que mucha gente quizás no se percate pero, pensar que tenemos seis millones de personas en el paro, dos millones de jóvenes que no encuentran trabajo, cientos de miles de pequeñas y medianas empresas que se han quedado en la quiebra, algunos miles de millones en el aire que se concedieron para los ERES, dos millones de personas que viven en el umbral de la más absoluta pobreza, cincuenta mil personas viven en la calle sin un techo para cobijarse y, por si fuera poco, los golpistas catalanes que han estado un “rato” en la cárcel por haber dado un golpe de estado, les han dejado en libertad para hacer campaña en Cataluña, eso sí, reafirmándose que lo que hicieron aquel primero de octubre lo volverán hacer. Y mientras todo eso ocurre, el gobierno es cómplice de sus maldades.
Vamos que, por ejemplo, en 1936 era un año más propicio para dar toros que en la actualidad y en aquellos entonces se estaba consumando la guerra civil que provocaron los sociatas por aquello de la destrucción de España, es decir, exactamente como ahora pero con tintes democráticos en la actualidad.
Que los golpistas catalanes estén en libertad, según ese ser despreciable y apestoso llamado Pablo Iglesias, es un ejercicio de democracia al más alto nivel. Y Antonio Tejero que hizo lo mismo, eso sí, sin daños materiales ni coste alguno al país, a dicho señor le metieron treinta años en la cárcel.
Está claro, Tejero era de derechas y guardia civil, mientras que los criminales de turno de la actualidad son de izquierdas y separatistas, esa es la diferencia.
Difícilmente podrá progresar un país ni sus costumbres mientras no impere la justicia y el orden y, como es notorio, en España ni hay justicia ni orden, solo favoritismo al más alto nivel porque, como te descuides, con ser maricón y de izquierdas te dan un cargo de ministro. ¿Queréis más pruebas? Y mientras todo eso ocurre, nosotros, como aficionados, suspirando que un día haya toros en España.
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